Baja la incidencia, pero se mantiene alta la reactividad. La enfermedad no está acabada ni el vector totalmente controlado
Parecerá que nos contradecimos. A mediados de noviembre alertábamos sobre otro posible pico epidémico, no de COVID-19, sino de dengue, y ahora publicamos que las estadísticas del mes lo ubican con mejores resultados que igual etapa del año anterior. Hace más de 15 días la incidencia de la arbovirosis viene en descenso.
Los números que lleva a punta de lápiz el epidemiólogo Domingo Molina Hernández, especialista del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, confirman una mejoría en algunos indicadores, considerados trazadores para la enfermedad.
Al cierre de la semana estadística 48, la tasa de incidencia del dengue había descendido dos puntos, en relación con la semana 47: el riesgo de enfermar se calculó en 12.5 por cada 100 000 habitantes, contra 14.5 por cada 100 000 hace siete días.
Esto quiere decir que decreció el número de sospechosos confirmados con determinación de IgM a 52 casos, nueve menos que en la semana 47. Son buenas noticias, aunque el doctor Molina Hernández desinfla todo signo de triunfalismo al esgrimir otros datos. Cualquier análisis sobre el control de la enfermedad y su vector pasa por poner en contexto los indicadores.
• Esta era la situación del dengue en octubre último.
Veamos entonces el comportamiento de las dos semanas comparativamente. Mientras en la semana 47 fueron detectadas 207 personas con síntoma febril y se les realizó IgM a 113, con 63 positivos (55 por ciento); en la 48 aumentó un poco el número de febriles (212), pero disminuyó considerablemente el total a analizar en el laboratorio (83). Sin embargo, usted notará que los 52 confirmados con dengue representan el 62 por ciento.
O sea, baja la incidencia, pero no la reactividad, algo en lo que concuerda Molina Hernández y agrega que este indicador se ha mantenido alto e inestable durante todo el año, incluso cuando se pesquisaba menos y no se realizaban tantas determinaciones como ahora.
Por ello no se puede cantar victoria. Al contrario, la lógica indica revisar a fondo por qué en la semana 48 solo al 39 por ciento de los sospechosos se les tomó muestra para el IgM. ¿Qué otras enfermedades están concomitando con la arbovirosis? ¿Cuáles producen síndromes febriles inespecíficos? ¿Se cumple el protocolo diseñado? ¿Hay indisciplina por parte de la población o complacencia del sistema sanitario?
• Semejanzas y diferencias entre el dengue y la COVID-19.
El especialista apunta hacia otra dirección del análisis. Más que la tendencia provincial, conviene mirar con lupa el comportamiento de las variables epidemiológicas y de vectores en los municipios. Al cierre de noviembre, Bolivia, Ciro Redondo, Majagua y Chambas tenían tasas de incidencia superiores a la de la provincia. Los datos de Bolivia, específicamente, comparados con igual período del año pasado, demuestran que no mejora.
No obstante, sí se han hecho cosas distintas en el enfrentamiento. Desde la apertura de centros de aislamiento en todos los territorios, hasta la disponibilidad de laboratorios SUMA, también en los 10 municipios, que agilizan el diagnóstico.
Son dos acciones determinantes para el control, a las que Molina Hernández adiciona una pesquisa eficiente y efectiva que detecte a los febriles desde el primer día de los síntomas; radiobatidas que no dejen mosquito con cabeza y lleven la infestación al índice de mínimo peligro; y un ingreso sin “fugas” y sin mosquiteros levantados. “Hay que vigilar más”, sentencia.