Necesitada permanentemente de protección, mediante acciones conscientes que vayan más allá de las asociadas a su día mundial (16 de septiembre), la capa de ozono sigue motivando la ternura y sensibilidad de los niños en Ciego de Ávila.
Así lo facilitan este fin de semana especialistas de ciencia, tecnología y medio ambiente, en coordinación con representantes de las Brigadas Técnicas Juveniles en la provincia, al continuar organizando actividades para ampliar el conocimiento y la participación de infantes y adolescentes en ese empeño.
El Zoológico de la ciudad cabecera deviene cálido escenario para expresar, mediante la inspiración e imaginación a bordo del dibujo, las múltiples formas en que se puede contribuir a preservar el escudo protector del planeta.
Por ello, Estéfani Ramírez Brown no solo se llevará merecido obsequio al responder que el lema de la jornada esta vez ha sido “32 años recuperando la capa de ozono”, sino que también carga con el primer lugar a punta de lápiz de color sobre papel, por intermedio de un obra que muestra al planeta y al lado un pequeño cesto.
Es obvio que mediante el juego nuestros niños pueden incorporar útiles conocimientos
Y ante la pregunta de uno de los integrantes del jurado, afirma: “mi dibujo significa que podemos salvar al mundo y tenerlo limpio si echamos en un cesto todo lo que ensucia y contamina al medio ambiente”.
Desde la óptica de Yuliet Zaldívar Silva, “podemos ayudar sembrando árboles y regando los jardines”, tal y como hace la niña que ella concibió en trazos, mientras los de Yeliani Acosta García irán conformando otra silueta infantil cuidando el verde de la naturaleza…
Y hay espacio también para que alguien haga preguntas y varios niños salten con la mano levantada pidiendo permiso para responder, al estilo de las jimaguas Seiklin y Seichell, con notable participación en cuanta convocatoria es dada a conocer.
Entre tanto, sobre una mesa cuatro niñas ocupan alegremente su tiempo en un juego muy didáctico acerca de cómo ahorrar energía eléctrica.
Y la fuerte lluvia no impedirá cantar, reír, bailar o buscar, en tropel, ese tesoro escondido que los organizadores se empeñaron en situar bien oculto, pero no imposible de hallar.
Feliz iniciativa ese trozo de día que nadie quiere concluya, porque hay sana y didáctica diversión, además de que reafirma, una vez más, cuánto interés ponen nuestros infantes en asuntos vitales para la vida del planeta y para la supervivencia de la especie humana.