El “hombre orquesta” toca en El Yarual

Roger habla corriendo y se detiene a respirar por obligación, o de lo contrario seguiría de largo en su ráfaga sin coger ni una bocanada después del punto final. Y eso, en caso de que parara, porque entre tanto dice y dice, seguro iba a irse con alguna palabra en la boca.

Las enuncia casi a la misma velocidad con que camina a sus 68 años, que viene siendo la de un niño cuando lo sueltan en un parque. Pero a Roger Sánchez Toledano donde lo han puesto es en una Asamblea, por ser él militante del Partido y ser, además, “un hombre orquesta”, como él mismo se definió en Bolivia, aunque la orquesta que “toca” es la de El Yarual.

A 18 kilómetros de la cabecera municipal queda su “teatro de operaciones”, en una comunidad de 1 260 bolivianos a la que ya puede entrarse sin tanto brinca-brinca porque, antes de que la empresa encargada hiciera finalmente lo suyo, la comunidad hizo también su parte: “empezamos a cargar carretillas y carretas de piedra, y a tapar los huecos y, luego, cuando nos tiraron el rocoso, lo regamos nosotros y hasta zanjas hicimos pa' que el agua drenara”.

Así arreglaron la entrada con una brigadita que luego, o antes —no precisa la secuencia—, se fue a pintar la farmacia, y el consultorio, y la bodega, y a coger salideros que se dan allí mejor que el arroz, parece.

En los últimos dos años, al menos tres veces, este periódico puso a El Yarual en un foco de atención que todavía no enciende las luces. En septiembre de 2019 contamos de las “tupiciones que afectan a los 12 edificios de ese poblado rural, como consecuencia de que la laguna de destino presenta obstrucción y hay retorno de residuales que corren por las calles y contaminan el agua potable”.

Tres meses después, Betty Jiménez Pérez, directora municipal de Vivienda en Bolivia, confirmó que eran reales las tupiciones, como consecuencia de tuberías en mal estado e indisciplinas sociales, e informó, incluso, que “para comprobar ese viejo problema hubo que constituir una comisión a raíz de la preocupación”. A pesar de lo escueto de la sección Sin Rodeos, la directiva ahondó en detalles y aclaró que “para resolver el problema se tenían cuatro tubos de 200 milímetros (mm), 75 metros de tubería de 110 mm, 120 bloques para los registros, cinco sacos de cemento y la arena, pero el municipio no cuenta con retroexcavadora”.

Un mes más tarde, Leonides López Figueredo, delegado de una de las tres circunscripciones de El Yarual, le aportaba a la saga de nuestro diario. Había aparecido la retroexcavadora, no obstante, faltaba el combustible.

En la Comunidad del Yarual en el Municipio Bolivia, fueron evaluados por las máximas autoridades de este territorio y de...

Posted by Empresa Acueducto y Alcantarillado Ciego de Ávila on Monday, May 11, 2020

En noviembre de 2021, a casi dos años del desarreglo, Roger lo resume y, paradójicamente, traga en seco: “las aguas albañales siguen corriendo por las calles cuando se pone el agua”. La ironía de la frase —sin que él la advierta en su corre-corre de sílabas— es que si hoy corre agua por El Yarual fue porque gente como Roger hizo que la pusieran, luego de un larguísimo período de seca que tiene su edad en la zona. Hace 28 años Roger vino desde Holguín y desde entonces, recuerda, “ya escaseaba, nos pasábamos una semana, y hasta más, sin agua”. Aquello parecía una condena que se esparcía por los campos de arroz, sin agua constante tampoco.

Parece lo que fue; mucho tiempo. Demasiado. Sin embargo, mientras Roger explica que los 14 kilómetros de vieja tubería de asbesto-cemento se sustituyeron por plásticos de Ciegoplast y se resolvió el problema del agua en Yarual, uno termina preguntándose cómo pueden dilatarse demasiado las soluciones que no demandan “demasiado”.

Contra semejantes desidias se ha sublevado Roger, quien ha ido dibujándole los acordes a una “orquesta” de coterráneos que dirige desde el liderazgo; por eso lo sigue “afinada”. La oficialidad no le ha impuesto ningún cargo, aunque él primero aclara que es “guía”, “activista”, “todoterreno” y termina por autotitularse “hombre orquesta”. Sería ese el apelativo que soltó en la Asamblea de Balance del Partido, que lo interrumpiera con aplausos cerrados. Allí solo lamentó no tener menos años.

Pero después de atravesar supersónico un pasillo, Roger, provocado, empezaría a hablar de sus nueve hijos desperdigados por medio país, de la madre de 95 años que cuida, de las 14 empresas donde ha trabajado, de los años que estuvo trepándose a un camión a las 4:00 de la mañana para irse a Morón a trabajar en el ferrocarril y dormir algo en el buró, antes que dieran las 7:00.

Contaría los otros de idas y vueltas diarias a Ciego de Ávila, de su trabajo en el Partido Provincial o en los CDR, de sus años de delegado de circunscripción y de esa función de “cubre-franco-vacaciones” o de “tapón”, como suelta, riéndose, que lo ha hecho estar casi en todas partes haciendo cualquier cosa.

Ahora sigue, jubilado, en El Yarual, al tanto de que la placita arrendada tenga viandas, de que las mangueras que le pusieron por fuera a tres edificios hagan subir el agua o de que los salideros que le quedan sean menos viejos que él.

¿De verdad que usted cree que habría podido hacer más con menos?, lo inquiero desde la ironía que descubre y supera.

—Bueno, hay gente que dice que eso es posible.

Y para rematar, deja su teléfono. En su casa tiene un puesto de mando, asegura, cualquier cosa que haga falta él la resuelve o llama a quien deba resolverla. No se cansa: “Anota ahí…”.


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