Algunos prejuicios se colaron en las urnas y dijeron No. Todavía No. O, quizás, definitivamente No. Pero fueron minoría.
Por esa misma hendija se colaron abstenciones y nulidades, pero también perdieron la posibilidad de decir, y decidir, aunque muchas lecturas podrían desprenderse de la apatía que ni suma ni resta.
Al final, cuando sacamos las cuentas preliminares y las oficiales, fue una mayoría la que impuso su amor por el otro y terminó apostando por todos: por los que no fueron, los que dijeron no, los que no supieron (o no quisieron) decir nada.
Fue el amor lo que contó al final del día y se convirtió en Ley, felizmente y amparado en el respeto.
Se sintió como si nos abriéramos el pecho para que cupieran todas las familias. Un tumulto de gente que piensa como vive o vive como piensa, y por eso todas sus diferencias están de algún modo respaldadas en el nuevo Código.
Se vio como la foto de familia a la que miraremos dentro de algunos años, cuando le digamos a nuestros hijos que tuvimos que defender derechos, refrendarlos en referendo, porque nosotros, tristemente, no habíamos nacido con ellos. Ellos, en cambio, sí podrán presumir de ese legado.
De un país donde el amor tiene la palabra. Y es sagrada.
Nombre a nombre, uno a uno, nos fuimos convirtiendo en mayoría
Desde la mesa electoral se garantizó el proceso democrático. Transparencia de principio a fin
No hubo excluidos. En todo caso, incluidos. Todos pudimos sumarnos a un referendo que apostó, precisamente, por sumar
Los abuelos dejan a sus nietos un país mejor. Diferente al que ellos tuvieron un día
Aunque secreto oficialmente, para muchos el Sí de su voto fue un “secreto a voces”
Nos regalamos un Código de afectos y cuidados. Sin lastimar a nadie
Nos dimos, incluso, lo mismo que ya teníamos, porque no nos inventamos nada que no existiera antes
Apostamos por una familia donde la sangre, el género y las obligaciones parentales no son más importantes que el amor
Finalmente nos dimos el país que nos merecíamos. Y una vez conquistado tenemos, en lo adelante, que defenderlo