Uno de los indeseados récords que va dejando la “tercera ola de contagios” es el de niños y adolescentes positivos al nuevo coronavirus.
Si al inicio alguien pensó que esta sería una carrera rápida, la pandemia de la COVID-19 debe haberle desdibujado todo optimismo fatuo e impuesto el desafío de la resistencia. Como los fondistas olímpicos, el SARS-CoV-2 está encarando ¿el final? con fuerzas renovadas. La tercera ola en Cuba ya tiene sus propios récords: picos máximos de contagio para un día (276 en La Habana al cierre del viernes 22), mayor cantidad de hospitalizados, de reportados de gravedad y críticos, de fallecidos.
Uno de esos indeseados récords es el de niños y adolescentes contagiados, estadística seguida muy de cerca por el Grupo Nacional de Pediatría que, hace solo unos días, hizo un llamado de alerta no únicamente ante el incremento de casos, sino por la evolución de algunos pacientes menores de edad.
Desde el 21 de marzo de 2020, cuando se diagnosticó el primer infante en la Isla, la incidencia del contagio se mantuvo entre un 10 y un 12 por ciento, “con una evolución clínica estable y mostrando resultados satisfactorios en el uso de los protocolos establecidos”, según dijo a Cubadebate la doctora Lisette del Rosario López González, jefa del Grupo Nacional de Pediatría y miembro del Grupo de Expertos de la COVID-19 del Ministerio de Salud Pública.
Pero, luego del fin de año, el número de pacientes menores de 19 años se ha disparado en medio de un incremento exponencial del contagio a nivel nacional. Solo en Ciego de Ávila, desde el 1ro. de enero y hasta el cierre del día 22, se reportan 37 niños y adolescentes enfermos, que representan el 14.6 por ciento del total de positivos en esta etapa (253).
Para entender la magnitud de esta cifra debemos ponerla en contexto. 37 casos en apenas 22 días es tres veces la cantidad de menores infectados entre marzo y mayo, durante la “primera temporada”. 37 casos es poco más de la mitad de los diagnosticados entre agosto y noviembre, el primer rebrote.
En los tres momentos epidémicos la proporción entre hembras y varones ha sido muy similar, casi 50 y 50, por lo que no podemos hablar del impacto del sexo en el contagio. Todos han sido casos secundarios, o sea, se han enfermado por ser contactos de otra persona, por lo general un familiar; aun cuando ocho se mantienen sin fuente de infección definida.
Donde sí hay claramente un patrón es en los grupos etarios más incididos. Del total de positivos (111), 55 tienen edades comprendidas entre uno y 10 años, por lo que son niñas y niños pequeños, que todavía no comprenden cómo se produce el contagio y, por consiguiente, incumplen más la obligatoriedad del uso de los medios de protección y las normas de higiene. Luego están los adolescentes (49) entre 11 y 18 años que, si bien sí entienden los riesgos, tienen mayor movilidad y se exponen más. El número inquietante es el de nueve infantes menores de un año: desde 28 días de nacidos hasta 11 meses de vida.
• Solo dos municipios no han reportado pacientes en edades pediátricas
Un rasgo importante del contagio en edades pediátricas es que, la mayoría, evoluciona de manera favorable y sin síntomas, un comportamiento que, en primera instancia, conllevó a pensar que los niños eran inmunes a la enfermedad. Los expertos en Cuba, sin embargo, se apresuraron a descartar esa hipótesis, insistiendo en que sí se infectan y transmiten el virus, por lo cual en la cadena epidemiológica tienen el mismo papel que un adulto.
Y también quedan con secuelas. Así lo demostró un estudio a más de 40 niños recuperados del nuevo coronavirus, en etapa de convalecencia, de acuerdo con una reciente publicación de Cubadebate. Lisset Ley Vega, especialista de I y II grado en Pediatría, y de II grado en Cardiología, del Hospital Pediátrico Universitario José Luis Miranda, de Villa Clara, explicó que uno de cada cinco niños estudiados desarrolló enfermedades cardiovasculares como miocarditis, pericarditis, arritmias e hipertensión arterial, consecuencia de la COVID-19.
En Ciego de Ávila, el 56.8 por ciento de los menores positivos al SARS-CoV-2 ha cursado la enfermedad sin síntomas, aunque en esta tercera ola la proporción está a favor de los que presentan síntomas, principalmente febrícula, cefalea, congestión nasal y malestar general.
Por primera vez en todo el enfrentamiento a la COVID-19 dos niños avileños tuvieron una evolución desfavorable que los llevó, incluso, al reporte de grave y crítico. Se trató de un menor de 12 años, diagnosticado con parálisis cerebral infantil, y una bebita de dos meses, ambos fuera de peligro en la actualidad.
ATENCIÓN ❗❗ ? Yeanny Rodríguez Ponce, padre de Diego Jesús Rodríguez Borges, el niño de 12 años de edad, residente en...
Posted by Periodista José Alemán Mesa on Wednesday, January 20, 2021
“La responsabilidad es de los adultos”
Así de categóricas fueron Mariela Suárez Álvarez y María Félix Arocha Hernández, fiscales del departamento de Protección a la Familia y Asuntos Jurisdiccionales de la Fiscalía provincial en Ciego de Ávila, al abordar las obligaciones morales y jurídicas de los padres y tutores legales de los menores en una situación excepcional de esta naturaleza.
Está claro que nadie quiere contagiarse y, muchísimo menos, quiere que sus hijos enfermen. Y si bien algunas veces la infección se produce, incluso, siguiendo los protocolos sanitarios, no es menos cierto que, cuando se incumplen, las probabilidades aumentan.
Si el actual rebrote se ha cebado en la población en edades pediátricas ha sido porque la percepción del riesgo de los adultos, sobre todo, bajó a niveles donde dejar que el niño jugara en la calle con los amiguitos, tomara del mismo vaso que la abuelita, abrazara al familiar procedente del extranjero o saliera sin el nasobuco, era común. Los adolescentes volvieron a los parques de la Wifi, hicieron fiestas, se pasaron el celular de mano en mano, “normalmente”.
Por eso, aunque en el territorio no hay procesos penales en curso, las especialistas alertaron a las familias y, en especial, a los padres, sobre los delitos típicos que sancionan el incumplimiento del deber de proteger a los menores, cuyos derechos, en este sentido, están refrendados en la Constitución y en el Código de Familia.
Como ejemplo más socorrido se refirieron a la obligatoriedad del uso del nasobuco en todos los espacios, dispuesto en la Resolución 128 del 2020 del Ministerio de Salud Pública; así como a la presencia de niños y adolescentes en las calles, cuando la indicación es mantenerse en casa el mayor tiempo posible.
• Descargue aquí la Resolución 128 del 2020 del Ministerio de Salud Pública.
“Siempre priorizamos las acciones de prevención”, dijo María Victoria Sifonte Ayup, fiscal jefa provincial, quien recordó que la Fiscalía tiene convenios con organismos y organizaciones de masa para trabajar de conjunto en las comunidades, identificando núcleos familiares vulnerables en el que los niños puedan estar expuestos a riesgos.
No obstante, insistió en que el Código Penal cubano contempla sanciones de privación de libertad para los padres o tutores legales que cometan el delito de abandono de menores (que no es solo abandonarlos para siempre, sino por períodos de tiempo) o incumplan en el deber de proveerles alimento y protección.
Las fiscales recalcaron que no corresponde únicamente al Estado velar por la seguridad de los ciudadanos, sino también a la familia.
• Escuche las declaraciones de las fiscales avileñas sobre la protección de menores en la actual circunstancia sanitaria.