Cuando la COVID-19 se ensañó con Ciego de Ávila en lo que fuese un inicio del rebrote de la enfermedad, fue necesario tomar medidas para controlar la pandemia. En un lapso aproximado de tres días, la cabecera provincial retornó, de manera drástica, de la fase tres a la de transmisión autóctona limitada.
Como una forma de impedir la expansión por el territorio avileño, las autoridades sanitarias, de conjunto con el Consejo de Defensa Provincial (CDP), adoptaron la decisión de decretar áreas en cuarentena: viviendas, cuadras o manzanas, en dependencia del nivel con el cual pudiera repercutir la aparición de casos en determinados lugares.
Por su ubicación geográfica, el edificio de 12 plantas, en el centro del casco urbano de Ciego de Ávila, se tornó uno de los controles de foco más complejos a tratar en tal situación epidemiológica, pues la aparición de un caso positivo al virus del SARS-CoV-2 en los primeros días de septiembre, junto a otro en la aledaña calle Libertad, saltó las alarmas.
En cambio, la disciplina ciudadana, el cumplimiento de los protocolos sanitarios, el accionar oportuno de la máxima dirección del municipio y la provincia, entre otros factores, incidieron en que esta zona en aislamiento social pasara a la normalidad desde el viernes 16 del mes en curso.
Entre las personas que posibilitaron la fluidez que requieren las atenciones a zonas con estas características se encuentra el joven Daryl Hernández Couce, delegado de la Circunscripción No. 70 del consejo popular Centro Ciudad.
“Conmigo contacta el CDP, me dicen de hablar con todos los vecinos y explicarles a lo que se iban a enfrentar, pero era complicado porque tampoco podías convocar a una reunión. Entonces cité a los presidentes de los Comités de Defensa de la Revolución y a los representantes de otros factores de la comunidad para tener un breve encuentro en los bajos del edificio de 12 plantas. Ahí se explicó que ese día, desde la 1:00 pasado meridiano, toda el área entraba en cuarentena.
“No existía experiencia alguna de este tipo, todo era nuevo, por lo que surgieron muchas preguntas y, prácticamente, ninguna respuesta. ¿Y que si el pan y los mandados? ¿Cómo va a ser esto o aquello? Era estar ahí y enfrentar la situación.
• En Ciego de Ávila, alimentos en medio de la cuarentena.
“Estábamos ante otro gran problema: la población del edificio, muy envejecida. Hay muchas personas que tienen dependencia de algún familiar externo, el que les lleva alimentos todos los días, o viceversa, pudiera también darse el caso.
“Recuerdo que al otro día tuvimos un encuentro con directivos de Comercio y Gastronomía, personal de las placitas, el Coppelia… para ponernos de acuerdo en cómo íbamos a acercarles víveres e insumos a estos ciudadanos. A partir de ahí se les empezó a vender combos, refresco, helado, galletas, sirope, masa de croqueta y una gran variedad de alimentos.”
— No estamos hablando tampoco de un proceso perfecto.
— Hubo problemas, la idea es que no falle nada, pero imagínate, son más de 100 apartamentos en el 12 plantas y con las calles colindantes ascendían a casi 200 núcleos. Solamente el edificio consume de cuatro bodegas distintas. ¡Eso es increíble! Perfecta no fue la tarea, mas siempre se trató de dar la mejor solución a cada una de las inquietudes y necesidades.
— WhatsApp se convirtió en una plataforma eficiente para la comunicación todo este tiempo, ¿fue así?
—Creamos un grupo en WhatsApp con el nombre Vecinos del 12 plantas y ahí se sumaron la mayoría de los moradores. Yo incluí a Yeline Ruiz Betancourt, jefa del Departamento Provincial de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, quien sirvió de gran ayuda psicológica. Desde el inicio fue un grupo de apoyo, alguien hacía algún que otro chiste, interactuaban, y eso contribuyó a que las personas no se sintieran tan solas ni aisladas; por lo que la plataforma sirvió como un espacio virtual para compartir e intercambiar información de interés.
“Una vez vendieron pollo y la gente empezó a compartir sus propias recetas de cocina. Eso casi se convirtió en una competencia interna entre ellos. ¡Hasta eso llegó a hacerse!
“El grupo sirvió, en su momento, para comunicar cuando iban a vender algo, por ejemplo, porque entre ellos se podían llamar por teléfono, hablarse desde las ventanas, los balcones, gritarse por los huecos de escaleras, pero yo estaba afuera.
“Cuando se hacía una venta tampoco era que bajaran todos, no, para eso se designaron mensajeros, los cuales venían hasta los límites de la Zona Roja, compraban, y después acercaban los productos a las viviendas. Una tarea, sin dudas, a destacar, porque al salir de sus casas ya era un riesgo que estaban enfrentando; tenían que recoger dinero, subir a los ascensores, prácticamente transitaban todo el inmueble.
“También teníamos mensajeros en el exterior del área en cuarentena. Ellos iban a los cajeros automáticos para extraer dinero, cobrar a los centros de trabajo o comprar medicamentos en las farmacias; sin embargo, hay organismos que tienen normas, y lo digo porque había vecinos que necesitaban realizar trámites en el Banco, y es que eso no lo puede hacer otra persona que no sea uno mismo.”
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A lo convulso que es el enfrentamiento a una pandemia como la COVID-19 habría que sumarle a Daryl su gran responsabilidad ante la Unión de Informáticos de Cuba (UIC), en tanto máximo representante de la filial avileña de dicha organización.
“En la UIC estamos trabajando a distancia, por ello trataba de dar una vuelta al área en cuarentena en las mañanas. Al principio ello requería más de mi atención porque había que hacer muchas gestiones, llamar a mil lugares; en la medida en que pasaron los días ya todo comenzó a fluir. Por la tarde entonces tenía tiempo para dedicarme a las cuestiones laborales, aun cuando muchas de las actividades que realizamos están paralizadas. Yo ocupo esta responsabiliad desde enero de 2018, por lo que siempre he tenido tareas como delegado sin dejar a un lado el trabajo, o viceversa.”
—Como informático has presenciado que en los últimos meses las tecnologías se convierten en un alivio para muchos problemas, aunque persistan otros.
—Si algo bueno podemos sacarle a la COVID-19 es que nos ha enseñado la necesidad de todos estos programas de informatización que con anterioridad no se habían tomado, quizás, con la seriedad requerida y son la línea que en tiempo de desastres o epidemias nos pueden salvar, incluso, la vida.
“A partir de esta experiencia creo que muchas personas que hasta ayer veían esto como algo innecesario le van a prestar un poco más de atención.
“El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, siempre ha hecho énfasis en todos los programas de informatización y el comercio electrónico, y muchas veces no se ha avanzado a la velocidad que se requiere. Si desde el principio hubiéramos incursionado en estos programas se habría pasado menos trabajo en una situación como esta.
“El comercio electrónico fuese más eficiente y no como está pasando con TuEnvío, la gestión de gobierno sería más eficiente en los temas virtuales. Y también tendríamos que haber hecho menos reuniones, movilizaciones y un accionar mínimo de personas en las calles. Todo esto nos tiene que servir de lección para saber que todo lo relacionado con la Informática no es un capricho ni un lujo, es una necesidad; y como necesidad al fin hace falta marchar a pasos agigantados. El mundo de las tecnologías avanza vertiginosamente y nosotros tenemos que hacerlo al mismo ritmo.”