Reuters La propagación de la COVID-19 sigue en Estados Unidos sin un final a la vista, en un escenario donde las reservas de suministros médicos se agotan, mientras las muertes y contagios alcanzan cifras alarmantes.
El presidente Donald Trump, quien se vio forzado a modificar drásticamente su posición respecto a cómo ganarle la batalla al mortal patógeno, considera ahora sumar a las restricciones la prohibición de algunos vuelos nacionales.
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La situación es grave. Solo este miércoles murieron 1 000 personas a causa de la COVID-19 en el país, el peor día desde el comienzo del brote a finales de enero.
Según los reportes, Estados Unidos —epicentro mundial de la pandemia— sobrepasó los 5 100 fallecimientos y más de 215 000 contagios, y aún, a juicio de expertos, lo más malo está por llegar.
Uno de los decesos registrados la víspera fue el de una bebé de seis semanas en Connecticut, informó el gobernador Ned Lamont.
Actualmente, la mayoría de los estados de la Unión —ninguno escapa al nuevo coronavirus— se sumaron a la orden de que los ciudadanos permanezcan en casa durante el azote de la pandemia, para mantener así el distanciamiento social y frenar la expansión de la enfermedad.
Los especialistas alertan que diversos datos muestran que las personas sin síntomas están alimentando la propagación de la COVID-19, por lo cual los principales funcionarios de salud reconsideran emitir indicaciones sobre el uso de máscaras para el público en general.
Entretanto, Trump pasó de querer volver a la normalidad para la Pascua de Semana Santa (12 de abril) a dar un giro y extender las medidas de protección a la ciudadanía por 30 días adicionales y hasta nuevo aviso.