Arbelio López Gómez tuvo su bautismo de fuego en las arenas de Playa Girón.
Estos días de abril lo enervan. Le vienen a la mente los episodios vividos en aquella épica hazaña.
Arbelio López Gómez nació en Lázaro López, municipio de Majagua. Combinó estudio y trabajo, para contribuir con el sustento del hogar. Fue repartidor de leche y gastronómico. Cuando triunfó la Revolución laboraba como ayudante de albañil en la fábrica de refrigeradores Vocero.
Mediante un amigo, el chino William Ulloa, se incorporó a las milicias. Hizo guardias, participó en entrenamientos y caminatas durante el cursillo que recibió en los potreros de la finca La Palma. “Una madrugada se presentó un grupo de compañeros para seleccionar a algunos de nosotros. Iríamos hacia el territorio oriental con el fin de subir los Cinco Picos.
“Fuimos para la Sierra Maestra, escalamos el Turquino y estuve entre los seis o siete escogidos para pasar el II Curso de la Escuela para Responsables de Milicias, de Matanzas. Regresé a Ciego de Ávila y en enero de 1961 partí para la Escuela. Fui movilizado para participar en la protección de La Habana. Al terminar, inicié los estudios.
“Yo estaba de pase en Ciego de Ávila. Recuerdo que visitaba a Mirtha, mi novia y compañera de siempre, cuando por la radio escuché el llamado para la incorporación urgente de milicianos a sus unidades. En pocas horas me presenté en la Escuela.
“Tuvimos que parar camiones en la carretera para utilizarlos en el transporte hacia el teatro de operaciones. Al poco tiempo el entonces capitán José Ramón Fernández comunicó que Fidel llamaba al pueblo a prepararse para defender el suelo patrio de una inminente agresión.
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“Ninguno de nosotros sabía hacia dónde nos dirigíamos, pero cuando entramos por el entronque que conducía a Jagüey Grande conocimos que la fuerza mercenaria había desembarcado en la madrugada del día 17 por Bahía de Cochinos, en la zona donde se encuentran Playa Girón y Playa Larga.
“Cuando llegamos a Jagüey Grande, encontramos a la gente en la calle, dando vivas a Fidel y a la Revolución, mientras se preparaban condiciones para la defensa del lugar. En la madrugada de ese día llegamos al central Australia, y recibimos la orden de avanzar hacia Playa Larga y, sobre las cuatro y pico de la tarde llegamos a Pálpite, donde el Gallego Fernández transmitió la orden de Fidel de seguir hacia Playa Larga y desalojar al enemigo. Ya a las 6:00 pm del 17 se combatía fuerte allí, y sobre las 7:00 de la mañana del 18 se cumplía la misión”
A la Escuela le llegó la orden de regresar al central Australia.
“Allí atacó un B-26 invasor. Pero las cuatro bocas operadas por los llamados niños artilleros —por su juventud— derribaron la aeronave, y fueron capturados dos tripulantes: uno de ellos vivo.
“Cuando el avance hacia Playa Larga, en plena noche, me encontré a un compañero avileño, Rafael Palomo Gómez, muy malherido en un muslo por un proyectil calibre 50. Me conoció, parece que se sentía tan mal que me pidió que le diera un tiro y lo matara. Entonces, lo arrastré unos 30 metros hacia la retaguardia, esperé que llegaran los sanitarios y lo trasladaron al hospital de Matanzas.
“Se siente miedo, no cobardía. La muerte nos rondaba día y noche en el silbido de las balas, en las detonaciones de los obuses; miedo a no cumplir la misión. Pero uno no tiene mucho tiempo para pensar en otra cosa que en defenderse y echar balas contra el enemigo.
“¿Girón? Una gran lección para los imperialistas y la gusanera. Vi a los mercenarios desplomados, metidos en los manglares, llenos de fango… Esa epopeya contribuyó a forjar mi carácter, y fortalecer mi ideología, a ser más organizado y disciplinado, a continuar honrando la vida militar.”
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A Arbelio le encomendaron la misión de impartir varios cursos, y de recibir otros. Más tarde lo ubicaron en una compañía dislocada en Baraguá, lo nombraron ayudante del comandante Victoriano Parra, entre otros destinos.
Estuvo movilizado cuando la Crisis de Octubre hasta su final. Después lo enviaron para la 32 División enclavada en Remedios, “donde prácticamente comencé una larga carrera militar hasta obtener el grado de teniente coronel”.
Fue oficial de la Sección de Operaciones en el Ejército Central y en el Cuerpo de Ejército; cumplió misiones militares en Somalia y en la República Popular de Angola; laboró en las cátedras militares de la Universidad Central Martha Abreu de Las Villas y en la Escuela de Medicina Serafín de Zárate.
La jubilación le llegó siendo profesor de su especialidad en la Escuela Provincial de Preparación para la Defensa de Sancti Spíritus. Ha merecido más de 30 condecoraciones, e integra la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Tiene afectada su salud, pero sigue en combate.
• Lea la entrevista realizada a Félix Álvarez Aguilar, en 2017, a propósito de la epopeya de Girón: Memorias de un miliciano de Ciego de Ávila