A 108 años de su estallido, la Revolución Socialista de Octubre, iniciada en la Rusia zarista el 7 de noviembre de 1917 según el actual calendario, es más que un eco en la distancia, debido a su influencia innegable dentro y fuera de su país, como hecho inédito en el destino de la humanidad.
Vladimir Ilich Lenin, político de extraordinarias dotes para la acción y el pensamiento, dirigió la movilización bolchevique que derribó un imperio, en el cual imperaban métodos y nivel de vida feudal en algunas de sus regiones, a pesar de las riquezas y recursos.
Lenin supo aprovechar las condiciones favorables para el triunfo dadas por una guerra interna no bien manejada por el zar y el auge de la actividad revolucionaria de la clase obrera, cada vez más influida por el marxismo y el pensamiento del líder.
Enseguida la también llamada Gran Revolución Socialista de Octubre comenzó a sufrir presiones y agresiones originadas por el cambio social profundo y los ataques de enemigos internos y externos. Pero aun así siguió su avance al futuro el primer estado socialista del mundo.
En 1922 se funda oficialmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), sin embargo, no fue hasta febrero de 1924, después del fallecimiento de Lenin que, en enero de ese año, fuera reconocido como estado por Reino Unido, Francia e Italia.
Con la victoria de la Revolución de Octubre, que dio el poder a la clase obrera y campesinos, se pusieron en práctica por primera vez los principios de igualdad, solidaridad, internacionalismo, justicia social, el derecho de los pueblos a su autodeterminación e independencia y soberanía.
Estudiosos opinan que a partir de ese momento el planeta empezó a cambiar a favor de los oprimidos, explotados, colonizados y despojados de siempre.
La realidad apunta a que mientras existan las políticas hegemonistas, el guerrerismo y la injerencia, se violen los principios de soberanía y autodeterminación de los pueblos, haya hambrunas, analfabetismo e invasiones habrá una insurgencia que se opondrá.
En el orbe de hoy siguen presentes muchas ideas y logros de la Revolución Socialista de Octubre de 1917, aunque se quiera desconocer el origen para disgusto de los abanderados del neoliberalismo, el intervencionismo y el neofascismo.
El líder cubano Fidel Castro escribió sobre Lenin: «fue un genial estratega revolucionario que no vaciló en asumir las ideas de Marx y llevarlas a cabo en un país inmenso y solo en parte industrializado… Lenin fue un hombre verdaderamente excepcional, capaz de interpretar toda la profundidad, esencia y valor de la teoría marxista».
Otro aporte a la humanidad del acontecimiento fue la consecución de la victoria final que dio sepultura al fascismo en mayo de 1945, pues sin la contribución del pueblo de la URSS no se hubiera logrado.
Más contribuciones se reconocen en la aceleración del proceso universal de descolonización y en la defensa del derecho de las naciones a su independencia y manejo de sus riquezas.
El cambio drástico en la correlación mundial como resultado de aquellos presupuestos revolucionarios, avizoraba que la humanidad entraba por un camino que desafió para siempre los dictados del capitalismo.
Dieron esperanzas a todos de que era posible construir un mundo de equidad y con políticas multilaterales, respeto a las culturas y límites territoriales nacionales, algo por lo que luchan los oprimidos de hoy.
Con este motivo, se celebra en diferentes localidades rusas mítines y ceremonias de colocación de flores ante los monumentos de Lenin y los héroes revolucionarios
Las ideas y la práctica de la Gran Revolución Socialista de Octubre influyeron en la creación del primer Partido Comunista de Cuba en 1925, y luego enriquecieron las bases de la Revolución Cubana.
Ni olvidada ni desechada la Revolución de Octubre sigue emitiendo sus luces como un faro, en una intermitencia justificada por los tiempos, pero que divisan muy bien los justos y todos los que aspiran a un mundo mejor.