La fría madrugada invitaba al sueño y el abrigo, y los bisoños insurrectos permanecieron en su campamento del trapiche La Ceja, al oeste de Morón, confiados en que la noche invernal transcurriría sin novedades. Era el 5 de diciembre de 1868, cuando una columna española muy superior en número y armas, al mando del coronel Manuel Sánchez Lamela, atacó el campamento del patriota camagüeyano Manuel de Jesús (Chicho) Valdés Urra.
A las tres y media de la madrugada, el enemigo atacó por sorpresa al medio millar de hombres que allí estaban, quienes apenas pudieron defenderse.
Ese fue el bautismo de fuego para las armas cubanas, entre quienes se encontraban los hermanos Felipe, Marcial de Jesús y José Gómez Cardoso, Nicolás Hernández Moreno (El Tocayo), Simón Reyes Hernández (El Águila de la Trocha), quienes habían protagonizado alzamientos contra el régimen colonial el 8 de noviembre de 1868 para unirse a las fuerzas de Chicho Valdés, quien operaba en la zona de Morón y tenía establecido su campamento en el ingenio La Ceja, al oeste de esa población.
La inexperiencia y la confianza excesiva provocaron un desastre total entre la tropa mambisa. Serafín Sánchez Valdivia, a la sazón maestro en Morón y testigo presencial de aquellos acontecimientos, expresó que el día 4 “[...], entró en Morón Sánchez Lamela con 140 hombres de tropa de línea procedente de Ciego de Ávila. Al cerrar la noche [...] destacó a sus exploradores y espías cubanos sobre el campamento de El Trapiche. [...] Chicho Valdés estaba acampado [...] sin avanzadas, sin exploradores ni ninguna otra vigilancia que lo precaviera contra una sorpresa meditada del enemigo. Y no solo no estaba cubierto contra una sorpresa de aquel, sino que tampoco oía los informes y noticias que recibía de los confidentes de adentro [...] que probablemente lo atacarían en la noche de ese mismo día. Chicho no hizo caso de ese informe [...] pues no alteró en nada su orden de acampar, ni mandó exploradores y escuchas sobre Morón [...].
“Los españoles mataron porción de hombres en la primera sorpresa, hirieron a muchos, e hicieron prisioneros a varios. Tomaron el campamento y en él más de 200 caballos con sus monturas; los cubanos dispersos huyeron al Camagüey [...] la tropa victoriosa de Lamela, con él a la cabeza, entró en Morón a las 8 de la mañana del 5 conduciendo los prisioneros de guerra, y sus bajas, españoles, que consistieron en 2 muertos y 13 heridos, soldados todos [...]”, escribiría, años después, el espirituano.
Nicolás Hernández y Simón Reyes —junto a un grupo de patriotas dispersos del combate de La Ceja —acamparon el 6 de diciembre en la finca Villa y, como muchos otros, marcharon hacia Oriente, al igual que las reagrupadas tropas de Chicho Valdés.
El resto de las fuerzas, al decir de Serafín Sánchez, “[...] se regaron por distintos lugares, unos se agacharon en los montes vecinos de Ranchuelo y Nauyú, otros se corrieron hacia La Cunagua y otros a las haciendas al Este de Morón y algunos siguieron con rumbo a Oriente, debido a ello en el tiempo que media entre el 5 de diciembre de 1868 a febrero de 1869, ninguna partida se presentó hostilmente en el territorio de Morón y sus límites de Remedios y Sancti Spíritus.”
Debió aguardarse a febrero de 1869 para que la insurrección tomara nuevos bríos, con la aparición de varios grupos de insurrectos, que activaron la guerra en el territorio moronense.