Disciplina financiera: del dicho al hecho

La disciplina financiera no se circunscribe solo a la puntualidad con que se tramiten los hechos económicos; está anclada, también, a la calidad y la eficiencia de los procesos

Si Yainet Vidal Sardiñas dice que hay problemas con la disciplina financiera en Ciego de Ávila y hace un gesto para cuantificar la magnitud, deberíamos entender que no es un asunto menor y tiene consecuencias a corto, mediano y largo plazos.

La directora provincial de Finanzas y Precios admite, no sin contrariedad, que las informaciones del cierre contable del territorio enviadas al Ministerio mensualmente ―de estricto cumplimiento en la fecha indicada―, en ocasiones, se despachan faltando datos imprescindibles para evaluar el funcionamiento de la economía avileña, por ejemplo, la circulación mercantil minorista.

Este indicador, debemos insistir, es fundamental para el desempeño socioeconómico de los territorios, por cuanto se refiere a las ventas de bienes y servicios en la subordinación local. Descansa, sobre todo, en el accionar de las entidades de Comercio y Gastronomía, y para municipios con menor desarrollo es casi la única fuente de financiamiento de sus presupuestos. Solo en 2019 se dejaron de captar unos 118 millones de pesos por este concepto y las consecuencias se han empezado a sentir en algunas localidades que hoy acusan déficits en sus presupuestos.

Si “abrimos” las cifras de la circulación minorista proyectada para 2020 en Ciego de Ávila, ascendente a más de 1 400 millones de pesos, veremos que el 95 por ciento descansa en lo que sean capaces de “mover” las unidades adscritas al Ministerio de Comercio Interior, en el orden de 130 millones por la venta de materiales de la construcción y otros 500 millones en la gastronomía. Sin el seguimiento periódico y a tiempo de estos guarismos no hay cómo respaldar gastos sociales (salud, educación) sin afectar el equilibrio monetario interno de la provincia.

En consecuencia, no solo la proyección de un año a otro, a nivel de país, precisa información fidedigna y oportuna en una economía planificada y centralizada como la nuestra, sino que la toma de decisiones en la escala provincial y municipal se haría a ciegas si al final de cada mes se desconoce el comportamiento de los principales indicadores.

Por eso cuando la máxima autoridad de las Finanzas en Ciego de Ávila insiste en que los problemas, muchas veces, se dan por cuestiones organizativas, deberíamos entender que no se trata en todos los casos de entidades sin la infraestructura y el recurso humano, dígase sistemas informáticos y departamentos económicos y contables con la plantilla cubierta. Por el contrario, lo presumible ―y comprobable casi siempre― es que se incumplen los procedimientos establecidos en las Normas Cubanas de Información Financiera.

Así, existen entidades que no se enmarcan en la fecha de cumplimiento exigida para el cierre contable (previsto para el último día del mes, nunca antes y tampoco después) y, a su vez, retrasan la entrega a las instancias municipales, definida por resolución para cinco días naturales posteriores. La demora termina por entorpecer los informes que los días 15 de cada mes la Dirección Provincial de Finanzas y Precios emite hacia el Ministerio.

¿Por qué sucede esto? Vidal Sardiñas, con la experiencia de haber trabajado en la base, considera que se debe a irrespetar los principios contables, específicamente el de registro, que establece que “los hechos económicos deben registrarse cuando nazcan los derechos u obligaciones que dichos hechos originen”. De ahí que no hacer conciliaciones diarias de las facturas y no introducir al sistema informatizado los datos en tiempo son solo la punta de la madeja en que se convierten, luego, los cierres maratónicos hasta las 12:00 de la noche en no pocas entidades.

Conciliar, conciliar

Félix Rodríguez Figueroa, presidente de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba en el municipio de Ciego de Ávila, se “sumerge” en el “mar revuelto” de las conciliaciones cuando ponemos sobre la mesa un tema al que Invasor no llega por casualidad.

Hace una década las campanas de la disciplina financiera están sonando al más alto nivel. Ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, en agosto de 2011, el entonces Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, llamaba al “rescate de la disciplina financiera, elevar el papel de la contabilidad, el control interno y el contrato como instrumentos decisivos de la gestión empresarial y la vida económica de la nación”.

Para Félix Rodríguez contabilizar en tiempo y forma los hechos económicos pasa por conciliar cada transacción y cumplir con la letra del contrato. Precisamente este instrumento, con cuerpo legal desde 1978 y modificado por última vez en diciembre de 2012 (cuando vio la luz el Decreto-Ley 304), a más de un lustro de su entrada en vigor, es todavía objeto de discordia, unas veces por exceso y otras por defecto.

Desde las empresas con mercados cautivos que se ponen “super exigentes” con sus proveedores, pasando por el irrespeto a los términos del contrato (incluido dar por envejecida una cuenta a los 30 días cuando el contrato específico establece un plazo superior); hasta la burocracia infinita de tener que renovar el documento cada inicio de año, habiéndolo firmado en noviembre, por ejemplo.

Pero la disciplina financiera no se circunscribe a la puntualidad con que se tramiten los procesos; está anclada, como se ha dicho, a la calidad y la eficiencia. Peor que retrasarse en la información es tener un mal ejercicio de administración que conlleve a sobregiros en los gastos previstos o a ni siquiera entregar la documentación, algo que también sucede.

Las implicaciones de la indisciplina en estos ámbitos no es únicamente de tipo documental, o sea, va más allá de emitir papeles y números. En el reciente balance de la Contraloría Provincial, rectora de la Comisión Estatal de Control ―que integran otros 10 organismos―, correspondiente al 2019, trascendió que persisten problemáticas en entidades del territorio relacionadas con “violaciones de legislaciones, indisciplinas y descontrol administrativo”.

¿Quién duda que estos “ingredientes” sazonen el caldo de cultivo de los posibles hechos delictivos detectados y por detectar en predios avileños? Si la disciplina debe empezar por alguna parte, está clarísimo que debe ser por aquí.


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