Un torrente de voluntad

Es preciso transformar la manera en que hoy se convoca a donar sangre

Cada vez que en mi timeline de Facebook salta alguna publicación de socorro, en la que una persona pide ayuda e implora por un donante voluntario, con un tipo específico de sangre, para salvar a un familiar o a un amigo, no puedo evitar ponerme en sus zapatos, angustiarme y hasta comprobar si soy compatible. Pienso en la desesperación que causa querer y no poder, y en la ironía de que tu vida un día cualquiera pueda depender de la voluntad ajena.

Probablemente, después de haber sorteado tantísimas carencias hospital adentro y de adquirir por otras vías lo que allí escasea, que la sangre sea todavía una de las pocas cosas que no se compran ni se venden en el mercado negro o a través de las redes sociales en Internet resulta un obstáculo infranqueable hasta para el más obstinado.

Sucede que, contra cualquier lógica saludable, desde hace bastante tiempo el Banco Provincial de Sangre y los hospitales del territorio contabilizan el stock mínimo imprescindible para mantener la vitalidad, suplir la demanda del Programa Materno Infantil y salvaguardar la reserva destinada a los códigos rojos. Por eso, decidir cada día quién recibe o no una transfusión es una decisión tan debatida y observada como una cesárea o una operación de urgencia.

De este modo, la poca disponibilidad de grupos RH negativos y las dificultades para captar nuevos donantes han sido el eslabón más débil de la asistencia médica por años. Se ha normalizado que, para interrumpir un embarazo no deseado, practicar una cirugía o compensar enfermedades hematológicas u otras patologías crónicas, familiares y amigos deban garantizar la sangre con antelación.

Sobre el tema Invasor ha vuelto, una y otra vez, contabilizando tristezas y júbilo, como aquel de sobrecumplir al cierre del año 2022 en un 10 por ciento las donaciones previstas. Sin embargo, casi siempre, los números rojos y las historias que pasan de boca en boca no dan margen a exacerbar las alegrías y mucho menos a estar satisfechos.

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Podríamos decir que hay un nudo gordiano alrededor de este asunto que las partes involucradas —dígase organizaciones de masas, instituciones y personal de salud y gobiernos locales— no han sabido desatar por más que ciertas campañas en fechas determinadas movilicen y alivien tensiones.

Faltan atenciones, incentivo y acompañamiento, si lo que queremos es un verdadero movimiento que involucre, comprometa, sume y, sobre todo, permita renovar la nómina de donantes de la provincia, pues ya muchos arriban a la edad límite permitida para hacer extracciones con regularidad en condiciones seguras. Estamos en cuenta regresiva.

Ha llovido bastante desde aquellas emulaciones cederistas que compensaban moral y materialmente a quienes extendían el brazo sin pensarlo dos veces al primer llamado, pero nada impide que, ahora, la atención a los donantes sea un frente de trabajo acompañado y prioritario en cada municipio, donde la autogestión de los gobiernos locales permita tomar decisiones atemperadas a cada contexto para empujar lo que ya no logran a cabalidad las organizaciones de masas.

• En la sistematicidad está la clave 

Tampoco puede faltar la alimentación idónea el día de la extracción y mucho menos la logística para que con periodicidad el Banco Provincial de Sangre y sus especialistas se trasladen hasta los municipios, así al caldo de cultivo de la voluntariedad no habrá que agregarle lo quejumbroso del trayecto.

Experiencias positivas tenemos. Basta pensar en la transformación de barrios, escuelas, consultorios y bodegas a manos de entidades diversas que han puesto trabajo y recursos en función de solventar problemas de antaño. Entonces, ¿cuál será la mejor manera de reconocerlos?, ¿por qué no darles una atención priorizada en dependencia de sus necesidades más sentidas?, ¿cómo transformar el barrio en un espacio de promoción y prevención de salud?

Donar sangre es un sacrificio, un gesto de altruismo y solidaridad dirían muchos, que debe valorarse en su justa medida. Pensemos que hoy es un extraño, pero mañana podemos ser nosotros quienes busquemos y no encontremos.


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