Un derecho del hombre

Desde su apogeo en la década de 1990 hasta la actualidad, el reciclaje en nuestro país ha pasado por transformaciones significativas, marcadas por períodos de gran actividad comunitaria y otros de declive.

A día de hoy, la situación que existe con respecto al tratamiento de la basura es muy compleja, y se han realizado ya varios artículos al respecto. La basura, como es natural, no es del agrado de nadie; afecta la estética y la salubridad de la ciudad. Las causas son bien conocidas: faltan trabajadores comunales, faltan medios para el transporte de la basura, la infraestructura de cestos y contenedores es insuficiente y muchas veces vandalizada, a lo que se le suma un dilatado etcétera de contradicciones y burocratismos.

Sin embargo, por una regla directa: a más reciclaje, menos basura. Pero lo que inicialmente parece simple en nuestro país hoy constituye uno de los principales problemas a resolver.

Desde un punto de vista monetario, el reciclaje puede convertirse en una fuente de ingresos y ahorro significativa en un país cuya economía depende en gran medida de la importación de bienes. Según cifras del Banco Mundial, en 2023, Cuba importó 12,5 billones de dólares, lo que representa aproximadamente el 72 por ciento de su PIB.

En su momento álgido, Cuba lideraba en América Latina en cuanto a reciclaje per cápita. Sin embargo, en la última década, la situación ha cambiado dramáticamente. Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2019, solo el 0,6 por ciento de los residuos generados en Cuba eran reciclados formalmente, lo que contrasta con el 34 por ciento en países desarrollados.

¿Pero cuáles son las causas por las que no se recicla más en Cuba?

Según declaraciones del año pasado del Grupo Empresarial de la Industria del Reciclaje, las múltiples causas se pueden resumir en las siguientes:

- Infraestructuras insuficientes para poder hacer una clasificación de origen de los materiales reciclables desde el hogar, ya que una vez que los productos reciclables se mezclan pierden valor y calidad, haciéndoles difíciles de recuperar.

- Problemas energéticos que afectan los ciclos de recogida de materia prima.

- Bajo nivel de compromiso de la población con el reciclaje. Actualmente solo se recupera el 40 por ciento de los desechos de La Habana.

La mayoría de los esfuerzos de la Industria del Reciclaje en Cuba están puestos en la innovación tecnológica y la inversión en nuevas plantas de reciclaje. Pero este es tan solo el último eslabón de una cadena, que no se halla funcionando desde su base. Más allá de hacer grandes gastos en concepto de inversiones (que a la larga serán necesarios), podríamos encargarnos del punto más importante de todos: crear conciencia.

Existe en la mente del cubano el concepto erróneo de que el reciclaje es cosa de pobres, cuando está demostrado que los países más desarrollados son los que mejor saben aprovechar sus materias primas recicladas, las cuales son consideradas el séptimo recurso del planeta.

En décadas pasadas, se realizaban competencias a nivel de Comités de Defensa de la Revolución (CDR) donde se premiaba al que más reciclaba, fomentando no solo la participación de la población, sino también una conciencia ambiental que era palpable en las escuelas y en la comunidad. ¿Actualmente en cuántos barrios avileños se recoge materia prima de manera sistemática? La recogida de materias primas en las escuelas, que era una buena manera de involucrar a los niños desde edades tempranas en el problema del reciclaje, aunque se continúa haciendo, es inferior a décadas pasadas.

Asimismo, a veces no se trata de una mayor cantidad de recursos, sino de una concentración de los disponibles en compromiso con una prioridad. Debe existir una política a nivel de municipio, provincia y país, y hacer llegar desde cada hogar cubano, hasta la industria correspondiente, la materia prima necesaria para ahorrar en gastos de importación y aliviar la cantidad de basura que deben soportar los vertederos de la ciudad.

Hay que engrasar la cadena desde su base, y hacer que los dirigentes se responsabilicen por crear las vías y destrabar las burocracias que permitan tener una ciudad más limpia y una industria más sostenible.

Según una anécdota de un conocido, de viaje por España, al encontrarse con uno de los magnates de la industria del reciclaje, este le dijo que no pagaba un solo sueldo en concepto de recogida de reciclaje, ¡y añadió riéndose que tenía 47 millones de españoles que diariamente trabajaban gratis para él!

Se puede vivir de la basura, y no a pesar de la basura. El reciclaje debe ser una política de Estado y no una simple alternativa para el ahorro de recursos, y deben crearse las vías para que el ciudadano ejerza su derecho a reciclar. El compromiso con el planeta también debería ser un derecho del hombre.


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