Sin temblores

Aún frescas en la memoria permanecen las impresiones que me causó la reciente visita al municipio de Chambas del Primer Secretario del Comité Central del Partido (CCPCC) y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y de Roberto Morales Ojeda, secretario de Organización del CCPCC. De ningún modo se me pueden olvidar las fuertes críticas de ambos integrantes del Buró Político, más que a la insuficiente producción agropecuaria en una provincia donde abundan las tierras fértiles y el agua (a pesar de la sequía), a la carencia de una estrategia integradora para encarar el futuro, que, en más de un cuadro de dirección, se evidenciaba cuando no encontraban respuestas a elementales indagaciones acerca del diagnóstico que, de la mano de la ciencia, indique cómo eliminar los precios abusivos y especulativos, los rendimientos por hectárea de uno u otro cultivo, o sobre el programa enfilado a incrementar las entregas de vegetales en los organopónicos, entre tantos ejemplos.

En un intento reiterado por lograr que cada cual haga lo que le corresponde, y que en el último bienio ha incluido encuentros semanales —sin los frutos esperados—, para evaluar el comportamiento de los principales indicadores de la producción y los servicios, las máximas autoridades del territorio perfeccionan un sistema de trabajo que, a camisa quitada, involucra a cientos de cuadros políticos, gubernamentales y, de modo especial, de la Agricultura, cuyo aparato administrativo sobresale por su profusión de plazas y estructuras, y, en más de una ocasión, lamentablemente, por su inoperancia.

Es obvio que, ante los imperativos de la crisis multifactorial que afecta al país, y reducidas, de manera considerable, las posibilidades de ayuda externa, corresponde cumplir con su deber, a la altura de lo que necesita un pueblo cuya nobleza no admite parangón, a todo aquel que ocupa una responsabilidad en cualquier frente.

No son tiempos para darle cabida a la falta de exigencia y consagración, ni para que el silencio, las evasivas, la indiferencia y los tartamudeos colmen la paciencia del más ecuánime.

 reunionFilibertoEl gobernador de la provincia criticó el inconsecuente respaldo del sistema de la Agricultura a las autoridades provinciales y municipales, encargadas de multiplicar y organizar los destinos de la producción de alimentos

Sin embargo, el último chequeo, efectuado el pasado sábado en la Empresa Genética Turiguanó, evidenció más de lo mismo: cuánto lastran las fallas organizativas al sistema de la Agricultura, al punto que faltó claridad y consenso informativo en la rendición de cuenta semanal de la demanda de comida por municipio, cuánto se ratificó en los campos y qué cantidad realmente se tributó a los consumidores; sin obviar que una vez más se adoleció de un chequeo de acuerdos como lo exige un encuentro de estas características, en el que se supone que nada deba quedar a merced de la espontaneidad, la improvisación y la superficialidad.

Entiendo que el mandato que, de manera resuelta y clara, pronunciaron entonces Julio Heriberto Gómez Casanova, primer secretario del Comité Provincial del Partido, y Alfre Menéndez Pérez, nuestro gobernador, no admite demoras. Es el ahora o nunca para quienes hoy tienen la obligación de que los alimentos sean contratados donde se producen, y después, comercializados y distribuidos a precios asequibles a los bolsillos de avileñas y avileños, con apego estricto al orden y la legalidad.

Es el toque a rebato de estos días, que, sin temblores, apela, como lo hiciera en otras circunstancias Ignacio Agramonte, a la vergüenza de todos y cada uno de los que están ungidos con el manto del compromiso con el pueblo. Este pueblo al que se tiene el deber y la obligación moral de representar, proteger y conducir por la senda de una prosperidad que ahora mismo parece haberse ido a paseo, cuando los que no hacen se salen con las suyas.


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