Otro verano que se va

Cuando llegan a su fin los días de verano, vale la pena reflexionar acerca de las luces y sombras de esta etapa, y sobre cuánto más pudo hacerse en nombre de la sana recreación y el disfrute de grandes y chicos. No obstante, hay que partir de una obviedad: este fue el verano que pudimos tener, y no el que quisiéramos haber disfrutado. Las cosas, como son.

En medio de las carencias, garantizar ofertas atractivas y no muy costosas para la población puede resultar un ejercicio sumamente difícil… ¡y no es para menos! Pero siempre se puede un poco más, y urge tomar nota de las deficiencias de hoy, para que a la próxima nos vaya mejor.

También es cierto que en Ciego de Ávila ―¿y en el resto de Cuba?― acumulamos deficiencias en materia de cultura y recreación. Como “Regalado murió en el 80”, no abundan opciones de calidad, que sean además asequibles al bolsillo de las capas más humildes de la sociedad. Precisamente, en los espacios vacíos dejados por las instituciones estatales ―sobra recordarlo― florecen todos aquellos fenómenos negativos, que luego terminan en asombros y lamentos.

Sin embargo, no solamente los barrios vulnerables ―y a veces desatendidos― se encuentran en desventaja. Las comunidades rurales, que son mayoría en Ciego de Ávila, también enfrentan esos desequilibrios de desarrollo socioeconómico.

Tanto en verano como en el resto del año, las oportunidades de esparcimiento se notan enormemente dispares, al comparar al campo con los centros urbanos. Y no tendría por qué ser así: al menos no en una provincia agrícola.

Por último, toca referirse a las edades. Allí también hay grandes reservas por explotar. Si bien es comprensible que la mayoría de los esfuerzos orbiten en torno a la niñez y la juventud, hace falta poner mayor énfasis en los adultos mayores, pues ellos también tienen derecho a disfrutar el verano.

¿Con qué opciones recreativas cuenta hoy un abuelo de cualquiera de nuestros barrios? ¿Se piensa en ellos a la hora de programar las actividades de la etapa estival? Si sus gustos pueden ser satisfechos con menos recursos, ¿por qué es tan difícil encontrar opciones destinadas a la tercera edad? Hay olvidos imperdonables, que nos pasarán factura tarde o temprano.

Ah, por supuesto, termina el verano, pero no la necesidad de espacios recreativos, que nos ayuden a desconectar, al menos un par de horas, de los percances de la vida cotidiana. Esos ambientes hacen falta los 12 meses del año, y resultan importantísimos para los jóvenes y para aquellos que ya no lo son.

Ojalá se mantengan y amplíen.


Escribir un comentario


Código de seguridad
Refrescar