Una investigación cultural sobre “La historia del arte avileño” registra conformaciones de la identidad cultural
Dana María Gómez Sánchez Monumento al Dr. Roberto Martínez Reyes, hijo y benefactor de Ciego de Ávila (1941), por cuestación pública“La historia del arte avileño” constituye una respuesta a la convocatoria del Departamento de Investigación del Sectorial Provincial de Cultura desde 1992. El estudio sistematiza el comportamiento artístico de la provincia a través de la historia; o sea, se identifican y reconocen las artes plásticas en cada período.
Por ello, se apeló a la profundización no solo de la teoría de la cultura y el arte, sino, también, a algunos prepuestos arqueológicos, creando una metodología. La investigación exigió actualizaciones para la adecuada interpretación del quehacer artístico en su contexto.
Se aplicaron, además, entre otros aportes, los pertenecientes a los investigadores Luis Álvarez Álvarez y Hernán Venegas Delgado, en relación a Circunvalar el arte y cuestiones sobre La región en Cuba, respectivamente.
El arte avileño, y su desarrollo está vinculado a las demarcaciones territoriales, división político-administrativa, pero, definitivamente la diáspora sobrepasa el “límite”.
A continuación se muestra una síntesis de las definiciones artísticas durante la historia —impulsadas por el arribo foráneo—, las cuales fueron interpretadas por los condicionantes de la localidad.
El trabajo atiende la cultura proveniente de las poblaciones nativas antes de la llegada de Colón (cultura precolombina) y sus exponentes. Residuales arqueológicos hallados en distintos sitios de la Región Arqueológica Centro-Oriental de Cuba, evidencian cómo los pobladores elaboraron implementos necesarios para la subsistencia: utensilios, herramientas, entre otros elementos, y constituían actos de experimentación en los materiales usados.
El sitio Los Buchillones proporcionó piezas en madera: cemíes (divinidades), dujos, espátulas vómicas, bandejas de ofrendas, y componentes de viviendas. Parte de esa colección demuestra diversidad escultórica, reiterándose algunos aspectos formales y definiendo la existencia de una unidad estilística. Se distingue, por su elevado nivel expresivo, el Ídolo de la Fertilidad.
Los procesos artísticos que, durante la colonización española, se transculturaron con los valores originarios, así como con los componentes afro y chino, fraguaron soluciones y prácticas.
La Iglesia como centro del territorio conquistado promovió imágenes simbólicas del catolicismo: primero, una imagen de bulto de la Virgen de la Caridad del Cobre, dato consignado en documento archivístico; segundo, una referencia pictórica de San Eugenio de la Palma, mártir de Toledo (España), patrono de Ciego de Ávila.
Si bien la religiosidad del lugareño tuvo incorporaciones, también la construcción de la fortaleza militar Trocha de Júcaro a San Fernando (Morón) aportó, pues trajo una amplia utilización del dibujo: croquis y proyectos, realizados por ingenieros militares de la Península; el ejercicio periodístico reveló escenas del trabajo en aquella obra, lográndose una fotografía de valor testimonial, por Cotera.
Aunque conocimiento y producción respondían al mando español, la mano de obra aprehendió cuestiones del oficio, las que, de un modo, u otro, empujaron el dominio de materiales como la madera y el metal, ejercicios previos al incipiente debut de la herrería y orfebrería locales.
Durante la nueva colonialidad hubo entrada del pensamiento anglosajón; no desapareció del todo la impronta hispana, mas hubo profusa concentración escultórica —principalmente en áreas conmemorativas—, por la Pennino Marble Company; avanzada la primera mitad del siglo XX, prevaleció la creación en mármol relacionada con la muerte, debido a la diseminación de las Casas Marmoleras de Italia en el país.
Inmersa en la acción del mármol, Ciego de Ávila nucleó, por causa del cementerio, a contratistas, lapidarios y marmolistas, entre los cuales se apunta el popular José Romero, quien asumió todo tipo de encargo.
El marcado acento neoclásico de la escultura legó su impronta a través de la presencia de diversas imágenes que, al reiterarse, se convirtieron en estereotipos: Sagrado Corazón de Jesús, ángeles.
También se encuentran adminículos propios del repertorio cementerial: lápida, libros, jarrones, jardineras, portarretratos, lámparas y algunos cojines. De todo esto sobresalen las esculturas signadas por la apariencia seráfica.
En esa misma época, pero en la década del 50, algunos aficionados a la pintura se dedicaron al género paisaje, y algunos de ellos también incursionaron en retrato y naturaleza muerta. Pero, en ese ámbito, el versátil Miguel Ángel Luna, además de incursionar en las formas de pintar antes enunciadas, desarrolló una auténtica pintura comercial —aplicada a varios soportes y repertorios—.
Otras firmas acompañaron a Luna: Florinda Monzón, René Rodríguez, La Cancio, Cicero, Carlos M. Bravo, Reinaldo González y Abel Denis.
Las transformaciones de la Revolución cubana, favorecieron la conformación del Movimiento de Artistas Aficionados, con la afición republicana, a raíz de la Primera Gran Exposición de Pintura (11 de abril de 1960), y posteriores ingresos.
De esta manera surgió la educación artística con sus modalidades desde la formación elemental hasta la superior. Horneadas de artistas graduados configuran, desde aquel comienzo, el panorama artístico-visual y a pesar de las particularidades generacionales e individuales, es evidente la proliferación de exponentes en diferentes géneros, escuelas y tendencias.
La década de los ochenta contó con la dinámica actuación de los aficionados en general, pero se indagaron presupuestos estéticos de la vanguardia artística cubana (Servando Cabrera, Potocarrero…) y, por ende, recibieron enseñanzas, gracias a las cuales, emergieron lenguajes propios, por ejemplo Noel Buchillón (Morón) —aficionado otrora—, convertido en referente de su época.
Insignes artistas: Maykel Mena y José Ramón Benítez Vieyto (Escuela Nacional de Arte), así como Nelson Gómez Madero (Academia San Alejandro), gozan de un exuberante curriculum vitae porque, además, de la riqueza morfoconceptual de sus obras, están preñadas de significativa carga de resistencia cultural durante y después del “período especial”.
Imágenes clásicas, iconoclastas, naif, entre tantas derivaciones, engrosan el desempeño creativo identificado con las realidades avileñas hasta hoy.
Paulatinamente, el registro del creador fue creciendo, tanto en calidades artísticas como en la promoción de las mismas. Algunos resultados investigativos lograron exposiciones internacionales (personales y colectivas).
Es válido mencionar el recorrido de una muestra avileña, junto a otros nacionales y canadienses, en Fusión Cuba-Canadá —itinerante (2002-2003) por los centros culturales más importante de aquel país—, reconociéndose y confirmándose la diversidad, riqueza expresiva e identidad cultural del terruño.