Las familias no son las de antes, y qué bueno
Por Amanda Tamayo Rodríguez
De mi generación hubo pocos niños y niñas que hablaran tanto, de cualquier cosa y delante de todos los adultos y las visitas. Así que cuando tenía cerca de siete años, y mi abuela paterna, bióloga, me explicó que las gallinas sí tienen riñones y, por tanto, orinan muy a menudo, la consabida frase de “los niños hablan cuando…” tuvo para mí un sentido completamente opuesto al que pretendían los mayores. Les salió el tiro por la culata, y ahora es que vengo a relacionar el dicho con el modelo de crianza de quienes lo inventaron.
Desde esos años inocentes una empieza a darse cuenta de que los padres no tienen buena memoria. No recuerdan que gritaban o que dieron “algún manotazo”. Y es natural, lo que para los adultos es apenas una de sus tantas obligaciones, criar, para los niños son enseñanzas que definirán el desarrollo emocional de una vida entera. Los hijos sí recordamos.
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Ahora que el proyecto de Código de las Familias genera todas las resistencias posibles para dejar el modelo de autoridad de los padres, y quienes se resisten imaginan un futuro de niños “autogobernados”, me he puesto a pensar en cómo ha cambiado el modelo idílico, cuál es la alternativa por la que deciden guiarse muchos padres y tutores de hoy.
El hogar
Lo primero que señalan los expertos es el cambio de tendencias en la ocupación de los hogares.
La independencia económica de las mujeres, la emigración, el envejecimiento poblacional y el predominio de las uniones sobre los matrimonios han tenido alto impacto, según estos datos del Centro de Estudios de la Mujer y la Revista Cubana de Psicología:
—Casi la mitad de los hogares están encabezados por mujeres. Cuando mi abuela tenía mi edad, así era solo en el 14,2 por ciento.
—Solo en uno de cada tres hogares hay menores de 15 años, y en cuatro de cada 10 hay un adulto mayor. Mis abuelas tuvieron más de siete hermanos.
—Hay cada vez menos hogares extensos y compuestos, más unipersonales (principalmente de ancianas viudas). Casi la mitad son nucleares (convive una sola familia) y la cuarta parte es de monoparentales.
—Aproximadamente la mitad de los menores de 17 años tienen padres divorciados y conviven principalmente con la madre.
—El 30 por ciento de los niños y adolescentes convive solamente con los abuelos. Los vínculos de la madre y de los abuelos (principalmente la abuela materna) son mucho más estables e importantes que el del padre biológico.
—Casi el 90 por ciento de los hogares tiene entre uno y cuatro miembros. Los numerosos son ahora la excepción.
—La mayoría de los jóvenes en edad reproductiva y con pareja viven con su familia de origen o la de la pareja.
—La fecundidad en la juventud se mantiene por debajo del remplazo, y la edad media de reproducción oscila sobre los 26 años en las mujeres. Las madres universitarias son las que retrasan el promedio.
Si miramos atrás, o buscamos el álbum de fotos en sepia, lo veremos claro. De las familias numerosas a las monoparentales y hogares pequeños, de los hermanos “de madre y padre” a los hijos de diferentes matrimonios, de casarse a los 18 a quedarse en casa con los padres. De parir a los 20 a posponerlo por estudios, trabajo, solvencia económica y emigración.
Salta a la vista que un par de generaciones de adultos no fue criado por familias tradicionales.
¿Pero significa eso que fueron educados de otra forma? ¿Influye en que lo hagan ellos diferente?
El modelo
Un estudio titulado Familias cubanas en transición: polémicas, enfoques y desafíos, de la Doctora Rosa Campoalegre Septien, concluye en que el modelo cubano transita desde el tradicional a uno emergente.
Por tradicional entendemos patriarcal, con un núcleo típico, compuesto por padre y madre heterosexuales. La jefatura del hogar masculina, con un padre dedicado a proveer económicamente y una madre dedicada a los cuidados. Y recalca Rosa que su estilo de crianza se basa en la autoridad.
Poco a poco, avanza una familia pequeña pero intergeneracional, que incluye a abuelos, con una jefatura de hogar femenina, dado que las hijas usualmente permanecen en casa de los padres para proveer cuidados, y a su vez mantienen la guarda de los hijos en caso de divorcio. El estilo de crianza es más participativo, y menos centrado en la obediencia al padre.
Algo así resulta de preguntar qué funciones o roles tienen los miembros del hogar a padres, madres y tutores de diferentes edades.
Katya Roldán Contreras y su esposo tienen 40 y 45 años, respectivamente. Un hijo de nueve. Katya es psicóloga y una convencida de la crianza respetuosa. Pone de manifiesto que una vez que eliges criar así no es un camino sencillo, pero sí reconforta. “Lidiar con el estrés cotidiano no siempre es fácil, pero eso no justifica nunca la violencia y muchas veces los padres nos enfadamos, gritamos y no escuchamos a nuestros hijos”.
👩👦👦👨👧👦❤️ No, la crianza respetuosa no hace adultos más débiles. Si crees esto, la miras desde tu resistencia al...
Posted by El Código SÍ suena on Friday, April 8, 2022
No fue así como ella aprendió. Familia de origen grande, “ahora quedamos muy pocos”. Vivió con los abuelos hasta hace par de años, y todavía le parece escuchar a su abuela decir que “a los muchachos no se les da explicaciones”. Es de las cosas en las que no se quiere parecer a sus mayores; por mucho que sí quiera enseñar “la honestidad, la honradez, la solidaridad, la empatía”, la costumbre de ayudar y de saludar siempre a los vecinos.
“Inconscientemente uno repite las pautas de crianza con que lo educaron, y sí que a veces siento que soy como mi abuela y peleo mucho; aunque ella era ‘de mano rápida’ y yo intento controlarme siempre. Soy muchas veces sobreprotectora, me cuesta separarme de mi hijo; sé que es mi manera de suplir las carencias de mi infancia porque no fui criada por mis padres y eso marca”.
Pastor BatistaCriar a niños y niñas con el mismo afecto, principios y deberes
Sigo preguntando y obtengo respuestas muy parecidas. Yuleidys Zurita, actriz, de 39 años, y su esposo, de 36, comparten a partes iguales las labores de crianza, cuidados y economía del hogar. Viven solos, con un hijo, pero hay un abuelo muy cerca de la ecuación.
“Como madre me parezco un poco a mi madre y padre, a los dos. A mi madre en lo sobreprotectora y a mi padre a la hora de inculcar valores. No me parezco a mi madre en que no le prohíbo cosas a mi hijo así no más, siempre le explico el porqué; y a mi padre no me parezco en lo ‘despegado’. Es un excelente padre, pero nunca me ha dado un beso”.
Más joven aún es José Ángel Guevara, realizador. Él y su esposa tienen 29 años, están casados legalmente y viven solos, esperan un bebé.
“Hemos hablado mucho sobre cómo queremos educar a nuestro hijo cuando nazca, muy pronto, en respeto, tolerancia, cariño, bondad, honestidad, con juegos y canciones tradicionales y de nuestra época. No quitarnos la razón frente al niño ninguno de los dos, intentar una alimentación saludable dentro de las carencias y los costos de los alimentos… Los dos somos maestros, o sea que conocemos bien el papel que debe jugar la escuela junto con la casa para el bienestar psicosocial”.
Entre todo lo que para José es importante como padre están las reflexiones de lo que no quiere repetir, los rasgos típicos de la masculinidad clásica: temperamento fuerte, impulsivo, ser “bruto” para expresar los sentimientos. Aclara, “mi papá es un buen ser humano”, pero ahí se queda esa conducta.
No solo madres y padres han cambiado. La suerte para los niños es doble cuando los abuelos y abuelas también han emigrado al nuevo modelo. Así Rocío y Roger no tienen solo a la abuela Aimé Ramírez, sino también a la abuela Yamila Ferrá, maestra y compañera de vida de la abuela ‘de sangre’, que les está escribiendo un libro. Y, además, los educará para saber que el amor no puede encorsetarse en un solo diseño, por más que le llamen original.
PastorLos abuelos también cuentan, y cada vez más
Si las familias han cambiado, y es para que los padres también den besos y vayan a las reuniones; si es para que las madres no sean las únicas que cocinen y limpien; si es para escuchar la opinión de niños y niñas acerca de sus necesidades y deseos; si es para que los abuelos y abuelas también cuenten como tutores; y, además, para que un cuerpo legal pueda amparar y proteger todo lo diversas que son, no queda dudas. Es una suerte.
• Preguntas comunes sobre el Código de las Familias