Bien sé que, en materia de competiciones deportivas, los resultados son los que dicen la última y mejor palabra, pero, aunque desentone, con lo que leo y escucho después de la derrota, este equipo Cuba me gustó y llenó mis expectativas en cuanto a nivel de juego.
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Allá los que siguen detenidos en el tiempo, cuando Cuba jugaba ante conjuntos de inferior calidad y los triunfos y las alegrías eran casi seguros. No es lo mismo enfrentar a rivales aficionados que profesionales. No obstante, comprendo a quienes sueñan con aquellos éxitos.
Esa verdad no debe traer consigo el aceptar las derrotas como lógicas. Este mismo equipo tenía los ingredientes necesarios para un mejor resultado y corresponde ahora a los federativos analizar en qué se erró y qué se pudo hacer mejor.
No voy a comparar a nuestro equipo con Canadá o Venezuela —se lo dejo de tarea a los que gustan de ello—, pero lo que sí es una verdad es que ante ambos se perdió por una sola carrera con una defensa que jugó de manera hermética. Fueron diez anotaciones las que fabricó la ofensiva, pero lastimosamente falló el pitcheo abridor.
Sutilezas tácticas y estratégicas pueden mencionarse muchas, pero he sido enemigo de jugar a “director de equipo después del out 27”. ¡Qué fácil decir ahora que no debieron abrir Lázaro Blanco ni Juan Carlos Viera! El mentor Armando Ferrer los anunció desde hace más de una semana y no vi ni un solo comentario adverso a esa decisión.
Pero el béisbol cubano, más que críticas por esta o mas cual derrota, está urgido, no solo de cambios, sino también de decisiones. No hay explicación, por ejemplo, del por qué algunos peloteros con contratos en ligas extranjeras sí pueden ser llamados al equipo y otros no.
Si por decisiones estratégicas, o de principios, no se autoriza aquí una Liga Profesional, entonces no queda otra que dedicar mucho más recursos y estímulos en nuestras campañas beisboleras. No olvidemos que la mayoría de los rivales de Cuba tienen sus ligas, por lo que los integrantes de sus escuadras nacionales tienen un fogueo competitivo de mayor nivel.
Y por último, termino con la frase que da título a estas líneas: no está en crisis el béisbol cubano. Si lo estuviera no tendríamos a tantos peloteros que hoy brillan en las Grandes Ligas de Estados Unidos. ¿O no es allí donde se juega el mejor béisbol del mundo?
Aunque parezca obvio, no estaría mal en insistir: esas luminarias del deporte de las bolas y los strikes se formaron en nuestras Escuelas Deportivas. ¿De qué crisis se habla? Por cierto, y solo para llamar a la reflexión: ¿habría crisis en el béisbol estadounidense si su equipo ahora no clasifica?