No creo que para llamar la atención en un asunto bastante serio del deporte de la provincia, tenga que extenderme más allá de una cuartilla, máxime cuando, con anterioridad —el pasado 29 de agosto—, cuestioné las consecuencias que pueda traerle al futuro del béisbol avileño.
En aquella oportunidad, alerté: "Por momentos, he llegado a creer que algunos piensan que los actuales Tigres serán eternos y que la inmensa mayoría de sus actuales integrantes no se formaron en la mencionada instalación".
Es increíble que, a pesar de aquel llamado, el campo beisbolero de la EIDE Marina Samuel Noble continúe en un estado que casi es imposible que los equipos, escolar y juvenil, de la referida institución, puedan prepararse para sus respectivas lides.
El olímpico Danny Miranda, quien se encuentra al frente del equipo de la categoría 15-16 años, confesó a este redactor que la altura de la hierba impide que los jóvenes atletas desarrollen habilidades a la defensa.
Después de la publicación de marras, era de esperar que se iniciarían algunas labores para que en la venidera campaña, tanto escolar como juvenil, el campo deportivo de esa academia pudiera ser anfitriona y no tener la necesidad de que los choques se programen para los municipios, con el consiguiente gasto de combustible y de incomodidad para los atletas.
Pero, al parecer, ni lo uno ni lo otro. Las labores constructivas se han paralizado, como también el necesario acondicionamiento del terreno, lo que hace casi imposible entrenar en tales circunstancias.
Ojalá, ninguno de los invitados al Juego de las Estrellas haya presenciado tales condiciones en la principal academia beisbolera de Ciego de Ávila. Quien la ve, no tiene que escuchar discurso alguno sobre el apoyo que se le da a la pelota en este territorio.