Danny Miranda: “Mi objetivo es dirigir el equipo Cuba”

El campeón olímpico Danny Miranda es el nuevo director del equipo de béisbol Tigres de Ciego de Ávila. Esta es una entrevista de cuando no estaba en los planes esa responsabilidad, pero sí latía la ambición

“Danny, calienta, que vas a entrar a jugar”. Higinio Vélez, el director del equipo Cuba, se vira hacia el dogout y le habla a Danny Miranda, después de que el inicialista Antonio Scull no capturara un lance con las bases llenas en el juego semifinal contra Canadá.

“Ya estoy listo”, respondió el avileño, al que sería el llamado a su gloria en el deporte de las bolas y los strikes, porque al final Cuba superaría 8-5 a Canadá y luego, por la medalla de oro, 6-2 a Australia. Era 2004 y Cuba ganaba en Atenas su tercera (y hasta ahora última presea dorada en el béisbol olímpico).

“Siete u ocho de los bateadores canadienses eran zurdos. Cuando llegué al hotel me vi los hematomas en todo el cuerpo. Eran enormes. Ese día me podía ponchar, lo que no podía pasar era perder ninguna pelota, las tenía que frenar como fuera. Había que matarme ahí”, dice Danny, casi 20 años después, con similar euforia a la de entonces.

“Esa medalla de oro es lo mejor que le puede suceder a un deportista que nació en Las Palmas, cinco kilómetros de Fallas (municipio de Chambas) para adentro”. No descubrió que el bate era una extensión de su cuerpo hasta después de practicar atletismo y voleibol. Al decidirse por la pelota lo captaron directamente para una pre-EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva Escolar) en Chambas y ese mismo año hace el grado en el equipo Ciego de Ávila y también la preselección nacional de la categoría 10-12.

En sus primeros años, el buen desplazamiento y la rapidez prometían un jardinero talentoso. Sin embargo, al integrar el equipo Cuba de la categoría 13-15 años, se invirtieron los papeles. “A los del centro nos concentraron en Villa Clara. Para un juego dan la alineación y aparezco como receptor. Le digo al entrenador, ‛profe, yo no soy cátcher, soy center field’. Y me responde que me habían anotado como cátcher y que eso no se podía cambiar. Ese año fui cátcher de equipo Cuba sin nunca haber jugado en esa posición”.

Un “pass ball” en su trayectoria, paradójicamente, fue ascender a la Serie Nacional de primera categoría como receptor, pues coincidió con Roger Machado

“Creo que el error más grande que cometí en mi vida deportiva fue irme para primera base. Lo hice para que el equipo se redondeara y saliera adelante, pero a mí me perjudicó mucho. Los que juegan la primera base son de los mejores peloteros de Cuba, casi todos son terceros, cuartos o quintos bates. No fui un pelotero tan alto ni corpulento como los de esa posición. Entonces, para hacer después un equipo Cuba tenía que disputarlo mucho”, explica quien, menos el campo corto, defendió todas las posiciones dentro de un diamante e, incluso, lanzó alguna que otra vez.

“Para la receptoría tenía muy buen brazo, no era mal fildeador, podía haber hecho más”, añade con cierto dejo de remordimiento. El hecho de discutir la titularidad con Machado lo obvia: “Yo me hubiera quedado como cátcher. Me gustaría poder virar a años atrás”.

En un estado similar al de Roger estuvo Miranda cuando Yogey Pérez llegó a los Tigres, aunque entonces las diferencias eran notables. “Cuando Yogey Pérez llegó yo era campeón olímpico, había dado ese año bastantes jonrones, era el cuarto bate del equipo, no era un improvisado. Cuando yo llegué a la Serie Nacional, Roger estaba empezando, no tenía ese alto rendimiento. No fue igual”.

Esa situación con el otro inicialista avileño fue uno de los motivos de su retiro del béisbol activo en 2008, con solo doce temporadas acumuladas, línea ofensiva de 290/ 376/ 408/ 804, 88 vuelacercas y 542 carreras impulsadas. “En los últimos años no la pasé bien en el equipo. También querían que volviera a la receptoría y no lo podía hacer por dolores de columna. Me dijeron que era mentira y al final fue un tumor de treinta y pico de libras que no me permitía rendir como antes ―fue operado con éxito en el Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgicas mucho tiempo más tarde, en 2019, al correr gran peligro su vida―. Ya no era el Danny rápido, el swing no era el mismo. El tumor me fue quitando habilidades. No sabía nada, pensé que era gordura”.

Aunque sus estadísticas en postemporadas fueron notables. Por ejemplo, en la de 2004 promedió 462 (13-6) y la de 2005-2006 promedió 550 (20-11). Nunca alcanzó a ganar el título, como sí lo hizo la manada de Tigres por primera vez en la LI Serie Nacional ante Industriales.

“En mi momento era más difícil. Jugábamos contra Santiago de Cuba en la temporada regular y muchas veces abría Vera y le entrábamos por los ojos, también nos derrotó. Analicemos cuando empezábamos ganándole: salía Vera, entraba un relevista sin tantos resultados y dábamos nocaut. Ahora, en play off, cuando explotaba Vera, venía Bicet y después otro de tremenda calidad y así. La batería era la del Cuba. Ese equipo Ciego tuvo el mejor resultado, pero no más calidad que el que yo integré”.

A Danny Miranda ni la cercanía con la muerte lo logró desprender del béisbol. Primero entrenó categorías inferiores y seguidamente a mujeres, hasta ser el director de la selección Sub-23 de la provincia y asumir esa posición difícil, porque parte de ese plantel juega en la Serie Nacional. “Después de las tres coronas de los Tigres es gran compromiso mantener esa tradición de los últimos años”.

“Está de moda decir que las derrotas son culpa de la base, sin mirar ni buscar soluciones a problemáticas que afectan el desarrollo del béisbol en Ciego de Ávila: En la EIDE el terreno no está en buen estado. Y, además, los recursos escasean: bates, pelotas, guantes. Los peloteros de la EIDE juegan muy poco. No se utilizan casi lanzadores en los torneos nacionales porque necesitas ganar y pones a los mejores abridores y relevistas que tengas. En resumen, se desarrollan 4 o 5 pícheres del equipo. Hay que topar mucho más.

“Igualmente es cierto que hay que llevar más entrenadores de experiencia para esas categorías. Casi todos se quieren quedar en el equipo que juega la Serie Nacional. Esto se puede deber a la motivación, a los deseos que tengan de hacer avanzar el béisbol, pues es difícil escalar como entrenador desde la EIDE hasta la Serie Nacional”.

Danny Miranda, pudiera decirse coloquialmente, se las sabe todas, o casi todas, para no absolutizar. Los años sobre la grama y a la sombra, en el banco, le sirvieron para crear una filosofía bien fundamentada: “Es un error pasar de pelotero a director. No todo el que fue buen jugador va a ser de la noche a la mañana un buen director. Es importante obtener experiencias desde otras categorías. Cuando diriges a los Tigres los errores que cometes son grandes, porque estás en lo máximo del béisbol cubano”.

El turno de tomar decisiones arriesgadas llegó hace menos de un mes. Una vez consultado por la Comisión Provincial de Béisbol y las máximas autoridades del Deporte, debe haber recordado aquel día en que Higinio Vélez le indicó sustituir a Antonio Scull en una semifinal olímpica. De cierta forma, se había estado preparando para este momento: dirigir a los Tigres en la LXIII Serie Nacional.

“Como cualquier hombre tengo aspiraciones. Necesito escalar constantemente si me lo gano con esfuerzo. No me conformaré con llegar a ser el mánager de los Tigres. Mi objetivo es dirigir el equipo Cuba”. 

Nota: Esta entrevista forma parte del ejercicio de culminación de estudios del autor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2021). Ha sido editada y publicada con motivo de la designación de Danny Miranda como director de los Tigres avileños.


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