Tan pronto se anunció la participación de Cuba en la tercera edición de la Copa Mundial de Béisbol Sub-23 WBSC, no lo pensaron dos veces especialistas locales para insinuar la posibilidad de escalar al podio, y algunos son aún más atrevidos, y dicen que tal vez asciendan al peldaño más alto.
No se trata ya del aficionado que no deja de soñar en grande por su equipo Cuba, ese que le dio tantas alegrías en el anterior siglo, sino de “conocedores” de nuestro pasatiempo nacional, quienes insisten —y dale con lo mismo— en que las actuales escuadras de la Isla son siempre favoritas en cualquier certamen del orbe.
En mi caso, prefiero andar con los “pies en la tierra” y reconocer que son otros tiempos los que corren para el béisbol cubano. Y que conste, en mi apreciación no solo pesa que ya se lidia contra rivales profesionales, sino que se compite en desiguales condiciones.
Porque otro sería este equipo Cuba de no existir la desaforada fuga de peloteros hacia el béisbol de las Grandes Ligas. Imaginen que, en su nómina, al menos, aparecieran estas tres figuras: Yordán Álvarez, César Prieto y el avileño Luis Robert, por solo citar tres ejemplos de las decenas que podría escribir.
Por eso no me canso de reafirmar que el béisbol cubano no está en crisis, como más de una vez leo y escucho, pues de ser cierto no estarían hoy en organizaciones de las Grandes Ligas estadounidenses más de 150 peloteros que se formaron en nuestras escuelas deportivas.
En 2019, el entonces presidente Donald Trump rompió el acuerdo entre la Federación Cubana de Béisbol y las Grandes Ligas de Estados Unidos (MLB), el mismo que favorecía a los peloteros cubanos para que no tuvieran que salir de su país con miras a insertarse en aquella pelota.
Por eso, y otros motivos, ahora son 86 los jugadores de aquí, entre las edades de 20 y 25 años, que militan en organizaciones de la MLB y que, por ley de aquel país, tienen que residir fuera de Cuba para cumplir sus sueños de jugar allí. Quince de ellos son oriundos de Ciego de Ávila.
Tampoco se trata de que el conjunto que dirige Eriel Sánchez carezca de suficiente potencial para aspirar a un buen resultado, porque, no por gusto, los propios cazatalentos afirman que Cuba “es una fábrica de hacer peloteros”.
Con lo que estoy en desacuerdo es con el darle la etiqueta de favorito por el simple hecho del indiscutible historial deportivo de 30 años atrás. No es lógico que así sea, si se tiene en cuenta la sequía de títulos de las últimas décadas.
No obstante, los integrantes de este equipo viajaron a México con ánimos de romper ese maleficio. El propio jardinero avileño Yuddiel González me confirmó, poco antes de partir, que el colectivismo y los deseos de ganar serán las principales armas del conjunto que no pudo debutar por causa de la lluvia este jueves ante el elenco de República Dominicana en Ciudad Obregón, urbe del estado mexicano de Sonora.
Este periodista, tal vez como nunca, estará pidiendo “al aquí y al más allá”, que una soberbia labor de nuestros muchachos, por esta vez, convierta su pronóstico en un fiasco. Les juro que así lo deseo.
Ahora bien, el problema se resolveria permitiéndole a los "cimarrones" vestir el traje de las cuatro letras queridas, la C, la U, la B y la A, y se acabaron los problemas de, la pelota cubana y los "conecedores" que no son "conocedores" que se vusquen la vida en otro PLATO, alguno conseguira una fuente y otros si consiguen un platillito seran dichosos