Aníbal, la utopía y una próxima entrevista

Uno de los mejores exponentes en la historia del ciclismo en Ciego de Ávila recorre otra vez la extensa ruta de sus éxitos como atleta y entrenador

Al desaparecido Roberto Castañeda, uno de los mejores entrenadores avileños de todos los tiempos, un buen día —¡poco más de tres décadas atrás!—, le pregunté si le faltaba alguna cualidad para mejorar su labor profesional como entrenador de ciclismo, y no tardó en responderme: “con la sangre fría y la ecuanimidad de Anibita, me sentiría más capaz”.

Aníbal Torres Pino ha pedaleado mucho, tanto en las carreteras como en la vida, desde que aquel 19 de febrero de 1977 se subiera por primera vez a un podio —fue tercero— en la sexta etapa de la XII Vuelta Ciclística a Cuba, pero sigue teniendo la parsimonia que necesitan los que están apremiados de tiempo.

“No tardé en darme cuenta que la desesperación era una gran enemiga del ciclista cuando un ponche o un percance, en medio de la etapa, obligaba a detener el pedaleo. A veces entrenadores y mecánicos, de tanto querer terminar con prontitud, se demoraban más en operaciones que, normalmente, ellos las hacían en menor tiempo. Yo trataba de calmarlos con aquello de ‘vísteme despacio que estoy apurado’. Lo que me importaba: que la bicicleta quedara en buen estado”.

Mas no piense amigo lector que La Flecha Avileña, que así se le conocía en el ámbito del pedal, es un émulo de la parsimonia inglesa. En un tope Cuba-México, cuando estaba a punto de ganar la etapa, su caballito de hierro le jugó una mala pasada y no lo pensó dos veces para arrebatarle una bicicleta a un transeúnte y llegar a la meta bajo el asombro de los espectadores.

“En verdad, cuando vi que no podía seguir, comencé a correr, pero vi a un señor de edad que tenía una bicicleta en mano. ¡Y ya tú sabes! El hombre me persiguió hasta la misma raya de sentencia con gritos de ‘ladrón, atájenlo’, y otras palabras que no vas a transcribir”.

Hubiera querido entrar de lleno en el objetivo fundamental de la entrevista, que no era más que indagar acerca de su labor como entrenador por espacio de 12 años en México, sin embargo, es una tentación recordar aquellos buenos tiempos del ciclismo cubano.

—Competiste junto a una generación de pedalistas que hicieron historia. ¿Si tuvieras que seleccionar uno para ponerlo en lo más alto, a cuál mencionarías?

—No fueron pocos los excelentes ciclistas que actuaron en mi época. Era una etapa de bastantes competiciones, tanto aquí como en el exterior. Si de resultados se trata, Carlos Cardet fue el más destacado; en cambio, no creas que la diferencia era muy grande con Aldo Arencibia (El Búfalo), Raúl Vázquez (La Locomotora), Jorge Antonio Pérez y Leonardo Hernández. También coincidí con Eduardo Alonso, Rubén Companioni, Adolfo Triana…, ya en los momentos en que yo iba en retirada del deporte activo.

—¿Y si tuvieras que quedarte con tu mejor resultado?

—No te engaño si te digo que disfruté al máximo toda mi labor como atleta. Yo iba a todas las competiciones con muchos deseos de hacerlo lo mejor posible, por lo que tengo los mejores recuerdos de la mayoría de ellas. Claro, la medalla de plata conseguida en los Panamericanos de Puerto Rico, en 1979, en la prueba de 4x100, junto al Búfalo, Edilberto y el propio Carlitos, la guardo como mi mejor trofeo.

anibalCortesía del entrevistado

—¿Te resultaba difícil hacer labor de gregario en las vueltas a Cuba?

—Hay un concepto un tanto erróneo de lo que es un gregario. Yo lo fui en mis años en el Cuba de ruta. No es que el que tiene esta misión sea un corredor acabado o sin posibilidades, pues, de hecho, si tienes que ayudar al mejor hombre del equipo es porque reúnes atributos suficientes para poder hacerlo en condiciones difíciles, desde colocarte delante del hombre fuerte para disminuir el rozamiento de este con el viento, hasta ayudarlo cuando, por un motivo u otro, se rezaga del pelotón de vanguardia y peligra su condición de puntero en la Clasificación General Individual. Si uno cumple con todos los poquitos de esta misión, entonces tiene derecho a sentir suya cada victoria de quien ayudas.

—¿Pero no hay dudas de que es una responsabilidad algo ingrata?

—Si todos pensáramos así, coincidiríamos entonces que en el fútbol la labor de un defensa es también ingrata. El ciclismo es una disciplina individual que, en el caso de las pruebas de ruta, tiene mucho de colectivo.

“Recuerdo, por ejemplo, que en la XII Vuelta a Cuba, en la etapa que tenía como meta final a Holguín, yo estaba en una escapada. En ese momento, por tiempo, yo era el líder del giro, pero la dirección técnica de la escuadra no tardó en comunicarme que debía “dejarme caer”, pues Carlos Cardet venía en el segundo grupo y era el hombre que estaba mejor preparado para luchar por el liderato, por ser un mejor escalador cuando aún restaba subir Topes de Collantes”.

—Doy por hecho que no eras un buen escalador…

—No era mi fuerte, aunque tampoco puedo afirmar que era un mal escalador. Ya te digo: para ser un gregario de lujo hay que reunir no pocas condiciones.

—Hablemos de tu trabajo en México como entrenador.

—En 2007, por el convenio Cuba-Deportes, llegué a la ciudad de Guadalajara, estado de Jalisco, y en breve fuimos campeones nacionales durante cinco años en las categorías inferiores.

“Luego me dediqué al medio fondo de los juveniles y ganamos dos campeonatos panamericanos de esa categoría, y de ahí pasé, en 2011, al equipo nacional. Ya en los Juegos Centroamericanos de Jalapa merecimos siete medallas de plata y una de bronce. En los Panamericanos de Canadá, de 2015, fueron dos de plata.

“Ignacio Jesús Prado, en el scratch, nos dio el subcampeonato del mundo 2016 y en los Centroamericanos de Colombia 2018, de los seis títulos en disputa, México se alzó con cuatro, y en los Panamericanos de Lima, Perú, dos medallas de plata. Hubo otros lauros, pero te resumo los principales.”

—Ahora que regresas al terruño avileño, ¿qué panorama te encuentras en el ciclismo local?

—No descubro nada si te digo que es muy desolador. De verdad, duele que, de ser una verdadera potencia, en la actualidad, con la excepción de los Clásicos de Ruta, estamos rezagados en todas las categorías. Es un problema general y en esto te incluyo el mal estado en que se encuentra la Academia Provincial. Ahora mismo estamos enfrascados en ponerla como debe ser, con condiciones suficientes para que los atletas se sientan bien. Yo no te digo que de la noche a la mañana vamos a escalar a los primeros planos, pero más temprano que tarde volveremos a ganar el calificativo de Capital del Ciclismo Cubano.

—Cuando aseguras esto, uno no puede menos que recordar aquella época romántica del deporte del pedal en predios avileños. No oculto mi pesimismo, pero te comento que eso es algo que roza la utopía.

—Deja que el tiempo y la dedicación de los que amamos esto digan la última palabra. ¿Me prometes otra entrevista dentro de cuatro o cinco años?


Comentarios  
# María de los Angeles Molina Pérez 02-11-2021 21:48
Es un gran deportista, un gran profesor y un mejor ser humano. Gracias por esa entrevista
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