Laura Irene: Hasta que fotógrafa

Laura Irene Hernández Simón ha encontrado su vocación temprano, y como logra reunir vocación y talento, pone un lente por medio de la realidad y sus ojos de niña, para imprimirle sensibilidad y agudeza como se imprime la luz sobre el papel.

Tiene unos ojos de niña, en una cara de niña, que se le humedecen si habla de las tantas series fotográficas que quiere hacer. Cuando eso pasa la voz se le pone frágil, y una cae en la cuenta de que apenas tiene 20 años, aunque ande buscando una estética propia y abriéndose huequitos entre los fotógrafos más influyentes del país.

Laura Irene Hernández Simón ha encontrado su vocación temprano, y como logra reunir vocación y talento, pone un lente por medio de la realidad y sus ojos de niña, para imprimirle sensibilidad y agudeza como se imprime la luz sobre el papel.

En su casa hay dos perros y cinco gatos, un patio lleno de matas y un pasillo que conecta con la calle. La puerta de la sala está cerrada para contener el caos de luces de estudio recién compradas, pallets de madera, y montones de fotos por editar, donde ella se recluye voluntariamente de la COVID-19, por motivos de salud.

Pero ella no vive allí. Ni siquiera dentro de la cámara. Hay una galería de objetivos en su cabeza, alimentada por la música, los amigos, la familia, los gatos y hasta la carrera de Arquitectura que cursa ahora a distancia en la Universidad de Camagüey.

“He pasado por muchas aficiones. La escritura y la pintura siempre me han gustado. Pero a la fotografía siempre le tuve respeto”. Fue con un curso de un par de semanas, auspiciado por la Asociación Cubana del Audiovisual, que se dio cuenta “de que la cosa era por ahí”, y entonces sacó la cámara semiprofesional guardada y se fue para la beca de la Universidad a fotografiar a sus amigos.

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“Esa sesión fue un caos”. Con luz natural, pintados con carbón, muy lejos de las condiciones de un estudio. “A la serie la llamé Catarsis porque me sirvió para eso, para sacar fuera todo lo que quería decir. Ahora le veo los errores, hallo las fotos con demasiada textura, con trampas de edición que ya no hago, pero le sigo teniendo un cariño inmenso. Después de esa foto hipotética que voy a hacer mañana, las primeras son mis fotos preferidas.”

Con aquellas fue escogida para exponer en la galería virtual Lumina proyecto que convoca cada mes a enviar instantáneas con un tema específico. “La convocatoria cerraba a las 12:00, y yo mandé las fotos a las 11:59”, se ríe.

fotografia Cortesía de Laura

Luego vino el estudio. Hacer fotos es apenas apretar un botón hasta que se toma en serio. Ella llegó a la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana, donde el equipo de profesores fundado por el fotógrafo cubano Tomás Inda Barrera ha logrado sacarle lo mejor.

La Escuela le ha pulsado la capacidad de hacer fotografía conceptual, de captar la metáfora, de lograr el retrato. De ahí salió también el resultado conseguido con la portada del primer libro de la escritora moronense Claudette Betancourt.

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Posted by AHS Ciego de Ávila on Saturday, February 27, 2021

La fotografía le ha hecho florecer la inspiración en plena pandemia, más que cualquier cosa. Y han tenido que aplaudirle en otros proyectos para que ella por fin se crea que sí, que delante del Laura Irene bien puede ir la palabra fotógrafa.

Así fue con Galería Instantáneas Prisma, cuyo equipo (que incluye a Roberto Chile) puso una foto suya entre otras 22 que componen un ensayo sobre la mujer.

fotografiaCortesía de Laura

Cuando se satura de las fotos de eventos o “fashion” que le encargan a toda hora, se le nubla la sensibilidad y tiene que parar. Volver al blanco y negro y a la teatralidad de inicios del siglo XX, cuando todo era más simple. Entonces puede pasarse días vagando por Instagram en busca de referentes, buscando pinturas corporales o fabricando accesorios. En una casa donde nadie es artista han tenido que empezar a comprender esos “trances”.

Así se ve en el futuro. “No estoy segura de qué voy a hacer, pero estoy segura de que no será haciendo fotografía comercial. Me veo explorando otros géneros, más enamorada aún, y con un estilo propio. Ese es el sueño: encontrar un estilo”.

—¿Qué te inspira, qué te pone en movimiento?

—Captar emociones. Después ya vienen las poses, las gamas de colores, la iluminación y toda la técnica. Por eso a mí las fotos trepidadas me gustan, porque me cuentan mucho. Y puede que no lo entiendas, o que el encuadre sea muy cerrado, pero si yo logro aún con eso que te pares un momento y te transmita cosas, ya es suficiente. 


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