Llevar al aula el ejemplo de una vida digna

“Mañana 22 de diciembre se celebra el Día del Educador en Cuba y tú no piensas escribir sobre ninguno”, me espetó, sin dar ni siquiera los buenos días, el amigo Cundo al llegar a mi casa la pasada tarde de domingo. Claro que tengo algo previsto, respondí. “Si me haces un cafecito, te digo de quién te propongo escribir”, me dijo entusiasmado.

Dicho y hecho, humeantes tacitas del oloroso néctar nos acompañaron durante nuestra conversación y, cuando se levantó para irse, le abrí los brazos: “Pero, no me has dicho de quién quieres que escriba. ¿Es de Cuba? “Por supuesto —respondió— escribe sobre quien, al decir de Armando Hart, fue ese tipo de maestra que nos puede servir de modelo, respetada, y querida; firme, fuerte, pero a la vez, con un amor infinito por sus alumnos: Dulce María Escalona Almeida (1901-1976)”.

Ni corta, ni perezosa me adentré en la búsqueda de información y supe que, al nacer casi con la República mediatizada, su vida transcurrió inmersa en los procesos de convulsión revolucionaria, de los que fue protagonista y testigo.

Escalona Almeida era la primogénita y única fémina en una prole de 10 hijos de una madre que quedó viuda, por lo cual ella tuvo gran responsabilidad en la crianza de sus hermanos; no obstante, no abandonó su afán de superación. Estudió magisterio en la Escuela Normal para Maestros (ENM) de Santiago de Cuba y, al graduarse, también lo haría como Bachiller en Ciencias y Letras.

Sepan las amigas y amigos de la Gran Red de Redes que, posteriormente, se gradúa de doctora en Pedagogía en la Universidad de La Habana, donde su protagonismo y las profundas huellas de amor a la patria que había dejado en ella su progenitor, la llevaron a integrarse al Ala Izquierda del Directorio Estudiantil y participar en el I Congreso de Estudiantes, por la Asociación Pedagógica Universitaria.

Tuvo el privilegio de conocer a Julio Antonio Mella y colaborar como profesora de Matemáticas en la Universidad Popular José Martí, creada por el dirigente juvenil.

Obtuvo, por oposición, como Interna, la Cátedra de Academia de Ciencias de Cuba en la ENM de Oriente de La Habana —dos años después la asumiría como Titular—, la misma incluía Química, Física e Historia Natural.

Por firmar la proclama estudiantil contra el entonces presidente de la República, Gerardo Machado, fue cesanteada y encarcelada. Pero no se detuvo, fundó la Asociación de Amigos de la Escuela Nueva, junto a Bernal del Riesgo y luego, en unión a Alfredo M. Aguayo, creó la Academia Pedagógica, con el objetivo de mantener la superación profesional de los maestros.

El portal cubano Ecured recoge que fue nombrada directora de la Escuela Técnica Industrial (para hembras), de la Fundación Rosalía Abreu y ejerció como Profesora de Matemáticas. Pero esta mujer de armas tomar, fue allí detenida y luego recluida en la cárcel de mujeres de Guanabacoa, por negarse a firmar la Declaración que condenaba la huelga general,  así como zumba y suena.

Retornó y se desempeñó como profesora titular de Matemáticas en la ENM, de la cual llegó a ser directora. No obstante, presentó su jubilación en 1958 por desacuerdos con la corrupción político-administrativa imperante, a pesar de haberse graduado como doctora en Ciencias Físico-Matemáticas.

Al triunfar la Revolución en esta bella isla caribeña y, con ella, los ideales por los que había luchado Dulce María Escalona, se incorpora como miembro de la Comisión de Depuración del Ministerio de Educación, porque a su decir: “…cuando la patria hace el reclamo, no hay más respuesta que la lucha”.

El Dr. C. Carlos M Valdés Gárciga describe a esta prestigiosa educadora revolucionaria como “…una persona que sin ser alta… su sola presencia inspiraba respeto. Su porte era distinguido, sin ser altanero; su mirada, profunda y firme. Pausada al caminar y de palabra fácil y elegante, expresión de un pensamiento profundo, nunca ligero.

“Con su rostro severo, pero no adusto, y dispuesto lo mismo a la sonrisa amigable que al gesto dominante o conminatorio, (…), impresionaba desde el primer contacto personal”.

Trabajó y emprendió múltiples tareas inéditas hasta entonces. Como directora de la Escuela de Educación de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana, presentó la ponencia: Esbozo de Reforma de la Escuela de Educación, en la que planteaba objetivos de largo alcance, como la fundación de institutos de Investigación y, la Academia de Ciencias Pedagógicas.

Conozcan los amables internautas que, de las ideas recogidas en esta ponencia, surgen los institutos superiores pedagógicos Félix Varela, Frank País y Enrique José Varona —del que fue directora fundadora, con 63 años— y que constituye su gran obra educacional, pues la dedicación plena de rigor científico-pedagógico, la pasión genuina de educadora y el sentir y hacer revolucionario que puso en ella, no fue en vano.

Gárciga continúa diciendo de ella que “…como educadora reunía valiosas cualidades: conducta social y política consecuente con sus convicciones revolucionarias; honestidad y justicia; exigente, perseverante, disciplinada, organizada y buena organizadora.

“…Sencillez, pulcritud, modestia; ejemplo de educación formal; sensibilidad humana, gran placer, amor por la enseñanza, por sus alumnos (…) actitud infatigable ante la autosuperación, y la de sus alumnos y colaboradores; aborrecía la adulonería y la sumisión; disfrutaba con la controversia bien sustentada en el razonamiento”.

Fuentes consultadas recogen que asumió la Dirección Provincial de Educación en La Habana y desde allí organizó las direcciones municipales, dirigió la organización de las Oposiciones para cubrir 10 000 nuevas aulas de primaria y preparó el documento que fundamentó, nada más y nada menos que la ¡Comisión Nacional de Alfabetización!

Abogó siempre por la vinculación instrucción-educación, el estudio-trabajo, el desarrollo de la capacidad creadora y una disciplina consciente; fue una abanderada de la politecnización de la enseñanza, así como de la formación integral del educando, de la que ella misma era un ejemplo.

Desgraciadamente, su legado pedagógico no quedó escrito; pero sí se mantiene en obras que hoy palpamos y, lo más importante, dejó una importante huella impresa de manera indeleble en hombres y mujeres de bien que recibieron su influencia educadora, no solo directamente, dentro del marco estrecho de un aula, sino indirectamente, como colaboradores, como dirigente, como compañera.

Agreguen a su acervo que su investigación sobre la enseñanza de la Metodología de la Aritmética en la Escuela Primaria es poseedora de un rigor científico-pedagógico-psicológico, digno de tenerse en cuenta, pues no solo abarcó la parte metodológica, sino que incluyó la confección de los textos de preescolar a 6º grado, desde su tamaño, hasta la cantidad de palabras en cada página y la ubicación y calidad de las ilustraciones.

Atendió, además, la confección de medios de enseñanza y las orientaciones metodológicas que los maestros debían analizar. Insistía en la necesidad de enseñar al niño a pensar y que solo se logra haciéndolo pensar.

En un álbum de graduados de la Escuela Normal para Maestros de La Habana, allá por el 45 del pasado siglo escribió: “El maestro ha de prepararse para llevar al aula el ejemplo de una vida digna, el aporte de una preparación depurada por el esfuerzo sin tregua y la fe en un mañana mejor”, algo que mantiene su vigencia en la actualidad.

Recibió la Categoría de Profesora Emérita de la Universidad de La Habana. Esta prestigiosa pedagoga revolucionaria, quien dedicó su vida a la causa de la educación del pueblo cubano, heredera de lo mejor de la pedagogía cubana, legada por Félix Varela, José de la Luz y Caballero y José Martí, falleció en 1976, siendo una de las mujeres de más talento y dedicación al estudio de los problemas de la educación y de la sociedad de los últimos 50 años del pasado siglo en Cuba.

Curiosidades

• Sepan los amables lectores que los infantes que aprenden dos idiomas en los primeros años de edad, tienden a desarrollar una estructura cerebral diferente. Así como zumba y suena.

• “El niño no es bueno ni malo por naturaleza, sino que es la educación la que decide este aspecto”, sabia sentencia rubricada por el pedagogo ruso-soviético Antón Semiónovich Makárenko (1888-1939)

• En la actualidad, el 30 por ciento de los niños menores de ¡cinco! años ya maneja Internet, y tienden a simplificar su proceso de desempeño escolar mediante el mismo. ¡Increíble pero cierto!

• Se calcula que aproximadamente ¡260 millones! de niños de todo el mundo (uno de cada cinco) no pueden ir a la escuela o recibir una educación completa, debido a factores como la pobreza, la discriminación, los conflictos armados, los desplazamientos, el cambio climático o la falta de infraestructuras. ¿Doloroso, verdad?

• Las personas no viven solas, aisladas, ni en una burbuja. Se relacionan entre sí, y por ello, estas relaciones deben basarse en el respeto a los demás y a las normas de convivencia, de ahí que el autor de comedias durante la República romana Publio Terencio Afro (195 a.C-159 a.C) sentenciara: Homo sum, humani nihil a me alienum puto, que significa “Soy un hombre, nada humano me es ajeno”. 


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