Tomada de BNJM.cu A un patriota, escritor y poeta cubano, el bayamés Juan Clemente Zenea y Fornaris (1832-1871), se le atribuye, por los especialistas en la materia, el haber ejercido gran influencia en la literatura cubana. ¿Por qué? Porque retoma el Romanticismo en su obra, y marcó una nueva línea en la poesía hispanoamericana.
Les digo, para entrar en el tema, que sus troncos paternos fueron un teniente español y una hermana del bardo José Fornaris. Sus primeras letras las aprendería en su ciudad natal, en un centro privado. Ya adolescente se mudan para La Habana. En esa gran urbe demostró poseer buena dosis de talento y se inclina hacia el periodismo.
Las marcas de superación marcan su interés. El colegio El Salvador, cuyo director era nada más y nada menos que ese formidable pensador y educador que fuera José de la Luz y Caballero. Allí se nutre y amplía su universo cultural. Sin embargo, se afirma por los estudiosos que su mayor aprendizaje lo recibió del esfuerzo personal realizado de forma autodidacta.
Una de las fuentes consultadas en la Gran Red, precisa que sus inicios en la poesía datan de 1846, año en que ven la luz en el habanero diario La Prensa, del cual ya era redactor un trienio después. Conozcan que Zenea fue excomulgado por la publicación de un folletín suyo en dicho órgano en el transcurso de una semana santa. Su padre, mediante una carta, se retractó y logró que bajara el nivel de la “ofensa”.
Tal parece que la presidencia le alcanzó en voz queda y decidió la utilización no de uno, sino de varios seudónimos, como fueron los siguientes: Adolfo de la Azucena, Espejo del corazón, Ego quoque, Un amigo de la juventud y Una habanera.
Conozcan, amigas y amigos internautas, que Juan Clemente, al igual que otros poetas, cerró filas en contra del “Siboneyismo”, pues más temprano que tarde pudo comprender que dicho movimiento “no era más que una forma peculiar de la decadencia romántica”.
Debo consignar que su adhesión y defensa a causas justas lo llevaron al exilio en Nueva York, en esta ocasión en 1852. Allí ingresa en el club El orden de la joven Cuba y además, colabora en diferentes medios de prensa: El correo de Luisiana, El Independiente y Faro de Cuba, donde vieron la luz sus compañeros contra el gobierno español. Se hace miembro de la sociedad La estrella solitaria, le hizo propaganda anexionista en varias publicaciones.
Sepan, y he aquí un dato curioso, que en 1853 Zenea fue condenado a muerte en La Habana, pero que, debido a una amnistía, pudo regresar al año siguiente a la capital cubana, en la que vivió más de una década; además, un grupo de poemas de su autoría fueron insertados en la recopilación El laúd del desterrado. También enseñó inglés en el colegio El Salvador.
Larga es la lista de medios con los que el poeta y patriota cubano colaboró. Entre estos Guirnalda cubana, La Piragua, Brisas de Cuba, Floresta cubana, Revista de La Habana, El Regañón, Álbum cubano de lo bueno y de lo bello, La chamarreta, El Siglo, Ofrenda al Bazar… y en las publicaciones españolas La ilustración republicana federal, La América…
También creó y lideró La Revista Habanera, que resultó cerrada por el Capitán General Domingo Dulce. Se sabe que en estos tiempos Zenea era asiduo a las tertulias que encabezaba Nicolás Azárate, entre muchos más.
Sus biógrafos reflejan, en uno y otro esbozos, que en 1870 se introdujo de forma clandestina en Cuba con dos misiones: una de información encomendada por la junta cubana de Nueva York; y la otra del gobierno español, que proponía a los insurrectos la autonomía a cambio de la capitulación.
Al intentar el retorno a los EE.UU., luego de entrevistarse con Carlos Manuel de Céspedes, presidente de la República de Cuba en Armas, resultó apresado y, luego de unos ocho meses incomunicado en La Cabaña, fue fusilado en 1871. Se conoce que mientras aguardaba la ejecución escribió el poema Infelicia.
Entre los reconocimientos a su memoria figura la inauguración, en la década de 1920, al comienzo del Paseo del Prado, de un monumento de mármol esculpido por el español Ramón Mateu.
Además de las publicaciones en periódicos, revistas y libros, Juan Clemente Zenea y Fornaris dejó varias obras inéditas; la novela escrita en verso Jaquelina y Reginaldo; la leyenda en verso La azucena del valle, con la colaboración de José A. Quintero; así como una edición crítico-bibliográfica de las poesías de José María Heredia. Realizó, también, varias traducciones.
Otras publicaciones fueron Poesías (1855), Lejos de la Patria. Memorias de un joven poeta (1859), Cantos de la tarde (1860) y el ensayo Sobre la literatura de Estados Unidos (1861).
Curiosidades
• La primera representación en Cuba del cinematógrafo Lumière, introducido en el país por el francés Gabriel Veyne, radicado por entonces en La Habana, tuvo lugar el 23 de enero de 1897.
• En la jerga marinera, se denomina saloma a una especie de canto rítmico que entonan los hombres de mar para acompañar las faenas que realizan en conjunto.
• El físico danés Niels Bohr (1855-1962) fue el autor de una Teoría sobre la estructura del átomo. Por sus innegables aportes a esa rama de la ciencia, mereció el Premio Nobel de la especialidad en 1922.
• “No busques al enemigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir”, es una sentencia del poeta, pintor, novelista y ensayista libanés Khalil (Jalil) Gibrán (1883-1931)
• De origen latino es el nombre propio de mujer Leticia. En ese idioma, laetitia significa felicidad, alegría.