Bertrand Rusell, matemático y filósofo

•“Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos”, sentenció el filósofo, matemático y escritor británico Bertrand Arthur William Rusell (1872–1970).

En la Universidad de Cambridge enfocó los estudios de las Matemáticas y la Filosofía; y, más adelante, en el Trinity College se unió al grupo que él llamó de los jóvenes inteligentes.

Especialistas en la vida y obra de este sabio lo catalogaron como uno de los filósofos más influyentes de la vigésima centuria. Además, está considerado como uno de los padres fundadores de la Filosofía Analítica. No obstante, según sus propias palabras, las Matemáticas fueron su principal interés y fuente de felicidad.

Su obra principal es la titulada Principios Matemáticos, en tres tomos, publicada entre los años 1910 y 1913, la que escribió junto a uno de sus profesores: Alfred North Whjtehead, aunque a lo largo de su existencia rubricó una copiosa cantidad de escritos y trabajos filosóficos y morales.

Bertrand Rusell fue un connotado pacifista, se opuso al fascismo nazi y al estalinismo, a la guerra de los Estados Unidos contra el pueblo vietnamita, al racismo, al uso de la bomba atómica, y apoyó la lucha de las mujeres por sus derechos.

En 1950, la Academia Sueca le confirió el Premio Nobel de Literatura “en reconocimiento de sus variados y significativos escritos, en los que ha luchado por los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento”.

•Agregue a su acervo esta curiosidad: unos 165 millones de años tiene la canción de amor más vieja que se conoce. En lugar de tener una letra, era el ruido que emitía una especie de grillo del Jurásico al frotar sus alas durante el apareamiento.

•En la cima del Monte Everest, a una altura de 8 848 metros, la densidad del aire es solo una tercera parte de la que se registra al nivel del mar.

•Cada mes que comienza en domingo tiene un viernes 13; y cada mes que se inicia el día jueves tiene su martes 13.

•La frase “Sin azúcar no hay país”, se atribuía erróneamente al presidente cubano Ramón Grau San Martín. Pero su autoría realmente le corresponde a Francisco de Arango y Parreño, y data de la primera década del siglo XIX. Fue hecha pública por Arango y Parreño en un discurso que pronunciara ante la Sociedad Económica de Amigos del País, en La Habana.

•Amigo internauta: nunca le quite los pelos del bigote a un gato, pues sin ellos, el pobre animalito no puede caminar sin perder el equilibrio y se caería al suelo.


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