Sociedad

Por cada adolescente que prende un cigarro, hace del alcohol el amigo insustituible de las fiestas o experimenta con algunas pastillas, aparece una vida con altas posibilidades de apagarse infelizmente.

A La Yaya se va porque se va. No es de esos lugares a los que uno le pasa por el lado y lee en las vallas de carretera el nombre con una raya roja que indica que se acabó el pueblo.