Todos los días ve el amanecer ya al timón del camión ampliroll que maneja, presto a cumplir con la primera tarea de la jornada laboral, una a veces más cercana, otra en ocasiones distante algunos kilómetros.
A las 7:00 de la mañana Alfredo Alfaro Soler sale de la base de apoyo de Servicios Comunales en el municipio de Ciego de Ávila, con las indicaciones que le da su jefe inmediato de las posiciones en las que debe colocar las camas para recoger desechos sólidos.
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Siente mucho orgullo por su trabajo: “Llevo doce años como conductor de este tipo de camión, el único existente en el municipio de Ciego de Ávila, seis de ellos con este que manejo actualmente, que ya era de uso cuando lo trajeron desde La Habana, sin embargo lo mantengo como nuevo.
“En estos momentos estoy laborando con 20 camas para depositar desechos sólidos y escombros, nueve que se mantienen en puntos fijos y once destinadas a los servicios a la población y al sector estatal.”
Alfredo lleva en Servicios Comunales 30 de los 54 años que tiene de vida: “Siempre me ha gustado manejar. Cuando el carro se me rompe me pongo el overol y lo arreglo, con la ayuda de los mecánicos del taller.
“Trabajo por una lista de pedidos que hace la población y de ahí parten las orientaciones. Además se atienden los de entidades y organismos del Estado que lo necesitan.
“Asimismo voy a poblados como Ceballos, Jicotea, Modesto Reyes… Cuando lo hago, siempre va el cargador, pues generalmente limpiamos microvertederos en estas comunidades, se llena el camión, y en el mismo día se recoge la cama. Todo esto es muy importante para mantener la higiene, tan necesaria en medio de la batalla contra la COVID-19”.
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Aunque su accionar responde al municipio de Ciego de Ávila, Alfredo indica que en algunas ocasiones ha ido a prestar servicios a Morón, cuando ha estado roto el carro del que dispone ese territorio.
Incontables son las horas que trabaja este hombre, que muchas veces deja de coger vacaciones para seguir inmerso en su faena, la que lo lleva a recorrer hasta más de 100 kilómetros en una jornada en las calles avileñas.
“Las más grandes las he botado hasta con 15 toneladas, cuando son llenadas solo con escombros, que pesan más. Este camión puede levantar hasta 17.”
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Alfredo habla de la importancia para su faena diaria del apoyo familiar que recibe, en especial de su mamá Olga, su esposa María, de su hija Samira, de ocho años, y su hijastra Samantha, de 12, quienes lo ayudan a salir del stress que provoca el trabajo.
Del esfuerzo y entrega de este chofer depende mucho el hecho de que, cuando a diario caminemos por las calles de la ciudad de Ciego de Ávila, veamos las camas que por doquier se multiplican para ser llenadas de desechos sólidos, a veces en menos de las 48 horas que están previstas para ello.