¿Correos en la manigua mambisa?

Impresionante fue la valentía de aquellos hombres que, en la manigua de la Cuba del siglo XIX, arriesgaban sus vidas, no solo bajo las balas, sino, en difíciles encomiendas

mambisesArchivo Mucha fue la astucia que emplearon los mambises para lograr su propósito de ver a Cuba libre e independiente, en condiciones que nada tienen que ver con los muchos adelantos científico-técnicos que, desde aquella época y hasta ahora, ha logrado esta humanidad y que gozamos en la actualidad.

El Generalísimo Máximo Gómez Báez, gran estratega militar, pero también hombre de pensamiento claro, refiriéndose a la contienda militar llevada a cabo por los cubanos desde 1868 para lograr su independencia dijo: “La historia de la Guerra de Independencia de Cuba o la Historia Militar de los cubanos, o bien la lucha cruenta por la emancipación de un pueblo esclavo (…) es sin dudas, una de las más bellas leyendas que se pueden legar a nuestros hijos y a los hijos de los que vengan después”.

Traigo este tema a colación, a propósito de la tan llevada y traída comunicación, esa a la que tenemos derecho y que nos debe llegar diariamente, a través de la prensa, para estar actualizados e informados con la verdad, esa que, en estos tiempos, tanto se necesita y agradece.

Los mambises no sabían de redes sociales, pero sí se comunicaban, tanto entre las tropas, como con familiares, y con otros cubanos que, desde el exterior, se empeñaban en diferentes acciones para alcanzar la aspiración de independizarse de la metrópoli.

Entonces —por supuesto—, no había teléfonos como los existentes en la actualidad, de ellos no había ni la más mínima idea en la manigua mambisa; aunque el primer servicio telefónico en Cuba fue inaugurado en la Habana el 6 de marzo de 1882.

El teléfono se inventó en La Habana

¿Cómo se comunicaban entonces? Según las fuentes consultadas, los españoles cuando se enteraban por las escasas luces que veían, por el fuego de las antorchas o cocinas encendidas en los campos cubanos, o por las luces de los barcos que se aproximaban a las costas de la Isla, de la presencia de tropas insurrectas, disponían partidas de soldados armados para que llegaran cerca del lugar en cuestión y hasta enviaban columnas enteras bien apertrechadas para dar combate o perseguir a los expedicionarios.

Eso no fue impedimento para que los mambises lograran mantener, en las muy difíciles condiciones de la guerra, las comunicaciones. Uno de los medios que utilizaban eran las expediciones, vía que servía a la emigración revolucionaria para enviar la correspondencia a los patriotas que combatían en los campos.

La mayor parte de las veces, escribían cartas mediante claves, que eran llevadas a un lugar determinado en la costa por un mambí —al que llamaban correo—, y este la entregaba a la persona que embarcaba al exterior, que las llevaba consigo. Una vez que él o ella, arribaba al país de destino, las trasladaba a la dirección señalada por el remitente. De esta forma mantenían comunicación con Tampa, Cayo Hueso y New York, en Estados Unidos, Nassau, Kingston, en Jamaica y, además, con Francia y hasta la misma España.

Una persona que llegaba a Cuba y traía correspondencia destinada a los mambises, era esperado por esa persona llamada correo, que la trasladaba hacia la prefectura más cercana al lugar, y allí el prefecto, las separaba y remitía de una prefectura a otra, hasta que llegara a la persona a quien estaba dirigida.

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En la guerra, hubo generales, como Donato Mármol, que recibía casi todas las semanas la comunicación (correspondencia, periódicos, mensajes y encargos diversos), desde Jamaica, y que venía en un bote que financiaba él con su propio peculio.

Otros  —varios—, sostuvieron una correspondencia bastante regular con sus familias radicadas en el exterior, gracias a esos correos, que pusieron en evidencia la capacidad organizativa del gobierno español en Cuba y la creación de un sistema de correo de forma regular por los mambises, tenemos idea del nivel de organización de las fuerzas insurrectas, que lograron alcanzar casi la perfección en un servicio tan sensible en la República de Cuba en armas.

Dentro de la Isla la comunicación era mucho más rápida y menos compleja, tenían establecidas prefecturas, subdelegaciones y maestros de postas en puntos bien repartidos, por donde pasaba una valija con cartas, mensajes u otros envíos, que era llevada, hasta llegar a su destino por varios correos a caballo, y si no había un caballo fresco para regresar o seguir, lo hacían a pie.

Los correos casi siempre se despachaban desde las prefecturas en el horario de la mañana, aunque, según las circunstancias, a veces salían cuando se podía y los días que no hubiera combates, también los arrieros que simpatizaban con la causa mambisa y recorrían las montañas cubanas, trasladaban la correspondencia.

correo

Otra forma de comunicación de los mambises era, mediante un silbato, el jefe de la tropa lo sonaba de diferentes formas, según el mensaje que quería trasmitir a los subordinados, utilizaban, en ocasiones un fotuto o caracol, principalmente en las rancherías, para avisar de la presencia y/o retirada del ejército español.

El servicio de correos era, en muchas ocasiones realizado por los “majás” —y no precisamente por esos en los que estás pensando—. Los “majás”, “majases” o “rancheros”, “laborantes” y “comunicantes” eran individuos que residían en el territorio de operaciones militares, pero que se negaban a pertenecer a las fuerzas libertadoras y a las españolas. Estos últimos los consideraban como insurrectos y generalmente al detenerlos los trataban como tal. Muchas veces los ejecutaban.

“Colaboraban con los insurrectos, pues les era más fácil introducirse en las ciudades, sin la sospecha de los españoles y resultaban muy escurridizos”, dice el jefe de una columna española que operaba en la jurisdicción de Trinidad. Sirvieron de guías, de correos para trasladar informaciones y vituallas a sus compañeros en la insurrección y ayudaban en las prefecturas.

Impresionante fue la valentía de aquellos hombres que, en la manigua de la Cuba del siglo XIX, arriesgaban sus vidas, no solo bajo las balas, sino, en difíciles encomiendas, demostrando en la cotidianidad mambisa su importancia en el traslado de valiosas informaciones, pero también, en la siembra, producción, transporte de víveres, otros alimentos y hasta armas y municiones.


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