El valor de la amistad

Estamos próximo a celebrar el Día de San Valentín (14 de febrero), más conocido popularmente como el Día del Amor o el Día de los Enamorados, y alrededor de esta fecha cada uno saca de sí un poco de romanticismo y hace alguna poesía al ser amado.

El 14 de febrero también rinde tributo al tipo de amor que une a dos personas a través de ese lazo común llamado amistad, del que José Martí escribió: Si dicen que del joyero, tome la joya mejor, tomo a un amigo sincero y dejo a un lado el amor.

Hace unos días, mientras realizaba una cola en el Banco Popular de Ahorro, fui testigo involuntario del diálogo entre dos viejas amigas que hacía varios años no se veían.

Una de ellas le preguntó a su amiga por el hijo, a lo cual la otra respondió: “Está preso”. Y ante semejante afirmación, la amiga, asombrada, le ripostó: “Pero cómo es posible, si él es un buen muchacho, de corazón noble”.

Finalmente, escuché decir a la madre con tristeza: “Figúrate, la juntadera, lo echó a perder”.

Desgraciadamente, este diálogo es una realidad en varios hogares y cabe preguntarse: ¿Pudo evitarse?. Mi respuesta es sí. Comúnmente se afirma que no podemos seleccionar a nuestras familias, pero sí podemos elegir a nuestros amigos. Tratamos con muchas personas, pero no todas son nuestros amigos. Lo primero que tenemos que entender es que la amistad se escoge. Es un acto voluntario en tu vida.

Hay refranes populares que manifiestan: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, o “Andarán dos juntos, sino estuvieran de acuerdo”.

Cuando se es joven y no se tiene experiencia de la vida, existe la tendencia a ver con simpatía a todo lo que es popular, chistoso y aceptado por la mayoría.

El joven siente la necesidad de ser bien mirado dentro del grupo inmediato donde convive (compañeros de escuela, de barrio), por esta razón es muy importante equilibrar esta tendencia de sociabilizar, y los valores sociales y personales con quien se sociabiliza.

Martí, en carta a María Mantilla, le expresó: “(…) tengas de amigo a quien no te iguale en mérito y pureza”.

Soy de las personas que me gusta sociabilizar y compartir experiencia, pero siempre tengo bien claro mi identidad y mis valores.

Debemos estar claros de a qué personas dejamos entrar a nuestro círculo íntimo, porque todos somos susceptibles a los criterios y modos de actuación de quienes nos rodean. Somos seres sociables y establecemos interdependencia, por tanto, debemos ser críticos.

Como padres, también tenemos la responsabilidad de formar valores a nuestra descendencia y uno de ellos es educar esa visión crítica, porque es muy fácil perderse en el proceso, sobre todo, si se carece de experiencia.

Se han escrito páginas muy hermosas sobre la amistad, porque hay amigos que te ayudan a ser cada día mejor, te inspiran, te apoyan y quizás en algunos momentos de alegría no estarán contigo porque no dispongan de tiempo en ese momento, pero el amigo verdadero, en los momentos de aflicciones y tristeza, siempre sacará un extra para estar a tu lado.

Hay amigos de corto y de largo alcance, la amistad necesita de la prueba del tiempo, pero los hay genuinos solo por un período de tiempo, porque los seres humanos tenemos una tendencia dinámica, lo que se es hoy, no necesariamente tiene que ser así mañana.

No debemos etiquetar con carácter definitivo a nuestros amigos, también tenemos que ser capaces de dejar ir, sin resentimientos, y agradecer por el tiempo compartido.

Y bienaventurados los amigos que permanecen, ya a esos les podemos llamar hermanos.


Escribir un comentario


Código de seguridad
Refrescar