Desaliño patrimonial

Preservar la identidad de los pueblos bien puede materializarse a través del cuidado del patrimonio local, un eslabón que denota mucho trabajo por hacer en el municipio de Primero de Enero.

Lugares emblemáticos como el inmueble del Sindicato Azucarero sienten los efectos nocivos del paso del tiempo, acompañado de la indolencia y la dejadez. Como recuerdos de antaño quedan aquellos días en que el recinto diversificó roles para fungir como aula de la Facultad Obrero Campesina o como salón para la celebración de fiestas de quinceañeras.

Más allá de esos desempeños sociales, se añora la historia tejida entre sus parajes, esos que, en la actualidad, prescinden de algunos elementos de carpintería, unido al deterioro de su cubierta y víctima del robo desmedido, también, de porciones de su cerca perimetral y de otros componentes de su infraestructura.

Un cúmulo de anécdotas se resguarda en la tarja adjunta a la pared frontal. En ella se resume cómo el local sirvió de foco permanente del accionar del Sindicato Azucarero, donde se organizaron varios mítines y huelgas, tanto por el paso del diferencial, como por el aumento del salario y la Protesta de los 4 días, debido a la aplicación de la restricción azucarera.

Según consta en la obra científica del municipio de Primero de Enero, ubicada en el Museo Municipal, el líder Jesús Menéndez visitó este inmueble en tres ocasiones, a propósito del protagonismo del Sindicato.

O sea, este, un simbólico lugar que transita a medio camino rumbo al olvido. De ahí la sensibilidad lacerada, sobre todo, en los trabajadores del coloso violeteño, quienes añoran un hálito esperanzador para que no desvanezca la esencia misma del otrora batey Violeta en una de sus tradiciones más arraigadas: la azucarera.

En el Sindicato también sobreviven los bustos de Jesús Menéndez y Enrique Varona, los cuales resultan más bienaventurados en materia de atención, si se comparan con el local en sí.

Desde una visión normativa, según la Ley 155 del año 2022, Ley General de Protección al Patrimonio Cultural y al Patrimonio Natural, se define al patrimonio cultural como el conjunto de manifestaciones inmateriales y los bienes asociados, muebles e inmuebles, que constituyen la expresión o el testimonio de las culturas. Además, son valoradas por las comunidades en su relación con la historia, el arte, la ciencia y la sociedad en general.

Vale recordar que en el capítulo 2 quedan reflejadas las responsabilidades de la Asamblea Municipal del Poder Popular y el Consejo de la Administración Municipal para la identificación, catalogación, aprobación o reconocimiento, según corresponda, y la gestión del Patrimonio; mientras la Dirección de Cultura en el área dirige, supervisa y evalúa la protección al Patrimonio Cultural.

Sin dudas, una mirada en derredor permite advertir que persiste una especie de desaliño patrimonial en Primero de Enero. Aunque la faena matriz se genera desde la actividad fundamentada en el Museo Municipal, para que el tema del patrimonio fluya, existe, en la sede del Gobierno, la Comisión Municipal de Tarjas y Monumentos.

Acerca del tema, Felipe Nicanor, director municipal de Cultura, explica que está estructurada con representantes de su sector, en primer lugar, Azcuba, Educación, Vivienda, el Instituto Nacional de Organización Territorial y Urbanismo, Patrimonio, entre otros, unido a algunas organizaciones de masas.

Afirma que ha tenido cierta inestabilidad referente a su funcionamiento, aunque en los últimos meses se advierten pasos de avance. Señala el directivo que la misión de la Comisión es salvaguardar la memoria histórica del territorio, tanto del patrimonio cultural material como el inmaterial.

En la actualidad, el municipio cuenta con 11 sitios, tarjas y monumentos, por lo que, durante el último encuentro, los miembros de la Comisión enfocaron hacia esos lugares el movimiento político Cambio de labor. De manera satisfactoria, se trabajó en el obelisco de Veracruz para transformar su imagen y ahora se alistan los preparativos para restaurar algunas de las piezas deterioradas.

Felipe Nicanor asegura que el quehacer de la Comisión Municipal de Tarjas y Monumentos va dirigido a mantener el estatus adecuado de dichos sitios históricos.

Aseveró que, en el Sindicato Azucarero, por ejemplo, laboraron con ahínco en los bustos de Jesús Menéndez y Enrique Varona. Además, desde el Departamento de Desarrollo del Gobierno se labora para restaurar el inmueble en mal estado constructivo, que sintetiza la historia del azúcar en el municipio.

También se potencia fuertemente el quehacer para salvaguardar el patrimonio inmaterial, es decir, de las tradiciones haitianas y los festivales Eva Gaspar in memoriam, del Creador Musical Joseíto Fernández y del Danzón Tres lindas cubanas.

La inestabilidad del funcionamiento de los gestores de su cuidado y mantenimiento oportuno ha pasado factura, descrita desde el desaliento espiritual.

Una situación alarmante circunda al patrimonio local en el territorio violeteño, desde la arista de la preservación. Otros inmuebles, igual de valiosos, como la antigua policlínica o la Casa de los Araoz, yacen hoy en el olvido, víctimas del canibalismo social que despedaza las huellas de la historia y los valores arquitectónicos.

Otro inmueble que preocupa es la Biblioteca Ana Betancourt, ubicada en la cabecera municipal. El mal estado de la madera atrae a inquilinos que devoran los libros, y muchos volúmenes literarios se han perdido, sin la esperanza de que haya plazo alguno para una reimpresión.

Aunque la escasez de materiales de la construcción impera, lo cierto es que el proceder, ralentizado desde hace años, ha conllevado a un estadío de pérdidas de textos que han terminado en donaciones como materia prima para manualidades en el Círculo Infantil La Edad de Oro. Si bien se valida el reciclaje y el cambio de uso del material, la esencia está en prevenir la extinción de ejemplares —que bien pudo hacerse— en una institución que dista muchísimo del mundo de la digitalización y los audiolibros.

Contrasta, entonces, cómo, desde el sector particular, la vivienda del matrimonio conocido como Mery y Guille exhibe un nivel de conservación envidiable. A diferencia de los inmuebles mencionados, a la par decadentes, el domicilio de estos violeteños muestra en perfecto estado el estilo californiano, típico de la etapa neocolonial, a más de un siglo de su edificación. Se aprecian, de igual forma, las ventanas de guillotina, así como también las paredes de doble forro y el falso techo, ambos componentes de madera. Según los propietarios, en 1995 la vivienda fue reparada y, en el año 2007, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural otorgó un reconocimiento por su alto grado de conservación.

Preservar el patrimonio inmaterial resulta más viable, toda vez que depende de acciones concretas a partir de la voluntad del hombre. Por su parte, el patrimonio material requiere de lo antes expuesto, unido a la protección del inmueble.

En el territorio violeteño, hoy, los locales patrimoniales describen estadíos diversos. Unos, como la antigua policlínica, carecen de salvación. Otros, como el Sindicato Azucarero y la Biblioteca Ana Betancourt aún tienen remedio. También convergen los que, como la sede actual de la Empresa Municipal de Comercio y Gastronomía, se mantienen, pero merecen atención, ante la posibilidad de traslado de la entidad para otro sitio en la geografía local y que entonces aceche el peligro del abandono.

Mucha tela por donde cortar. Así se resumen algunas aristas del patrimonio en Primero de Enero, al cual le apremia un proceder multisectorial.

 

 


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