¿Por qué se dejó a merced de los malhechores lo que debiera ser un sitio sagrado? ¿Volverá a la vida el escenario principal de los sucesos del 9 de abril de 1958 en el municipio de Baraguá?
El edificio central conserva la carpintería, pero la imagen general del conjunto es desoladora, a pesar de las pasaditas de mano que cada año constituyen acciones aisladas en un intento por airear un espacio rural en el cual gana terreno el abandono.
Lo que hasta 2008 fue una institución educativa, puede ser, cuando menos, motivo para la indignación. Y no exageramos; 67 años después de que en el lugar aconteciera el heroico enfrentamiento de un puñado de audaces que respondieron al llamado de una huelga general revolucionaria (que, lamentablemente, terminó en fracaso) y del vil asesinato de cuatro de ellos, la otrora Escuela Primaria Mártires del 9 de Abril se cae a pedazos. Es que los golpes de la insensibilidad y la desidia hacen daño, mucho daño, desde que el centro cerrara sus puertas.
La vista exterior anuncia cuánto trecho ha ganado la falta de protección. Al interior, desapareció el bello piso, también ventanales de aluminio, herrajes de los baños, la infraestructura que garantizaba el agua potable...
AQUEL DÍA
La huelga nacional revolucionaria del 9 de abril de 1958 pretendía acelerar la caída del tirano Fulgencio Batista en los preludios de la contraofensiva rebelde. ¡Gloria eterna a sus héroes y mártires! #CubaViveEnSuHistoria #CienfuegosXMásVictorias#UnidosXCienfuegos pic.twitter.com/1mmwur2tlJ
— Armando Carranza Valladares (@Armandocv781123) April 10, 2025
El rostro de los caídos preside la tarjaCasi todos los inexpertos combatientes rondan los 20 años de edad. El jefe del comando, Raúl Martínez Alfonso, cumplió 33 el 28 de noviembre del año anterior. Lo conocen en Vicente, porque empezó a estudiar para cura, y porque construyó una capilla en la finca de la familia donde oficia los bautizos de los pobres de la zona. Pero ahora se revela como un líder en otro ámbito. Aún resuenan los gritos y los disparos de cuando, a media mañana, tomaron e inutilizaron la planta eléctrica de Vicente.
Emprenden la marcha. Es el día marcado para acelerar la caída del tirano. Al grupo corresponde una segunda acción: detener el tránsito en la principal vía de comunicación del país. Lo consiguen en el punto donde radica la entonces Escuela Cívico-Militar, cercana a Gaspar.
La caravana de autos paralizados crece, también la tensión que embarga a los que llevan el brazalete del Movimiento 26 de Julio. Dan vivas a la Revolución y condenan a la tiranía. Desde una avioneta que sobrevuela el escenario se detecta la presencia de los insurgentes. Minutos después, al fuego del cerco por tierra y aire se suman dos aviones B-26. Una bomba impacta en el almacén de la escuela. Transcurre el escaso tiempo del combate, merman las municiones del grupo rebelde. El jefe ordena la retirada de la mayoría, pero él, junto a Eugenio Conte Ramos, José Ascanio Pérez y Esteban López Hayné, permanece en el lugar. Cuando los apresan, el teniente Viamontes deja bien claro la sentencia: “No queremos prisioneros”.
DESPUÉS
El centro actualiza su enseñanza, se atempera a los cambios. Con la identificación de Hogar Infantil, se admite la coeducación por vez primera en la provincia de Camagüey. A Guillermo Gálvez Hernández, alumno del primer curso posrevolucionario, un fuego nostálgico le ilumina la remembranza: “La escuela tributaba sus egresados a centros agropecuarios del país, para su posterior formación como técnicos e ingenieros; además, de sus aulas emergieron los primeros maestros que se formaron en San Lorenzo y en las Minas del Frío, y participamos en la Campaña de Alfabetización”.
A ello se suma la trascendencia de un lugar que, además de ser escenario pionero de las transformaciones educacionales que trajo consigo la Revolución, forjó una extensa legión de personalidades locales que luego asumieron importantes tareas políticas, económicas y sociales en el municipio.
HOY
El invaluable archivo documental de Raudel Blanco Sánchez, autor de varias investigaciones de relevancia en el municipio de Baraguá, conserva imágenes que “hablan” por sí solas. En una de ellas se observa a un grupo de personas, incluidos estudiantes, al pie del lugar en el que le rinden tributo a los cuatro mártires. Sobre la parte superior del edificio principal, puede leerse la inscripción Escuela Secundaria Básica Rural Número 6.
Después el centro cambió de nombre y pasó a recibir solo a alumnos internos de quinto y sexto grados, de asentamientos rurales cercanos, hasta que dejó de existir como institución educacional.
De los 15 períodos lectivos en que fungió como director pudiera hablar largo y tendido Manuel Díaz Martínez. Meses después del cierre de la institución, de paso por el centro de trabajo al que consagró toda su capacidad, Manolito no pudo menos que dolerse cuando apreció que una parte del ventanal, “de aluminio del bueno”, había desaparecido.
Sin embargo, desde entonces y hasta nuestros días, la Dirección Municipal de Educación asignó custodios para cuidar ese lugar, donde, además, permanece el almacén de ese sector y de recursos de terceros en el territorio.
De hecho, el objeto social de las edificaciones del lugar, cada vez más deterioradas, ha motivado reiterados análisis; entre ellos, los de la Comisión Municipal de Monumentos. Una de sus integrantes, Martha Elena Lorenzo Rodríguez, presidenta de la organización de base de la Unión de Historiadores de Cuba en Baraguá, refiere que ninguna de las propuestas ha sido acogida porque “ha faltado voluntad”, en tanto otras fuentes locales reiteran que la intención de convertirlas en un Hogar de Ancianos apunta como una posible solución, si bien el país no está ahora en condiciones de hacer una inversión capital allí, como lo aclara el intendente Reinol Gómez Atherly.
Los acuerdos adoptados el 19 de septiembre de 2022 por la Comisión Provincial de Monumentos iban encaminados, entre otras cuestiones, a que a la instalación se le diera valor de uso y que al año siguiente allí pudiera efectuarse el acto por el 65 aniversario del hecho en un escenario adecuado. Sin embargo, la reunión posterior con los integrantes de similar estructura en Baraguá, en la que se discutieron estas problemáticas, no rindió los resultados deseados.
En opinión de Doralis Nuez González, directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, no funciona como es debido la Comisión Municipal de Monumentos, ni los órganos locales del Poder Popular hacen cumplir lo establecido, a partir de las responsabilidades y funciones que les otorga la Ley 155.
• Consulte aquí la Ley 155. Ley general de protección al patrimonio cultural y al patrimonio natural
Pese a la inercia manifiesta de los encartados, que entorpece la asignación de otorgar valor de uso al conjunto de edificaciones, la tradición de rememorar los hechos de aquella jornada de abril jamás desapareció. Cuando se acerca el día, las autoridades baragüenses reaccionan, disminuye el entramado de malezas al son del trabajo, y los brochazos de cal malencubren una parte del abandono, la más visible, como si a la memoria histórica pudiera tributársele todos los cuidados y el respeto que necesitan los pueblos solo en días escogidos.