La maldición de El Ariete

Por Ailén Castilla Padrón
Fotos: Michel Guerra y Alejandro García
La esperanza de que este edificio sea biblioteca se diluye entre las fallas arquitectónicas de estructura centenaria y el lastre de procesos constructivos desacertados

Cuando los techos del Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL), primero, y del Centro de Promoción Literaria Raúl Doblado del Rosario-Ediciones Ávila, luego, se vinieron abajo, la decisión de una mudanza apresurada para el edificio conocido como El Ariete, en el centro de la ciudad, fue rápida y precisa. Por fin tendría valor de uso la planta baja del inmueble.

Por un instante se despejaron algunas incógnitas, se abrieron puertas y ventanas, y comenzó a fluir la vida dentro de esas paredes. De hecho, si no fuera porque la historia que habita allí es larga y enrevesada, pudiéramos conformarnos con mirar desde ese ángulo y aceptar una parte del todo, porque es mejor una planta baja vital que un edificio postrado y fantasmal en una esquina de la ciudad.

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Posted by Centro del Libro. Ciego de Ávila on Wednesday, August 23, 2023

Pero lo cierto es que desde el mes de noviembre de 2014 Invasor viene hurgando en la herida, a veces sangrante, a veces en remisión, de un inmueble que no acaba de encontrar su sitio, por muy paradójica que resulte la afirmación. Por aquellos días se publicó el texto Había una vez una biblioteca ambulante, el cual puso la lupa en el hecho de que, si se concretaba, sería esta la séptima mudanza a la que estaría sometida la Biblioteca Pública Provincial Roberto Rivas Fraga.

• Así publicamos en 2022 

Una vez más se planteaba la decisión de trasladar la institución, debido a que el edificio que todavía hoy ocupa, el Instituto de Segunda Enseñanza, debía retomar su función original como centro educativo. A la larga, estaba implícito un costo importante para la conservación de los fondos documentales, víctimas de un ir y venir durante décadas por todo el centro histórico de la ciudad. Además, según cálculos conservadores, alrededor de un 30 por ciento del material bibliográfico no cabría en el nuevo sitio.

No obstante, por alguna razón se siguió repitiendo que El Ariete sería biblioteca y, contra cualquier lógica o argumento, se gastó dinero, cemento, cabilla y arena allí durante varios años, por decir lo mínimo, siendo esta una de las pocas inversiones de construcción y montaje contempladas en el presupuesto del sector de la Cultura.

 librosLos trabajadores del CPLL han cambiado el semblante de la primera planta

En 2018, según lo descrito por Invasor en ese entonces, fueron 270 000.00 pesos los empleados allí, pero sobre la marcha surgieron inconvenientes; entre ellos, casas dentro de los límites de la propiedad, y una pared y parte del techo de la planta alta se cayeron; así como otras 16 cuestiones poco o nada definidas, identificadas por el arquitecto Jorge Julio Yara Sánchez y la ingeniera civil Lucía Clavelo.

Se invirtieron 315 000.00 pesos en 2019, en 2021 se gastaron otros 304 000.00 en la terminación de la primera planta y, en 2022, el edificio se incluyó en la vorágine constructiva que les devolvió lozanía a varios espacios de la ciudad, aun cuando el sector de la Cultura se mostró más vulnerable que nunca, con apenas tres millones de pesos colocados en su presupuesto al inicio del año.

Al mismo tiempo, en una relación casi proporcional, mientras más se invertía en El Ariete, mayor deterioro acumulaba el edificio del Instituto de Segunda Enseñanza, atrapado en las movedizas arenas de la “tierra de nadie”: o sea, Cultura no invierte ni lo repara porque debe cederlo y Educación tampoco lo hace porque aún no es suyo.

Entre los altibajos de cada etapa constructiva, comenzaron a aflorar otras incongruencias. Entonces, la Empresa Nacional de Investigaciones Aplicadas a la Construcción (ENIA) dictaminó lo que parecía ser una mortaja para el sueño de reubicar allí la biblioteca. El informe permanece guardado en una gaveta de la Unidad Provincial de Apoyo a la Actividad Cultural (UPAAC). De ahí lo sacó su director, Raudel Negrín Cuba, para leer apenas un párrafo de las más de 15 páginas de observaciones que lo componen.

“Los daños detectados son irreversibles, permanentes y, de no intervenirse, continuados. Se comprueba que durante la rehabilitación no se tuvieron en cuenta ninguna de las recomendaciones realizadas en los informes anteriores. La reparación de las vigas y columnas no se llevó a cabo de manera adecuada para asegurar durabilidad, por lo que hay riesgos en la estabilidad de la estructura. El incremento realizado en la losa del entrepiso no cumple con las condiciones para soportar las cargas a la cual será sometida la segunda planta”.

No hay que ser ingeniero o arquitecto para comprender que el tiro de gracia no solo fue lo que se dejó de hacer, sino lo que se hizo mal y a espaldas del criterio de los especialistas. Tal es el caso de dicha losa intermedia, la cual se fundió en el entrepiso sin adosarse correctamente a las columnas y paredes.

El arquitecto Jorge Julio Yara Sánchez, inversionista en la UPAAC, lo explica mejor: “Había que demoler los entrepisos y las paredes intermedias para fundir, tal cual sucedió con el hotel Rueda; sin embargo, no se hizo. Cuando en la planta alta se terminaron las divisiones y paredes, detectamos un hundimiento en el piso y pedimos una evaluación técnica. Antes de que los especialistas dictaminaran, se construyó una losa intermedia que le agregó otras 72 toneladas de hormigón a una estructura con fallas. No se resolvió ningún problema, se crearon otros”.

Para terminar su explicación, desempolva lo establecido para estos casos en las normas cubanas. “Una biblioteca debe contar con una estructura que soporte alrededor de 300 kilogramos por metro cuadrado”, sentencia, y con este dato podemos comprender que es una notable carga que no soportará El Ariete, a menos que renazca de sus cimientos.

Pero como sobre este inmueble y la decisión de transformarlo en biblioteca ha gravitado, también, cierta obstinación, desde la UPAAC han correspondido con la misma perseverancia, aunque puedan ponerse en entredicho las prerrogativas que el Decreto 324 de 2014 Reglamento del Proceso Inversionista establece, al considerar al inversionista como uno de los cuatro sujetos principales de todo el proceso y el más importante, según los entendidos, con al menos 40 responsabilidades.

¿Por qué no se escuchó al inversionista?, ¿por qué no se cumplieron las recomendaciones?, ¿quién o quiénes tomaron la decisión de “cumplir” a toda costa y costo?

Invasor no llegará al final de la madeja, pero las preguntas quedarán resonando entre columnas y arcos al interior del inmueble, como eco infinito de desaciertos constructivos que aquí no son excepciones de la regla.

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Otro proyecto desarrollado por la Empresa de Diseño e Ingeniería de Ciego de Ávila, valorado en otros 320 000.00 pesos, corrige los errores y propone una ampliación con el fin de que los fondos bibliográficos y las salas puedan distribuirse adecuadamente. Tampoco esta propuesta está exenta de trabas. Habría que utilizar espacios que pertenecen hoy al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y al Ministerio de Justicia, lo cual significa más papeleo del habitual y comprobar in situ la solidez de las estructuras de la base para no volver a “chocar con la misma piedra”, si algún día vuelven los recursos y el entusiasmo de la mudanza.

Si sucede, antes de la polvareda y el cemento, habría que preguntarse, también, hasta cuándo seguiremos invirtiendo tiempo y recursos ahí (casi un millón de pesos, “por arribita”), o cuándo pondremos punto final al círculo vicioso de las inversiones mal ejecutadas —ese círculo vicioso que se ceba con el voluntarismo, las carreras de velocidad para entregar obras en plazos imposibles, la falta de preparación de las fuerzas constructivas, la violación de los pasos comprendidos en el proceso inversionista y la inobservancia (voluntaria o involuntaria) de los mayores interesados en que todo se haga al pie de la letra.

Ahora dicen que no hay peligro de que a los trabajadores del CPLL vuelva a caerles otro techo sobre sus cabezas, pero está claro que El Ariete no cumplirá la promesa de ser biblioteca, al menos en el futuro inmediato. Parece condenado a la maldición de la espera y el vacío.

 constructoresEn 2019, momento en que se tomó esta foto, en la planta alta trabajaba la Empresa Provincial de la Construcción, y en el primer piso una brigada del Fondo Cubano de Bienes Culturales

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