En peligro de derrumbe, la base del baloncesto (II y final)

Por Arley Puyol Álvarez
Cuando un jugador causa baja en las categorías escolares, lo debe suplir otro de la base, que no fue elegido en la primera ronda. Pero ¿están en la base esos suplentes?
Fotos: Irám Guzmán

A la edad que tienen sus pupilos, José Echarte Vázquez decidió abandonar el baloncesto. Pero cual efecto bumerán, volvió a tomarle el pulso a la puntería de larga distancia cuando estudiaba Cultura Física. Se graduó y regresó a la sala polivalente, como si fuera la casa donde creció. No habrá tenido jamás la presión de encestar en los últimos segundos del partido, no tendrá fotos que exhibir con trofeos de mejor jugador, ni falta que hace. Sabe lo mismo o más que ese al que le pasan el balón con el empate a lo lejos de una canasta de tres en las fracciones finales del juego. Sabe y lo enseña. Esa es su medalla.

La defensa y el tiro libre son los elementos que enfatiza Echarte en su entrenamiento. Defender es intuitivo a veces. Es de aptitud. Quizás no sea una ciencia. Lo que Echarte no duda es que el partido se gana cuando no se posee el balón. “Los libres, aunque no coincida con muchos profes, son muy difíciles. Después de una transición en la que sales con una falta, las pulsaciones a todo lo que dan, escuchando consciente el silbido y lo que grita el público, con la presión de anotar, tienes que detenerte y medir bien porque supuestamente no deberías fallar un tiro tan fácil”. Tiros en los que también se decide el marcador final.

Doce suman los que en estos instantes juegan a ser Yoan Luis Haití o Yaser Rodríguez. Es apenas la cuarta parte de los basquetbolistas que intenta formar la EIDE. Sin embargo, 47 es un número insuficiente entre los equipos masculino y femenino de la categoría escolar y los juveniles de ambos sexos. Los torneos nacionales exigen mínimo 10 y Ciego de Ávila presenta plantillas al límite.

“Aquellos tiempos en los que jugaba con Georffrei (Silvestre), El Papa (Haití) ―década de los 90―, en estas edades de 13-15 años éramos 17 o 18”, recuerda Echarte, y entre las causas del descenso en la matrícula advierte tal vez la que no compromete al movimiento deportivo: las nuevas tecnologías se roban la atención de los niños y adolescentes.

• Lea la primera parte de este reportaje 

Yunier Valdivia Rodríguez, subdirector provincial de Actividades Deportivas, apunta que, de acuerdo con los controles de la Dirección Provincial de Deporte, el fútbol y el béisbol superan al baloncesto en masividad en Ciego de Ávila, sin dejar de ser de los deportes con mayor cantidad de seguidores y practicantes en el territorio. Definiría que los basquetbolistas de la EIDE fueran menos que futbolistas y peloteros, no que la cantidad estuviera por debajo del índice idóneo.

Esas son las justificaciones secundarias. La de máximo impacto deriva del fenómeno migratorio cubano, acrecentado en los últimos años, reconoce la directora de la EIDE. “Menos son los estudiantes que renuncian por razones vinculadas a la vida de becado o cambio de decisiones en su futuro, por fuerza mayor”.

El centro estudiantil en su objetivo de superar los resultados integrales ―posición 13 en los anteriores Juegos Escolares Nacionales de Alto Rendimiento―, amplió el número de deportes a 26 con la incorporación del canotaje y las velas; si bien lo ideal fueran 33 ―incluyendo disciplinas estratégicas por su aporte histórico al medallero de Cuba en eventos múltiples como el remo o la gimnasia artística. De cualquier forma, eso no influye en la matrícula del baloncesto, supuestamente preciado por ser de los deportes que mejores resultados le regala a la provincia a cualquier nivel.

“La emigración ha sido el factor más determinante y el baloncesto uno de los deportes más afectados”, dice Valdivia. En 2022 la sumatoria de escolares y juveniles en los dos sexos era de 54. Continuaron en 2023 apenas 41 y no se ha logrado completar la cifra de 50 durante este curso porque continúan las bajas. Cada vez que la EIDE pierde un jugador, lo debe suplir otro de la base, que no fue elegido en la primera, disminuyendo la reserva deportiva, y que no ostenta la misma calidad, obviamente.

Liderados por el comisionado provincial Alejandro Cartaya Herrera, un cuerpo de entrenadores evalúa los jugadores con potencialidades de ingresar a la EIDE. Las pruebas de habilidades son de dominio del balón, dribles con obstáculos, pases y tiros desde diferentes ángulos, etcétera. Las capacidades físicas a esas edades no están desarrolladas, aunque se requiere que tengan buen somatotipo y estatura considerable (+1.70 metros), explican Valdivia y Moisés Bravo Torres, profesor de la base.

“No debería subir un alumno de 1.40, según las normativas”, dice el subdirector de Actividades Deportivas. Aunque Bravo Torres cree que no se debe desechar talentos por su tamaño. “Se han marginado jugadores por no cumplir con la talla y después han demostrado que eran diamantes en bruto”.

Michael Guerra ―recuerda Bravo― fue de esos “marginados”. Su papá llegó a un acuerdo con Omar García de que entrenara al término de las clases, con las hembras. El balón era una extensión de Michael. Así hacía el tramo de ida y vuelta de la casa a la EIDE rebotándolo. “Imagino que hasta durmiera con él. No vivió el proceso a la par de los 16 varones que sí entraron, y no importó. Fue de los mejores organizadores de Cuba de los años 2000”.

A la edad escolar no medía siquiera 1.50 con zapatos, contaba el también organizador Yaser Rodríguez en una entrevista que Invasor le realizó por alzarse con el trofeo de Jugador Más Valioso de la LSB 2022 y así Los Búfalos sumar el décimo título a sus vitrinas.

A las 4:00 de la tarde un sesentón mira a ambos lados de la calle con precaución, y alerta a los ocho, diez o doce pioneros que vienen con él que no crucen sin su autorización. Se llama Moisés Bravo Torres, viste un pulóver blanco que al lado izquierdo del pecho tiene bordado un balón anaranjado, y ahora entrará al Auditorio a enseñarles o repasar la postura básica, cómo manipular el balón, el arte del drible, del pase y el tiro a esos y unos cuantos más que irán incorporándose. Su rutina por cuatro décadas y contando…

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Una sonrisa picarona se le esboza porque hoy hizo una “maldad”. Captó a un prometedor basquetbolista que estaba apuntado en esgrima. Lo envolvió y lo envolvió hasta que en vez de un sable el chico agarró un balón.

Bravo es cazador nato. Tiene fino olfato para distinguir entre quién será basquetbolista, quién no y quién una futura leyenda. Junto a Omar García, otro de los grandes entrenadores no radicado en el país actualmente, descubrió a 70 y pico de kilómetros del auditorio, en el municipio Bolivia, una mina de oro: Georffrei “El Gato” Silvestre. Los tres, Pambo, García y Bravo, echaron a andar esa maquinaria del baloncesto avileño que en 2005 comenzó a arrollar en la LSB.

Cómo lograron convencerlos no recuerda Haití. De lo que sí guarda memorias es de que si Pambo y Bravo no fueron 10 veces a su casa en Morón no fueron ninguna. Iniciaban los ´90, Haití tenía siete años, iban a inaugurar la EIDE en Ciego de Ávila y a tanta insistencia, sus padres le dejaron en manos de los profesores de baloncesto. Haití creció hasta los 2.01 metros, pero ni su dominio debajo de las tablas ni lo que sudó con las camisetas de Los Búfalos y el equipo Cuba es medible.

“Para tener deportistas hay que ir en búsqueda de ellos. ¿Y dónde están? En la calle, en las escuelas, en lugares intrincados. Así se hizo el equipo que le dio tanta gloria a esta provincia, esos Búfalos que ganaron cinco títulos consecutivos en la LSB, y hoy suman 10.

 

Llegamos a conformar un equipo que estaba casi entero en la preselección nacional”, plantea Cartaya Herrera, a sabiendas de que las limitaciones de combustibles, las dificultades con el transporte en Ciego de Ávila frenan las intenciones de recorrer los municipios con el objetivo de encontrar talentos.

La directora de la EIDE dice que porcentualmente las matrículas de los municipios son ínfimas en comparación con la cabecera avileña y que es rara la captación de estudiantes de las zonas montañosas.

La apertura de la EIDE sí demandó reclutar promesas del básquet de donde las hubiera. Luego se construyeron las bases de la pirámide. Cada municipio aseguraría la práctica y su aporte de jugadores al próximo nivel.

De la academia de Moisés Bravo han ingresado a la EIDE en los últimos cursos seis hembras y cinco varones. Es de los entrenadores que contribuye asiduamente, porque, según conoce, en apenas cinco municipios de Ciego de Ávila quedan profesores —15, confirma Valdivia— y por su experticia, desde luego. En la capital, de hecho, solo se entrena en la Escuela Primaria 24 de febrero y el Auditorio.

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La fuerza técnica tampoco está completa en la EIDE. Por resolución debe haber dos profesores por categoría, o sea, ocho: cuatro en escolares (M y F) y cuatro en juveniles. Hoy cuenta con seis ―uno contratado por horas, agrega Valdivia. En sentido general, la provincia comenzó el 2023 con 690 entrenadores y en menos de un año no exceden los 500 por migración o la ida hacia una fuente de empleo que pague más.

“Yo estoy aquí porque el baloncesto es mi vida, no porque me permita cumplir las demandas en mi casa. Nos vemos obligado a cambiar de actividades para generar el doble. Mi salario no sobrepasa los 5500.00 pesos, con todo y los años que llevo de experiencia, y eso no alcanza en los tiempos que corren”, dice Bravo Torres sin que esa sea la queja concluyente.

El Chiqui —apodo obviamente ajustado a la talla— se anticipa al pensamiento del defensor y por eso lo burla a su antojo. Si se hará la excepción de ascenderlo a la EIDE, por su destreza con el balón en mano, Bravo no tiene idea. De lo que le sobran certezas es de que ni al Chiqui, que vive enfrente del Auditorio y guarda los balones en casa, ni a ninguno que entrene en esa cancha, le cortará las ilusiones de creerse una superestrella. A fin de cuentas, Dončić, James, Haití y Guerra alguna vez también tuvieron 10 años y un sueño.

Por academia debiera haber tres profesores. Uno que entrenara al grupo masivo; otro, al de desarrollo y el tercero, a los atletas de perspectiva inmediata, los primeros en acceder a la EIDE. “Los de avanzada deberían recibir un tratamiento diferenciado. Los ejercicios de los que vienen por primera vez no deberían ser iguales a los de los demás”.

Bravo no puede darse el lujo de enfermarse, de no estar afuera del aula a las 3:30 para recoger a los alumnos, de tomarse un día… ¡A Bravo hay que clonarlo! Y como no se puede, al menos mejorarle las condiciones de trabajo, que sería mejorar las condiciones del baloncesto avileño.

En la base la situación es peor. El auditorio es un rectángulo tridimensional de cemento, donde los ocho balones que obtuvieron de la EIDE Bravo y los suyos el año pasado se deterioraron. Un solo aro es funcional. Baños óptimos y donde hidratarse es de las exigencias mínimas para mantener motivados a los pioneros.

“A estas edades lo que quieren es competir. Y falta que les hace”, dice Bravo sin responderse por qué, a pesar del contexto económico difícil, no se han efectuado competencias pioneriles nacionales ni siquiera provinciales desde que la pandemia de coronavirus paralizó el mundo. “Un torneo provincial se realiza de jueves a domingo, y nunca se nos han dado albergues de lujo. No competir no nos permite saber si lo estamos haciendo bien o mal. Estamos en desventajas a nivel internacional porque, junto a la crisis, no hay fogueo a estas edades”.

El juego es la expresión real de la efectividad de la práctica. José Echarte suscribe la opinión de Bravo. “El principal problema es que no se compite. Es muy difícil concretar un tope con las provincias vecinas. Aquí se entrena más de lo que se juega, contrario al resto del mundo. Esperamos once meses para el nacional, y a veces está en veremos”.

Por los documentos del subdirector provincial de actividades deportivas, Ciego de Ávila finalizó cuarto en el sexo masculino de los Juegos Escolares Nacionales de Alto Rendimiento de 2019. Tras el impasse de la COVID-19, en 2022 y 2023 los varones se colgaron del cuello la medalla de bronce. Las hembras compitieron solo este año y no pudieron subir al podio de premiaciones. En la categoría juvenil no hubo cita nacional en 2023 y en la temporada previa el equipo masculino obtuvo el bronce, mientras suspendían el evento femenino.

Las Sirenas, en la pasada LSB, por primera vez acariciaron una presea de bronce y Los Búfalos concluyeron en idéntico puesto. Ciego de Ávila permanece entre las provincias líderes del deporte ráfaga cubano. Es una cortina de humo que invisibilizan los inconvenientes al interior. Al baloncesto avileño lo sostiene la perspectiva resultadista. Es el autoengaño sobre la realidad de la base y de la EIDE.

Por Saulo, que cuando lo convoquen al quinteto de Los Búfalos apuntará con el dedo índice al cielo, como diciéndole a su padre, el entrenador Yoanis Zaldívar, “lo logramos”. Por Georffrei Silvestre, Michael Guerra, Yaser Rodríguez, Yoan Luis Haití y quienes originaron el mito de Los Búfalos invencibles.

Por José Echarte, que mantiene el espíritu de Pambo. Por Moisés Bravo que no da tregua. Por el baloncesto avileño todo, que no es poca cosa, no se puede permitirse el desplome.

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