Cazafantasmas contra el olvido
Fotos: Cortesía de la entrevistada
Yudit Pérez Pérez lidera la experiencia comunitaria que recibió en noviembre pasado la Distinción Caonabo, en Morón. Con ella, develamos “fantasmas” y memorias
Anda un grupo de gente soñadora por los confines de los potreros y las arenas de Turiguanó, tratando de revivir recuerdos y sorprendiéndose a cada paso que encuentran una antigüedad. Andan rescatando lo que ya es solo memoria de abuelos que no viven en el hoy, descifrando rostros en fotos grises y adivinando palabras donde las polillas han dejado caminitos del hambre.
Hace un par de años que ese empeño tiene nombre: Fantasmas de una Isla. Y este noviembre el Museo Caonabo de Morón decidió que tenía valor suficiente para distinguirlo por la obra del año.
Yudit María Pérez Pérez es, a todas luces, una mujer romántica. Será añoranza por las ruinas del ingenio que veía desde niña en su natal Camagüey o la vocación de profesora de preescolar, o curiosidad, pero ha puesto toda su pasión en un proyecto de historia que empieza a ver frutos. Hasta ella llegó Invasor, para conocer mejor de los fantasmas, y con mucha motivación por saber cómo comenzó todo.
“Estábamos entrando en el confinamiento de la pandemia y muere Alipio Alfonso Rojas, uno de los últimos historiadores de la comunidad, que tenía un cúmulo importante de materiales. Todos los turiguanenses le reconocían como el historiador natural de Turiguanó. Fue su deseo entregar los materiales historiográficos a Gladis Alfonso, directora de nuestra Casa de Cultura Celia Sánchez Manduley.
“Y allí comenzó todo. Eran bultos y paquetes de escritos y apuntes, fotos clasificadas y otras fantasmales; así lo veía yo, por la falta de información. Gladis estaba perpleja, y un día me pregunta: ‘¿Qué vamos a hacer con todo esto?’. Y yo, disfrutando todas aquellas fotos antiguas, paquetes donde bailaban las trazas y el comején, pero de un valor extraordinario, le dije: ‘¡Pues continuar este trabajo de Alipio!’”.
Así me puse a investigar lo que falta, porque la historia no termina, y a averiguar quiénes son estos fantasmas de esta Isla
En plena pandemia, tocó hacer uso creativo de las redes sociales de Internet para recabar información. Le llamaron El Álbum del Pueblo, y usaron las publicaciones de Facebook para que los propios pobladores viajaran en el tiempo e identificaran a las personas en fotos.
Turiguanó. Casa de Cultura Celia Sánchez Manduley. Artes Visuales. Ins. Yudit María Pérez Pérez El Álbum del pueblo....
Posted by Yudit María Pérez Pérez on Monday, June 27, 2022
Tuvo frutos rápido. Las fotos ya clasificadas fueron exhibidas en espacios físicos y pronto la experiencia comunitaria empezó a gestarse con más fuerza. Por WhatsApp acompañaban a niños y niñas en la confección de dibujos sobre la historia local. Y contaban, por ejemplo, de la corta estancia de emigrantes suecos en aquellos inhóspitos parajes que se convertirían en la comunidad de hoy.
Efímeros pasos, dibujo a lápiz tramado de Celia Marina Rodríguez Brito
“Ya la cosa se estaba complicando. Teníamos mucha información de testimonios recopilados, y comenzamos a escribir historias y a publicarlas también en Facebook, apoyadas con estas mismas fotos. Recogimos dichos y frases populares de Turiguanó. Comenzamos a documentar los testimonios, con el consentimiento de los testimoniantes. Y llegaron las actividades de música. Conformamos un pequeño grupo tradicional, La Vere’a, con canciones que cuentan historias y rescatan géneros propios de este lugar: el son y las rancheras”.
Así empieza una historia (asesorada por Maribel Venega Beleño, de la Casa de Cultura) de las recopiladas dentro de las Elucubraciones de Monteros, con límites felizmente difusos entre la literatura y la historia:
¿Quién conoció a los hermanos Alfonso y Juan González en Turiguanó? (…) Corrían los años 50 y la cosa en la Isla estaba apreta’, como se decía por aquí. Solo los fines de semana se mataba una res, mandada por el americano, no todos podían comprar y menos la familia de los González, quienes eran humildes. Pero bien, ellos se las ingeniaban. Un día a estos hermanos se les ocurrió preparar una cacería. No tenían mucho, pero sí dos escopetas de cartucho; y reciclaban las municiones rellenando los cartuchos de guáimaro (bolines de plomo) más grandes que los originales. Llegó el día, muy de madrugada; porrón en alforja, escopeta en espalda y pies en estribo (…).
• Sigue leyendo aquí
Cuando llegó La Carreta, con ruedas originales de alguna diligencia antigua, lo hizo para agrupar en forma de exposición todo lo que habían recopilado en fotos, texto, memoria sonora y música en un espacio físico. Se ha convertido en pretexto para crear y atril para exhibir el resultado del trabajo de niños y jóvenes.
Preservar y difundir la historia, noble propósito entre los que más
Par de años después, Fantasmas de una Isla no deja de acumular valor. La investigación es portadora de materiales historiográficos nuevos, relacionados con la antigua colonia sueca en la zona y la extensión de la batería de guerra de la Trocha de Júcaro a Morón. “La documentaremos nosotros”, dice Yudit, decidida.
Mucho cuesta que hable de sí misma entre todo lo logrado en equipo, aunque su pasión bien vale abandonar un poco la modestia. ¿De dónde viene?
“Soy camagüeyana, pero ya hija adoptiva de la ciudad de Morón. De niña me crié en una finca donde todavía existían las ruinas y la campana de llamar a los esclavos del ingenio; ese fue mi primer contacto con la historia. Es curioso que la Isla ha tenido valiosos historiógrafos y ninguno nativo del lugar. La primera fue Martha la Maestra, antes de 1958; ella escribió el trabajo más completo de Turiguanó, del que el archivo del historiador de Morón poseía un ejemplar. Después de 1960 continuaron su trabajo Ibrahim Doblado del Rosario (a quien conocí desde niña) y Alipio Alfonso Rojas”.
Y ahora ella coge la pluma en mano. Determinación y sensibilidad, no hay más secreto. Dos años y un premio después, ella misma puede resumir el gigantesco logro: “Ya no somos tan fantasmas”.