Recuerdo que en los mejores años del deporte cubano, una medalla que no fuera la de oro, en cualquier competición internacional, no era recibida con mucho agrado por los laureados.
Cuando aquello, una y otra vez este periodista insistía que, subir a un podio, es un honor que pocos deportistas pueden disfrutar a lo largo de su carrera.
Mucho más si se trata de una olimpiada. Si se es tercero en cualquier competición, eso quiere decir que solo dos seres, son superiores a usted en su especialidad.
Por eso disfruté tanto, el tercer lugar que conquistó el luchador cubano Luis Alberto Orta en la división de 67 kilos, porque en definitiva, en estos momentos, solo dos luchadores, en su peso, son superiores a él en este planeta.
Es verdad que venía con otras pretensiones, tras su oro en Tokio 2020 y también su título mundial, pero supo sobreponerse a su traspié ante el iraní Saeid Esmaeli y pudo doblegar al armenio Galstyan en la discusión del bronce.
Comprendo su propia contradicción cuando le respondió a los periodistas, luego de su último éxito que estaba inconforme, pero feliz, pues después de tantos meses de entrenamientos regresaba a casa con una medalla.
Estoy seguro que en el barrio de La Güinera, en la capital cubana, lo van a recibir como lo que es, un campeón.
Orta defendió con fuerza y vergüenza estar en el podio olímpico de #Paris2024. Regala a #Cuba una medalla de bronce. Muchas felicidades para el habanero, que de seguro como un verdadero gladiador demostrará en próximos desafíos por qué fue el mejor grequista del mundo en el 2023. pic.twitter.com/AeiEL5UY1e
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) August 8, 2024