El arma de Duquesne

Los nueve éxitos en la pasada campaña y su historial competitivo, daban para que, al menos, el lanzador de Ciego de Ávila fuera llamado a uno de los conjuntos que este año asistieron a compromisos internacionales

Dachel Duquesne Cantero no es de los que tienen una sonrisa permanente adornándoles el rostro. Y no es que su seriedad, casi permanente, sea un muro para evitar amistades.

Quienes lo conocen saben que es dado a tender la mano. Pero ahora, mientras lo observo entrenar en el estadio José Ramón Cepero, creo ver una seriedad aún mayor y la curiosidad me hizo esperar que tuviera un alto para mi observación, un tanto justificativa para iniciar el diálogo.

— Pensé que ibas a estar desmotivado para la preparación de este año.

— Así fue, cuando comencé a entrenar no lo estaba, mas saqué mis conclusiones, pues si decidí seguir lanzando, es para hacerlo bien. Si tuviera una mala temporada le estaría dando la razón a los que no me tuvieron en cuenta para nada.

Y antes de continuar con el breve diálogo, el periodista quiere hacer una salvedad. No es que los números del derecho del municipio de Chambas en la anterior temporada le garantizaran un puesto en el equipo Cuba, se trata de que los nueve éxitos en la campaña y su historial competitivo, daban para que, al menos, fuera llamado a uno de los conjuntos que este año asistieron a compromisos internacionales.

— ¿Será que tu velocidad no impresiona?

—Ese es el tema. Estoy de acuerdo con que tener una buena recta ya es una excelente arma para salir a lanzar, aunque eso no quiere decir que “este es mejor que aquel” porque tira más duro.

Mientras escuchaba esa aseveración de Dachel, recordé aquel juego de dos años atrás, que le lanzó al equipo universitario estadounidense, cuando solo le permitió dos imparables. Eran los bateadores que en días anteriores habían bombardeado a tiradores cubanos de más de 90 millas.

—Un entrenador de pitcheo, de reconocido prestigio, como es el caso de Manuel Álvarez, me dijo que tu principal fuerte es la concentración que demuestras desde que sales en el primer inning al box…

—Siempre que me toca trabajar solo pienso en cómo sacar cada out. No me importa si están vacías o llenas las gradas. Le pongo la misma importancia al cuarto bate que al peor bateador de los contrarios. Mi tarea es dominar a ese que está frente a mí y que también quiere ganarme.

— ¿Y cómo te sientes para esta nueva campaña?

—Ni mejor ni peor que en las anteriores, solo que quizás esta vez los que me descartaron han sido los que me ayudaron a entrenar con más amor. Si estoy bien o mal, eso lo dirán los juegos.

Coincidí con mi entrevistado en que los resultados sean los que digan la última palabra, sin embargo, para el final dejé esta afirmación que escribí el 7 de diciembre del pasado año, cuando Duquesne derrotó a Las Tunas en el Cepero: “Es que da gusto ver lanzar a este joven que no tiene ni una recta de 90 millas ni un lanzamiento ‘estrambólico’ que cause miedo a los bateadores. Y digo más: los entrenadores de las categorías inferiores deberían, cuando él lanza, llevar a sus pupilos para que aprendan, de una manera directa, de qué se trata cuando se habla del arte de lanzar.”


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