Aquella noche, tras las emociones, y en medio de tanta algarabía del público que colmó la sala Giraldo Córdova Cardín, fue bastante poco lo que pensaron aquellos tres jovencitos. O tal vez nada.
Yo los miraba entonces, a ellos y a sus compañeros de equipo. Los rostros no dejaban ver otra cosa que no fuera felicidad. En verdad, el momento difícilmente se prestaba para reflexiones.
Eran protagonistas de la primera corona del baloncesto avileño en la Liga Superior. Y no había tiempo, ni deseos, de pensar. ¡Que vengan los festejos!
Pero era el 11 de enero de 2005, Ciego de Ávila contaba entonces con un grupo de jugadores bisoños con un nivel que presagiaba otros triunfos. No obstante, ¿podían Vanier Reyes, William Granda o Yoan Luis Haití, imaginar que 17 años después iban a festejar un décimo trofeo?
¿Y qué cavilan ahora? La tarde de este 21 de junio los vuelvo a mirar y les sigo por el tabloncillo, mientras se abrazan con sus compañeros y hasta con los propios rivales. Vuelven a reflejar felicidad, pero no sé por qué tengo la impresión de que piensan. Y mucho.
• Así reportó Invasor el décimo triunfo de los Búfalos
Tal vez no pudieron evitar traer con el pensamiento a Omar García y a Rogelio del Sol, aquellos dos técnicos que les inculcaron, desde sus comienzos en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar Marina Samuel Noble, que momentos como estos solo se logran con “toneladas” de sudor en los entrenamientos.
Estoy convencido de que recuerdan también a sus compañeros de aquella tropa inicial que ya no están por un motivo u otro. ¡Hubiera sido tan lindo alzar con ellos la décima!
Tienen presentes a sus familiares y amigos más cercanos. Ellos les ayudaron a llegar hasta aquí, cuando los lógicos “tapones” que da la vida les hicieron titubear y casi decidir que jamás lanzarían un balón más al cesto.
Y el periodista, entrenado en eso de las despedidas y la lucha contra las lágrimas, no tiene otra que intentar decir, no a sus oídos, sino bien alto, para que ellos y todos lo sepan: Ustedes acaban de llegar al sitio privilegiado de un atleta. ¡Bienvenidos al historial sagrado del deporte!