Recuerdo la reunión en que se dio a conocer la relación de peloteros avileños, de la que saldría el equipo para la 61 Serie Nacional de Béisbol.
Tras conocerse los nombres de los que optarían por un puesto, alguien me pidió una opinión y no dudé en dársela: “No es ni la sombra de aquella preselección que se formaba una década atrás”.
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Hubo “caritas” tras emitir mi opinión, pero por ética no podía esconder mis razonamientos. Imaginé el futuro conjunto que saldría de aquel grupo, en el que prevalecían figuras jóvenes y algo saltó enseguida a mi mente: “Su novena regular podía ser un aceptable equipo, pero el mal mayor estaría en la banca”. Y he aquí que el terreno desmintió mi disquisición.
Primero fue Liosvany Pérez, quien en los choques de preparación se destacó tanto que los planes iniciales del colectivo técnico tuvieron que variar y colocarlo desde el comienzo como regular.
El muchacho de Ciro Redondo no solo promedia 306, sino que suma 72 carreras producidas. Sus siete jonrones nadie los podía imaginar porque, sencillamente, su físico no es del tipo de los sluggers. Y a la defensa ha causado sensación en el bosque central.
Algo parecido podría decirse del ahora inicialista Dainier Hernández, el cual en anteriores temporadas, en sus pocas apariciones, jugó en tercera y los jardines, y ahora tuvo que ser llevado a primera base tras la lesión de Osvaldo Vázquez.
El oriundo del municipio de Venezuela promedia 321, y cuando Vázquez estuvo listo para el juego diario era imposible llevarlo a la banca. La dirección técnica optó por situar al también cátcher avileño como designado.
Raúl González tuvo que ausentarse varias jornadas del juego diario, y su sustituto, Jorge Luis Contreras, a la ofensiva exhibe promedio ofensivo de 323 y conectó batazos claves en los pocos encuentros en que participó.
Por eso, ahora que los Tigres lideran la tabla de posiciones y por ahí pululan los comentarios de si han sido la ofensiva colectiva de 316 o el aceptable juego defensivo (972) las causas principales del tremendo paso de los dirigidos por Yorelvis Charles, prefiero poner de protagonistas a los que, antes de la primera voz de “a jugar”, no parecían y al final fueron.