Desde Invasor le auguramos larga vida a la carrera de este talentoso y joven actor
A diferencia de muchos artistas, si a René Rivas Hernández hace algunos años le hubiesen dicho que sería actor habría pensado que era una broma y, por supuesto, no se lo creería. Quizás por eso hoy habla del teatro con tanta pasión: es el tornillo que le faltaba a su armadura para estar completo, como denomina al arte sobre las tablas; y por ahí va esta historia.
El bichito del interés se encendió en una actividad donde, sin proponérselo, se puso una peluca y terminó haciendo una serie de sketch humorísticos. Al terminar, los aplausos y las risas aceleraron su corazón y supo que actuar le alegraba la vida.
Detractor de las matemáticas y graduado de Instructor de Arte en música, aún trabajaba como albañil cuando llegó por primera vez al Guiñol Polichinela por embullo de unos amigos que estaban en el grupo. A día de hoy, René lleva casi seis años en esa familia avileña y el teatro se ha convertido en su segunda casa.
—¿Qué tan difícil es hacer teatro de títeres?
—Es más complicado que hacer teatro dramático o televisión, y más para niños, en un grupo que se especializa en títeres, porque uno mismo es el muñeco. Hay que transmitirle emociones, gestos, reaccionar como él, y tenemos que manejar con cuidado muchos cambios de voz. Eso se complejiza, porque evitamos parecernos a otros personajes o figuras que ya se conozcan.
—¿Cómo es el proceso creativo cuando te dan un personaje?
—Desde mi experiencia, prefiero que el director marque las pautas de la psicología de los personajes y, según lo que diga, empezar a crearlo. En otros grupos no es así, cuando te dan un personaje el propio actor crea su historia, que también es bueno, pero el director tiene mejores herramientas para crearlo.
“Estudio y principalmente observo mucho. Si es un señor, salgo a la calle, camino y observo a las personas para ver cómo actúan en diferentes espacios, y si es un personaje más joven, igual. A medida que voy trabajando en ello, le muestro al director y me él dice qué le gusta, qué cambiar, quitar o añadir. Así es mi método y mi proceso”.
— ¿Y el montaje a nivel grupal?
—Lo que me gusta, más allá de la locura que a veces implica, es que siempre damos lo mejor de nosotros por el bien de la obra, es como una competencia en la que cada uno está enfrascado en su personaje y todo el mundo quiere hacerlo bien.
“Sin un nivel de exigencia no se logran buenos resultados. A la hora de montar, si estamos flojos, nosotros mismos nos halamos las orejas; si estamos bien, nos animamos sin confiarnos, claro, y si estamos muy mal, Rafa (Rafael González, director de Polichinela) nos quiere caer a palos, pero somos muy unidos”.
Para René, quien recalca que nunca pensó en ser actor, lo mejor de formar parte de esta compañía teatral es la posibilidad de explorar su talento en el camino que descubrió y actualmente ejerce. Aunque le falte por aprender, como segundo integrante más joven del grupo, refuerza su estudio con la experiencia de los integrantes más sabios.
La familia titiritera también le dio la posibilidad de conocer a dos personas muy importantes que menciona con respeto y cariño: al recordado director Yosvany Abril Figueroa y a Rafael González Álvarez, quien actualmente dirige la tropa avileña.
Ante el paso a la virtualidad, durante la pandemia de COVID-19, el grupo adoptó como escenario las redes sociales, donde creaban contenido para reducir distancias con sus seguidores y amenizar las jornadas con sus ocurrencias. Recientemente se lanzó a la grabación de videos, los tan populares reels, siguiendo la misma línea humorística.
“Los videos han tenido aceptación porque colabora todo el grupo, grabo con los mismos actores y el director nos da ideas así esté a 200 kilómetros; incluso en medio de algún ensayo le pregunto y, aunque me regaña, cuando terminamos me dice por dónde guiarlo —añade entre risas—. Me quedo con eso, con la reacción de las personas”.
No dejen de luchar por sus sueños. Nunca se rinda🙏❤️
Posted by Rene Rivas on Monday, December 4, 2023
Al recordar sus mejores experiencias en el escenario, menciona La carpetica de yarey, obra cumbre de la agrupación con la cual el director Yosvany Abril estuvo nominado al Premio Caricato por puesta en escena.
“Otra obra que tuvo impacto en mí fue Ruandy. Con ella los más nuevos nos evaluamos como profesionales, y siempre estaré agradecido con Rafael por darme la confianza de interpretar un personaje protagónico, que es como una estrella en la carrera de un artista”.
—¿Es este el rol más desafiante que has asumido?
—Sí. El trabajo con pelele de mesa es difícil y aquí los títeres se mantienen casi todo el tiempo caminando. Debemos estar agachados por 45 minutos, con textos bastante complejos, escritos por Gerardo Fulleda León, y contienen muchos altibajos de emociones.
“Usar la actuación con técnicas mixtas nos hace estar pendientes al hilo narrativo, y todo se complica si recordamos que esta obra puede ser considerada una tragedia, al contar la historia de un niño esclavo que decide conquistar su libertad venciendo numerosos obstáculos”.
Como meta para descubrir su potencial actoral fuera del guiñol, René sueña con el reto de asumir escenas carnales y explícitas, pero esta vez no aptas para niños. En lo que ese momento llega, desde Invasor le auguramos larga vida a la carrera de este talentoso y joven actor.