Proyecto Misol irradia desde Jicotea

Cuando este 30 de julio el proyecto comunitario sociocultural Misol celebre 12 años de creado, Ciego de Ávila entero deberá voltear los ojos hacia el poblado de Jicotea y alegrarse. Alegrarse por el camino andado por Dania Silvia Sorí Pina y sus muchachos, en esa cofradía de cariño y aprendizajes que todavía cultivan como si fuera el primer día y que ha venido a ser confirmación certera de que el promotor cultural sí puede ser una figura palpitante en el corazón de las comunidades.

La historia comenzó a escribirse en el año 2008, cuando le propusieron dirigir un taller de apreciación literaria y su primera reacción fue ponerle este nombre, el mismo que lleva el personaje protagónico de su primer libro de cuentos, publicado bajo el sello de Ediciones Ávila, ¿Qué estás pintando, Misol?

Para entonces ya Dania Sorí era un nombre conocido en el ambiente literario de la provincia, y su carrera se ensancharía con la noveleta La gata y el huracán, el libro de poesía Festival de papalotes, El jolgorio de la rana, para colorear, y Éramos pocos y…, también de poesía.

Misol viene a ser un soplo de aire fresco en medio de la parsimonia del poblado, y el pretexto feliz que arrastra a los muchachos e, incluso, a los padres que terminan sumándose a las iniciativas y, por ejemplo, cortan y cosen un traje de payaso para una obra de teatro en un santiamén, o los ayudan a memorizar una poesía. Cada año repiten idéntica rutina: se capta a los niños desde las primeras edades y se les adentra no solo en el estudio y conocimiento de la literatura, sino en la práctica de varias manifestaciones artísticas.

Las edades de los niños van desde los 8 hasta los 12 años, y cada encuentro inicia con la lectura de una frase de José Martí, porque Dania está convencida de que emana de sus textos todo lo que un ser humano debe aprender y apreciar. Se leen cuentos, se interpretan obras literarias, se hace teatro, y se canta y se baila.

Lo más difícil, casi siempre, es que los niños escriban, declamen y cuenten sus propias historias, pero ella ha sabido conducir con maestría el espacio equilibrando aprendizaje y diversión. Lo primero es construir un cuento para, luego, interpretarlo a través de una danza o representarlo sobre un escenario improvisado. No hay baile sin escritura y viceversa.

Aunque de técnicas narrativas no puede hablarse mucho a estas edades, se trata de que logren desarrollar un conflicto y echar a volar su imaginación con tal de recrear su propio universo de personajes y significados.

“Juego de casitas”, “La pollita negra” y una versión del cuento “La muñeca negra” que aparece en La Edad de Oro, han sido algunas de las obras de teatro presentadas en festivales de aficionados por los muchachos, quienes han participado y ganado, también, en los Encuentro Debate de Talleres Literarios Infantiles. Además, la participación del proyecto Misol en las Ferias del Libro se ha hecho sentir, en especial en el área establecida bajo Los Elevados, por muchos años destinada al público infantil.

Algunos niños han continuado en la adolescencia con el bichito de la literatura por dentro, y esa es otra de las ganancias que atesora por encima de cualquier distinción o reconocimiento.

Probablemente no todo ha funcionado como maquinaria suiza, pero son estas alegrías las que impulsan a irradiar desde Misol, incluso durante estos 16 meses de enfrentamiento a la COVID-19, cuando Dania ha compuesto décimas que les hace llegar a los pequeños, y estos las escenifican frente a un celular y comparten la grabación. Otro modo de mantenerse conectados en medio de tanto torbellino.


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