La magia de una marioneta erguida sobre una mesa, los ojos expresivos y saltones, los claroscuros de las luces y la secuencia narrativa de una historia sencilla y diáfana fueron el conjuro que obró sobre la sala Abdala cuando subió a escena La voz de Wallontu Mapu, a manos de la compañía chilena Titerike.
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Con el empleo de la técnica de títeres de sobremesa cobraron vida el abuelo Nahuel, empeñado en buscar una medicina que aliviara el mal de estómago de su nieto Antu, y Machi Millaray, la sanadora que se adentrará en el bosque para encontrar la yerba capaz de calmar su dolencia.
A partir de aquí la banda sonora, con melodías típicas de la cultura mapuche, sirvió de telón de fondo para la descripción de un paraje similar al de un desierto verde, donde las aves y los animales se han marchado por culpa de la contaminación y la tala indiscriminada. Así le cuentan el KereKere (ave) y el Ñurro (zorro) a Machi Millaray, quien no tiene más remedio que invocar a Wallontu Mapu (el espíritu de la tierra) para pedir consejo y ayuda.
Dicho así, parece fácil, sin embargo, lo verdaderamente difícil fue mantener en alza la curva dramática y las expectativas de unos cuantos pequeños para quienes la decodificación del mensaje pudo chocar con su desconocimiento sobre el pueblo mapuche, su lengua (mapudungun), tradiciones y luchas.
Lo que sí no está en duda es el mensaje de paz y amor que emanó de esta media hora de actuación, donde se refuerza el valor del entorno natural, su preservación y el compromiso con su cuidado y respeto, así como las posibilidades de haber despertado el bichito de la curiosidad en este auditorio.
La voz del Wallontu Mapu mostró un tempo más lento que el acostumbrado para el público asiduo a la sala Abdala, mas las interpretaciones resultaron coherentes y versátiles, entre ellas, vale destacar una vez más como Larry Malinarich, actor y director general, se desdobló en uno u otro personaje en dependencia de las exigencias del argumento, y a Fernando Hernández, que dio peculiar voz al niño Antu y vuelo a KereKere.
Cómo se originó la pieza también merece una mención especial, pues resulta un compendio de relatos recopilados por niños de la Escuela del Sol Naciente de Romopulli Huapi, ubicada en la región de la Araucanía chilena, hasta donde ha llegado Titerike como parte del trabajo comunitario que realiza.
En contraste con esta pieza, en el horario de la tarde, llegó el turno para el guiñol Polichinela, que repuso la obra Un cuento saludable, versión del texto original La Salud, saludos les dará, de Carlos Sánchez, que combina un conflicto entre dos amigos con consejos de higiene, a través de una didáctica acertada y expresiva.
Así termina la jornada de la tarde en la 9na Jornada teatral Títeres al Centro....Un cuento Saludable... #porlasonrisadeunniño #artejoven33 #titeresalcentro
Posted by Alejandro Quiñones on Wednesday, November 6, 2019