Roberto Amaury: juez y padre, o viceversa

A Roberto Amaury Cruz Santiesteban no le intimidan las interrogantes, ni una cámara que recoge el testimonio de sus palabras. En 17 minutos habla pocas veces en primera persona, domina las especificidades de la carrera que escogió y aclara que los jueces son sujetos comunes porque “lo mismo montamos una guagua, nos movemos por la ciudad en bicicleta, o estamos en la cola del pan, no somos ajenos a lo que sucede en el mundo o en Cuba”.

Sabe, también, que tener ciertas responsabilidades laborales no le hace mirar por encima del hombro a nadie, sino que se integra a la sociedad.

“Esta profesión requiere de mucha responsabilidad; ser crítico, autocrítico y justo, que es la esencia de la labor que nosotros desempeñamos. Trabajar para lograr una justicia efectiva y transparente”.

Lo dice a sus 26 años y con una Licenciatura en Derecho que le permite ejercer como juez en el Tribunal Popular Municipal de Ciego de Ávila.

“Toda persona que se dedique al mundo del Derecho debería pasar por los Tribunales, porque estos les abren las puertas a los jóvenes, tienen una planificación para que todas las personas que inician lleguen a ser mejores profesionales en el quehacer diario”.

Pero no está aquí por obra de la casualidad. Si bien ningún familiar sirve como referente para que Roberto Amaury se inclinara por esta vocación, tuvo un mayor incentivo que le enseñó desde pequeño lo gratificante de impartir justicia.

“Hace siete meses nació mi hijo Fidel Alejandro, así que imagina la magnitud de la devoción que siento por el líder de la Revolución cubana. Ese es el nombre que siempre quise ponerle a mi primer hijo varón, en agradecimiento a la figura de nuestro Comandante en Jefe, porque sin esa formación que él nos inculcó hoy probablemente no estuvieses conversando con este joven juez”.

 robertoCortesía del entrevistadoJunto a su hijo Fidel AlejandroUn camino que inició durante su formación en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Ciego de Ávila, la que “me forjó como un buen ser humano, una persona lista para enfrentar la vida y, sobre todo, defender los ideales de nuestra Revolución”. La misma que le abrió las puertas para su liderazgo en la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

“La FEU es una universidad dentro de otra universidad, fue la que me formó como profesional porque inculcó en mí el sentido de pertenencia y la responsabilidad. Cuando los estudiantes estaban en la recreación yo tenía que dedicar horas extra al trabajo de la organización, también ese era mi horario para prepararme académicamente y enfrentarme a las evaluaciones”.

Todavía Fidel Alejandro no comprende de responsabilidades; su padre solo espera que el tiempo le permita formar a una persona íntegra, revolucionaria y que se haga un profesional competente y comprometido con todo.

Porque cuando se es padre, se es también maestro, y eso lo lleva en la sangre desde que dio el sí para integrar el Contingente Pedagógico Universitario que impartiría clases a estudiantes de Secundaria Básica. Desde entonces, algunas cuestiones han cambiado y las oportunidades no siempre llegan en el momento adecuado.

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“La cantera que tenemos ahora en la casa de altos estudios avileña tiene una posibilidad que quizás en mis momentos no la tuve. Desde que están en la academia se pueden vincular con los distintos organismos jurídicos y, una vez graduados, quedarse ya como profesionales”.

Pero Roberto Amaury no se arrepiente de nada. “Yo nunca estoy divorciado del Derecho, ni en la casa”, donde presume ser juez también y lo dice con una sonrisa poco disimulada sobre el nasobuco. Espera a que el obturador de la cámara indique el fin de la entrevista y pregunta: “¿Quedó bien?”.


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