Convivencia en armonía

La inocuidad de los alimentos incluye que, al consumirlos, estos sean seguros; es decir, que durante cada proceso —producción, transporte, exposición para la venta, cocción, entre otros— se apliquen medidas de higiene adecuadas que reduzcan el riesgo para la salud de los consumidores.

Así piensa, y ha leído en alguna que otra bibliografía, Eugenia Gendis Rodríguez, vecina de la calle Ciego de Ávila, No. 71 A, entre Honorato del Castillo y Maceo, en la ciudad capital; pero la realidad de lo que pasa delante de ella, le ha demostrado lo contrario.

“Lo que sucede es que, en la acera de frente a mi casa, han abierto varios puntos de venta de alimentos y nosotros nos alegramos mucho, pues, como personas algo mayores, no tenemos que acudir a lugares lejanos cuando necesitamos algo de lo que allí se expende.

“Sin embargo, justo al lado existe un supiadero para depositar los desechos sólidos, y también constituye un alivio el tener dónde echarlos y no caminar tan lejos para ello.

“Pero el problema sale a la luz, precisamente, cuando las moscas, los roedores y cuanta alimaña hace vida en el depósito de basura, convive luego junto a los alimentos.

“La situación se agrava cuando el ciclo de recogida de los desechos se alarga, hasta casi o más de un mes —como sucedió hace una semana, que lo dejaron a medio recoger— y las personas depositan los desperdicios, los vendedores los restos de las ventas y los envases, y se acumulan —en el depósito— hasta animales muertos o excrementos que provocan una fetidez insoportable, agreden el medio ambiente y, además, a nuestras viviendas entran los indeseables animalitos.

“La necesidad de acortar el ciclo de recogida la hemos hablado con el jefe de zona de Comunales, que nos dice que ellos construyeron el supiadero antes de que se hicieran los kioskos, que, a quienes correspondió aprobarlos, debieron tenerlo en cuenta.

“Pero no se trata de eso, sino de que no haya acumulación indiscriminada y que se recoja en tiempo. De que podamos vivir sin los molestos olores o los estragos de las alimañas que habitan en esos lugares, que no se afecte el medio ambiente y, sobre todo, nuestra salud, al entrometerse los animales en los ‘timbiriches’.

“También hemos conversado con los propietarios de los puntos para que protejan las mercancías y la basura la depositen dentro del receptáculo indicado.

“No creemos que sea necesario el brote de alguna enfermedad para que se resuelva la incómoda situación. Si cada cual cumple con lo que le corresponde, se puede convivir con higiene y en armonía con el medio ambiente”.


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