Cansancio extremo

Pedro Quesada Sánchez tiene 81 años, y vive en la comunidad de La Armenia, un poblado de Tamarindo, en el municipio de Florencia, según cuenta su hija, Edelsa Quesada Guerra.

“Desde el año 2014 está muy enfermo, lo tengo encamado, con un cáncer de próstata avanzado, el cual no puede ser intervenido quirúrgicamente debido a su edad.

“También presenta una nefropatía obstructiva, que, a su vez, le provoca una relajación del esfínter vesical y anal, es decir, se hace pipi y caca sin darse cuenta.

“Como si fuera poco, presenta un cuadro de hemorroides grado cuatro, que protruyen hacia fuera espontáneamente, y sangran, de las que tampoco puede ser operado.

“Siempre hay que vigilar su hemoglobina porque, debido a estos sangrados, le baja, y hay que transfundirlo.

“La situación de mi papá es conocida por la Asistente Social de Salud Pública que lo atiende, y ella nos ofrece un jabón de baño y uno de lavar todos los meses, los que, hasta ahora, nunca nos han faltado; aunque, como es lógico, eso no es suficiente ante esta situación tan crítica.

“Lo he comunicado a los cuatro vientos, desde el Ministerio de Trabajo de mi localidad, a la delegada de mi circunscripción; y a la Asociación de Combatientes (…).

“Tengo el conocimiento de que en mi municipio reparten a los postrados otros artículos de primera necesidad, como: pamper, rellenos, papel higiénico y toallitas húmedas; pero a él, que tanto lo necesita, jamás le han vendido nada.

“Por otra parte, supe que, en las tiendas de recaudación de divisas, como se le llamaban antes, tienen diferentes mercancías de aseo que reparten a los enfermos encamados, pero, según me explicaron de manera extraoficial, cada municipio es autónomo, es decir que todos no trabajan igual, cosa que tampoco entiendo.

“Yo no solo soy su hija, también soy su cuidadora, no puedo trabajar, no puedo salir a buscar nada, porque no lo puedo dejar solo; estoy exhausta, triste, molesta, mi cansancio es extremo”.

Nadie está preparado para afrontar una situación así, el cansancio de Edelsa trasciende del estado emocional al físico; no solo lleva más de nueve años al cuidado de una persona dependiente, sino que lo ha realizado con el mínimo de condiciones.

Esperamos que esta carta toque el corazón de los que, de alguna manera, han hecho caso omiso a una realidad tan desesperante como la que vive esta familia avileña.


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