Juan Guiteras Gener, patriota y médico

Juan GuiterasTomada de Radio 26 ¡Que nadie lo ponga en duda! Este destacado médico higienista, epidemiólogo, escritor y pedagogo, es considerado el padre de la parasitología médica nacional y defensor de la gloria de Carlos J. Finlay.

Se trata de Juan Guiteras Gener (1852-1925), quien rebasó los límites nacionales para convertirse, en su época, en una voz autorizada mundialmente.

Así les digo, amables internautas, que conoció las primeras letras en el colegio La Empresa, de propiedad familiar, y considerado por José de la Luz y Caballero como “el mejor de España y sus colonias” por la cultura refinada, el amor patriótico y el anhelo independentista hacia Cuba que brotaba de sus discípulos, del cual, también, fue director su padre, Eusebio Guiteras.

Realiza allí, además, la enseñanza secundaria, y se gradúa de Bachiller en Artes en 1867, pasando, un año más tarde, a cursar la preparatoria de Medicina en La Habana y el primer año de la carrera.

Al comienzo de la Primera Guerra de Independencia, en 1868, se agrava la persecución española hacia la familia Guiteras-Gener y sus padres emigran hacia los Estados Unidos, estableciéndose con los que ya antes estaban en Filadelfia.

Guiteras, por esta causa, continúa sus estudios de Medicina y de Filosofía en la Universidad de Pensilvania. Se gradúa como Doctor en Medicina y en Filosofía. Y aquí les dejo una curiosa coincidencia: esta misma Alma Máter, unos años antes, había acogido en su seno, en las aulas de Medicina, a Carlos Juan Finlay y Barrés, personalidad cimera de la Medicina cubana, a cuyo nombre estará siempre ligado el de Juan Guiteras Gener.

Por su tesis de grado Influencia de la actividad funcional sobre el desarrollo del esqueleto, trabajo realmente novedoso para la época, el cual ponía de manifiesto los cambios estructurales debidos a la función que ejercitarían dichas estructuras anatómicas, el Dr. Juan Guiteras alcanza en 1873 un primer premio en la Universidad de Pensilvania.

En los Estados Unidos, obligado por el exilio de 1869 y desde que se graduó en 1873, fue médico interno del hospital de Filadelfia durante 30 años; y médico de visita del propio hospital durante cinco años, hasta que confecciona el primer texto de Patología de la Universidad de Pensilvania, donde fue Instructor de Semiología.

Se desempeñó como médico de la Sanidad Marítima de EE.UU. en el Marine Hospital Service, sirviendo en los hospitales de San Luis, New Orleans, Galveston, Key West y Charleston como perito técnico de diversas epidemias de fiebre amarilla.

Sepan las amigas y amigos de la Gran Red de Redes que en 1879 es designado por el gobierno del norteño país, en unión de los doctores Stanford E. Chaille y J.M. Sternberg para estudiar la histopatología y las condiciones de producción de la fiebre amarilla en Cuba.

Es en esta ocasión cuando conoce a Carlos J. Finlay y es presentado a la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, siendo elegido como corresponsal en los Estados Unidos de Norteamérica de la Academia de Ciencias, y mantuvo desde entonces estrecha correspondencia con Finlay.

Cuatro años más tarde se casó con su prima Dolores Gener. Una vuelta al sol después, es valorado entre profesores de la talla del inglés William Osler para optar por una Cátedra en la Universidad de Pensilvania.

Fue nombrado profesor de Patología y Clínica Médica de la Escuela de Medicina de Charleston y, posteriormente, de la Universidad de Pensilvania, además de Patólogo del hospital de Filadelfia, renunciando a sus cargos en la Escuela de Medicina de Charleston y en el Marine Hospital Service.

Su prolífica carrera incluyó un largo período de especialización en anatomía patológica y bacteriología en Frankfurt, Alemania y la escuela de Medicina Tropical de Londres, la docencia en Semiología, Patología y Clínica Médicas y Patología General y de las Afecciones Intertropicales en la Alma Máter de Pensilvania, Charleston y La Habana, respectivamente.

Aunque parezca increíble, amables internautas, esta gloria de la medicina cubana y norteamericana, fue un cubano digno y patriota que, a pesar de haber vivido por 30 años en los Estados Unidos de Norteamérica, supo estar siempre al lado de la causa de su patria y no vaciló en regresar a Cuba para ponerse al servicio de la Sanidad Médica de su época, la cual ayudó a constituir.

Se destacó notablemente en las campañas sanitarias realizadas en la Isla. Su dominio de idiomas como el inglés, francés, alemán, portugués y latín impulsó también el estudio y la producción literaria de algunos volúmenes como El Cólera en Cuba, La Peste Bubónica en La Habana, El Dengue en Cuba, su importancia y su diagnóstico con la Fiebre Amarilla, y Recent Discoveries on Malaria and the Mosquito, los cuales, entre otros, integran su fecunda bibliografía científica, cuyos aportes a la medicina latinoamericana y mundial se evidencian en cada uno.

Agreguen a su acervo que, desde 1900, ocupó la cátedra de Patología y Enfermedades Tropicales de la Universidad de La Habana, fundó la Revista de Medicina Tropical, una de las más prestigiosas en la materia; fue uno de los iniciadores de la Organización Panamericana de la Salud, y ejerció como director del departamento de Sanidad Pública hasta 1921, cuando fue nombrado secretario de Sanidad y Beneficencia, cargo que desempeñó con entereza y decoro.

Cuatro días después de ser escogido por el gremio de médicos cubanos, que lo admiraba y respetaba cabalmente, como presidente de la recién fundada Federación Médica de Cuba, una afección cardíaca puso fin a la vida de este prominente galeno y patriota, cuyo deceso fue un duro golpe a la medicina cubana.

Curiosidades

• “Los que emplean mal su tiempo, son los primeros en quejarse de su brevedad”, sabia sentencia rubricada por el filósofo, escritor y moralista francés, destacado por su sátira, Jean de la Bruyère (1645-1696).

• Conozcan los amables internautas que gustan de estas breves cápsulas del saber que el Guapurú (Plinia cauliflora) parece un árbol enfermo. En su gruesa corteza crecen los frutos, a inicio son morados y al madurar, negros. También están en el tronco amontonados, desde la tierra y hasta en las raíces, si están descubiertas.

• Agreguen a su acervo matemático que el mayor número primo conocido tiene nada más y nada menos que, 22 millones 338 618 dígitos, superando en cinco millones al anterior.

• Los gatos rechazan el agua porque su piel no se seca con rapidez, aunque existen algunas razas del centro de Asia que aceptan mejor el baño.

• Construir, ajustar y reparar los instrumentos de cuerda frotada y pulsada que tienen un mango o mástil, unido a su caja de resonancia como, violines, violas, violonchelos, contrabajos, todo tipo de guitarras y laúdes, es un arte bello, pero muy complejo, pues es muy importante conocer qué elementos y materiales utilizar y tener mucho cuidado al hacerlo. Cuando escuchen una melodía salida de alguno de estos instrumentos, piensen que pasó por las manos de un luthier. 


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