Herman Melville y su Moby Dick

moby dickTomada de www.pixartprinting.es Bastó una sola obra para que este autor norteamericano, viajero y explorador, se ganara un sitio en el altar de los inolvidables: Moby Dick. Sin embargo, para Herman Melville (1819-1891), escritor, novelista, poeta y ensayista estadounidense del período del renacimiento en ese país, no siempre fue así.

Sepan las amigas y amigos de la Gran Red de Redes que fue el tercero de los ocho hijos de Allan Melville y María Gansevoort, que descendía de una de las primeras familias holandesas en Nueva York.

Cuando contaba con 11 años, se trasladó con su familia a Albany, y allí estudió hasta que, dos años después, su padre falleció, dejando a la familia en una situación financiera muy precaria, y el muchacho tuvo que ponerse a trabajar.

De una fuente extraigo que fue profesor, pero las muchas dificultades para encontrar un empleo estable, lo condujeron a enrolarse, como arponero, a bordo del ballenero Acushnet, con el que viajó a los Mares del Sur.

Cuentan que no se llevaba bien con el capitán del barco y, tras 18 meses de travesía, cuando este llegó a las Islas Marquesas —junto a su amigo Richard Tobias Greene—, se escondió hasta que el barco partió.

Vivió así un mes entre los polinesios y fue crítico con los intentos europeos de “civilizar” a los isleños, a los que se consideraba caníbales, y logró convertirlos al cristianismo.

Melville se basó en sus experiencias en el Pacífico Sur para escribir sus dos primeras novelas, que se convirtieron en superventas: Typee y Omoo. Escapó en un mercante australiano y desembarcó en Papeete (Tahití), donde permaneció algún tiempo en prisión y, posteriormente, se dirigió a Honolulu, en Hawai y desde allí, se enroló en una fragata de la Marina estadounidense.

Además de Typee y Omoo, novelas de viajes y aventuras, publicó Mardi, cuyo simbolismo desconcertó a la crítica y al público, y la rechazaron. Luego vino Redburn, basada en su primer viaje por mar, y La guerrera blanca, en la que relata sus experiencias en el ejército, que sí tuvieron una gran popularidad.

Según el portal cubano Ecured, contrajo matrimonio con Elizabeth Knapp Shaw, con quien tuvo cuatro hijos y comenzó a vivir en una granja cerca de Pittsfield (Massachusetts), donde entabló amistad con Nathaniel Hawthorne, autor que le influyó notablemente.

En Arrowhead, su casa de color mostaza, tras lograr fama como novelista de aventuras, instaló su estudio en la planta de arriba, con su escritorio cerca de la ventana que daba al norte y que enmarcaba la cumbre del Monte Greylock, la montaña más alta de Massachusetts.

Seguro las amigas y amigos internautas no conocen que Melville supo, en noviembre de 1820, que un cachalote atacó y hundió el ballenero Essex en mitad del Océano Pacífico y su tripulación, varada en tres pequeñas embarcaciones con poca comida y agua, eligió desplazarse más de 4000 millas hacia América del Sur en lugar de 1200 millas hacia las Islas Marquesas.

Así que, mirando la cima del Monte Greylock, en un día soleado, le sorprendió que el ápice horizontal aparecía “como un cachalote que se eleva en la distancia”, lo que sirvió para que escribiera Moby Dick, considerada una de las grandes obras de la literatura universal.

Esta novela escondía una gran metáfora del mundo y la naturaleza humana: la incensante búsqueda del absoluto que siempre se escapa, y la coexistencia del bien y del mal en el hombre, y ello tras un argumento aparentemente simple: la obsesión del capitán Ahab por matar a Moby Dick, la ballena blanca.

La obra maestra fue dedicada a Nathaniel, un invitado tan frecuente que tuvo su propia habitación en la casa.

La paradoja es que este título, que posicionó a Melville entre los grandes, no tuvo el menor éxito comercial cuando fue publicada.

Los especialistas dicen que escribió otras novelas: Pierre o las ambigüedades, que fue un estrepitoso fracaso, y Billy Budd, marinero; también el libro de relatos Cuentos de Piazza, y aunque publicó otros libros igualmente espléndidos como: Benito Cereno, Bartleby, el escribiente, así como los diez fragmentos descriptivos de las islas Galápagos, en Ecuador, que llevan por título Las Encantadas, el éxito le dio siempre la espalda, hasta el punto de que abandonó la escritura para convertirse en agente de aduanas. Las dificultades financieras que afrontó le obligaron a vender Arrowhead a su hermano Allan en 1863.

Pierre (1852) y Cuentos del mirador (1856), que contiene el relato Bartleby, el escribiente, considerado uno de los antecedentes de la obra de Kafka, dejaban ver el creciente desprecio del autor por la hipocresía humana. Israel Potter (1855) y El confidente (1857) fueron las últimas obras que publicó en vida. Olvidado por todos, su novela Billy Budd no apareció hasta 1924.

La obra de Melville se tiene como una de las cimas de la corriente romántica estadounidense, y tiene hoy un prestigio muy superior al que disfrutó en su tiempo.

Herman Melville falleció en la ciudad de Nueva York el 28 de septiembre de 1891.

Curiosidades

• Sepan los amigos internautas que los cangrejos tienen diez patas y se llaman decápodos, y, al igual que las arañas, también pueden doblar las patas en las articulaciones.

• El umbral de exposición a la radiación espacial de las mujeres es inferior al de los hombres, siendo esa la razón por la que la profesión de astronauta esté menos presente en el género femenino; se trata, entonces, de una cuestión de salud.

• En los días de sol fuerte acostumbramos a llevar gafas para protegernos; pues conozcan que la comercialización de las gafas de sol empezó en 1929, Sam Foster fue el que las difundió y el cantante, compositor y músico de rock y pop británico Elton John es la persona famosa con más gafas de sol: tiene nada más y nada menos que más de ¡1000!

• Conozcan, amables lectores que los alimentos ricos en proteínas, como las albóndigas, pueden ayudar a aumentar la sensación de saciedad y apoyar los objetivos de control de peso al reducir los antojos de hambre.

• “La grandeza de un pueblo no se mide por la extensión de su territorio, sino por la dignidad y el honor de sus hijos’’, es sentencia rubricada por el militar y político hondureño, que fuera presidente de Costa Rica, Francisco Morazán (1792-1842).


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