En el abarcador y variopinto pentagrama musical cubano, por demás, cuajado de estrellas, sobresale una culta y prestigiosa compositora, pianista y pedagoga, de nombre Ernestina Lecuona Casado (1882-1951).
Matancera de cuna, ella integró parte de una familia compuesta por destacados músicos, entre estos su hermano Ernesto, harto conocido también, no solo como pianista, sino también como compositor y promotor.
Este dato que ahora les ofrezco a las amigas y amigos internautas, entre otros, lo había reservado para las líneas finales, pero no resistí la tentación de dárselo ahora mismo: sepan pues, que Ernestina fue la abuela paterna del archirreconocido guitarrista y compositor cubano Leo Brouwer.
La sólida formación profesional de Ernestina está avalada por su preparación, desde el punto de vista musical, en la Academia del Centro Asturiano y en el Conservatorio Municipal de Música, ambos en La Habana, estudios que perfeccionaría en París, la capital gala.
Durante su larga y fructífera carrera realizó múltiples presentaciones, como el concierto de música cubana en el Teatro Auditorium de La Habana (hoy Amadeo Roldán), en el cual, según una reseña, interpretó la emblemática pieza La comparsa, de la autoría de su hermano Ernesto. El arreglo resultó novedoso: contó con voces, nada menos que ocho pianos, 12 pianistas y orquesta acompañante.
Otras notas dan cuenta de actuaciones en compañía de Ernesto, quien le dedicó las obras tituladas Danza negra y los boleros Mi vida es soñar y Anhelo besarte. Se conoce, además, de la realización de otros conciertos en la Isla antillana y de giras por países de América Latina.
Tal como se estilaba entonces, compuso contestaciones a temas de otros compositores. Por ejemplo, su criolla ¿Me odias? fue la respuesta a Te odio, de la autoría de otro grande: Félix B. Caignet.
Les cuento a quienes gusten de leer este tipo de reseña, que la Lecuona abordó disímiles géneros: canciones, canciones-boleros, criollas-boleros, fantasías-criollas, guajiras, valses, danzones, hermosos sones y, sobre todo, boleros.
Además de ser la compositora de los textos de sus temas, empleó también textos de otros autores, a la sazón poetas de la época, tales como Gustavo Sánchez Galarraga, Esther Costales, Miguel de Grandy, entre otros.
Otros aspectos que sobresalen de su biografía son los siguientes:
• Inició a Ernesto Lecuona en el estudio del piano.
• Su más fiel intérprete fue Esther Borja.
• Su primera composición fue la habanera titulada Luisa.
• Contrajo nupcias, muy joven, con el doctor Juan Brouwer, médico veterinario y profesor de Medicina Veterinaria de la Universidad de La Habana, padre de sus tres hijos
• Se destacan, entre sus creaciones, las tituladas Ya que te vas, ¿Me odias?, Anhelo besarte, Cierra los ojos, Ahora que eres mía, Junto al río y Jardín azul.
Curiosidades
• La frase “tener muletas” alguna cosa, es bastante antigua. Entonces según los especialistas, se empleaba para dar a atender que se estaba hablando de algo que ya era muy conocido.
• Alarico es nombre propio de varón de origen gótico, con el significado de “regidor de todo”.
• Por su apariencia parece un ratón con alas. Claro que me refiero al murciélago, que, dicho sea de paso, es el único mamífero que puede volar. Sepan, amigas y amigos que leen estas cápsulas, que algunas especies son insectívoras, pero los grandes murciélagos de la India se alimentan de frutas. Determinadas especies chupan sangre a distintos animales mientras estos duermen.
• En el término “centrifugado”, como ustedes podrán apreciar, todas las letras que lo componen son diferentes, ninguna se repite.
• “La memoria es el espejo donde vemos a los ausentes”, es una sentencia de la autoría del moralista y ensayista francés Joseph Joubert (1754-1824). En su vida no publicó nada, pero sí tuvo una vasta correspondencia. No fue sino a los 14 años después de su fallecimiento que vio la luz una selección de sentencias suyas titulada Colección de pensamientos.