Phoebe Ann Moses era el verdadero nombre de Annie Oakley (1860-1926), quien, al unirse al espectáculo del Salvaje Oeste, en 1885, adoptó ese nombre artístico.
Cuenta la leyenda que era una tiradora tan hábil que frustró sin ayuda robos de trenes, disparó a osos y panteras, y mató a un lobo que ya la tenía en sus garras. O, al menos, eso decía la novela de 1887 basada en su vida, titulada La reina del rifle.
La fama de Oakley —como una de las pistoleras más hábiles de su tiempo— inspiró muchos cuentos y mitos (por ejemplo, se dice que la historia del lobo nunca ocurrió).
Tuvo una infancia difícil, después que falleciera su padre —solo contaba con cinco años— tuvo que ayudar a alimentar a la familia haciendo trampas para cazar, hasta que decidió coger el rifle de su progenitor para cazar y llevar comida a casa.
Annie contó la historia de su primera cacería muchas veces, pero tanto los detalles, como el tipo de animal que mató, fueron cambiando a lo largo de los años. Mientras, sí estaba segura de que lo abatió de un solo disparo: “No sé cómo adquirí la habilidad —dijo cierta vez—, supongo que nací con ella”.
Sepan las amigas y amigos de la Gran Red de Redes que, para pagar la hipoteca de la casa de su madre, comenzó a vender regularmente sus presas a ultramarinos y a los hoteles locales. Su dominio del tiro se convirtió en su carrera.
Según las fuentes, conoció a quien se convirtió en su esposo, el también tirador Frank E. Butler, en ocasión de visitar a su hermana en Cincinnati. Fue invitada a una partida de tiro con Butler. Ambos acertaron todas las palomas que salieron de la trampa, hasta que el último disparo de Butler cayó más allá de la línea de demarcación, lo que dio la victoria a Oakley. Poco después, los dos se casaron y empezaron a actuar juntos.
Conozcan que la fama internacional le llegó en 1885, cuando los esposos se unieron al Buffalo Bill's Wild West Show. Allí Oakley se ganó su puesto, al acertar todas las palomas de arcilla que Butler había lanzado al aire durante una práctica de tiro.
De otra reseña extraigo que viajaron por todo Estados Unidos con la compañía Wild West Show. Durante 17 años asombró al público, disparando a cigarrillos en los labios de su marido, lanzando naipes en el aire y disparando a un blanco a sus espaldas mientras lo veía desde un espejo, su más transcendental truco.
Esto hizo que se convirtiera rápidamente en la principal atracción del espectáculo, ya que la audiencia se quedaba asombrada por la combinación de sus agudas habilidades de tiro con su pequeña estatura. Llegó a adquirir fama internacional, cuando la compañía actuó en el Jubileo de Oro de la Reina Victoria en Londres y como “una niña maravillosa” —cuenta otro escrito sobre esta tiradora—, fue calificada por Eduardo, el Príncipe de Gales que, luego del espectáculo la invitó a su palco.
El matrimonio se dedicó a dar exhibiciones privadas a la realeza europea antes de volver a participar en el espectáculo del Oeste en 1889. Y Oakley llegó a disparar a un cigarrillo de la mano del príncipe alemán Wilhelm —aunque no a su boca—, como dicen algunas leyendas.
Según su sobrina nieta Bessie Edwards, Oakley donó tiempo y dinero a los enfermos de tuberculosis, a los huérfanos y a las jóvenes que buscaban una educación superior, brillando más allá de su emblemático tiro al blanco. También se apasionaba por enseñar a las mujeres a disparar por deporte y protección, y se cree que a más de 15 000 féminas a lo largo de los años, mediante clases gratuitas.
“Creo que toda mujer debería aprender el uso de las armas de fuego”, escribió en una ocasión y agregó que le gustaría que todas supieran manejar las armas de fuego con la misma naturalidad con la que sabían manejar a los bebés.
Conozcan las amigas y amigos internautas que se ofreció como voluntaria para organizar un regimiento de 50 tiradoras estadounidenses, antes de que se iniciara la guerra hispano-estadounidense, pero como las mujeres no estaban autorizadas a servir en el ejército en ese momento, su petición fue rechazada. De igual forma actuó cuando su país entró en la Primera Guerra Mundial y nuevamente rechazaron su oferta.
Estudios sobre su vida recogen que Annie Oakley trabajó con ahínco para forjar su reputación y protegerla de los chismes y las calumnias que con frecuencia empañaban su actuar. Aquí les dejo dos ejemplos: cuando periódicos de todo el mundo reprodujeron una noticia francesa que decía que ella había muerto en Buenos Aires, Argentina, envió un telegrama tranquilizador desde Inglaterra, donde estaba muy viva y de ¡vacaciones!, y exigió a la prensa que se retractaran de la noticia.
Más adelante, dos periódicos, esta vez de Chicago, informaron de que Oakley estaba encerrada en una cárcel local luego de declararse culpable de robarlos pantalones de un hombre para conseguir dinero para drogas. Esta historia tuvo repercusión nacional. Para aclarar las cosas, Oakley escribió a los periódicos diciendo que no había estado en Chicago durante meses. La mayoría se retractó, pero para ella no fue suficiente. Presentó demandas por difamación contra 55 periódicos. Ganó o llegó a un acuerdo en ¡54 de los casos! y se llevó, nada más y nada menos que, más de un cuarto de millón de dólares.
Se planteó la posibilidad de protagonizar películas y escribir sus memorias, pero la salud no la acompañó en ese empeño. Después que un accidente de coche la dejara con una lesión permanente en la pierna, fue empeorando, se le diagnosticó un trastorno sanguíneo y murió a los 66 años en Greenville, Ohio. Su marido, que había pasado el invierno en Carolina del Norte, murió 18 días después.
Su imagen ha aparecido en programas de televisión, películas y musicales. Su reputación, creada en gran parte por su marido Frank Butler y los promotores del Wild West Show, se conserva hasta hoy.
Sabias palabras las que dejó para la posteridad: “Apunta a lo más alto y lo conseguirás, ni la primera vez, ni la segunda, ni quizás la tercera. Pero sigue apuntando y sigue disparando, porque solo la práctica te hará perfecto. Finalmente, darás en la diana del éxito”.
Curiosidades
• Sepan los amigos que gustan de estas pequeñas cápsulas que, el metro o tube de Londres es el sistema de transporte de este tipo más antiguo del mundo. Fue inaugurado el 10 de enero de 1863 con locomotoras de vapor, así como zumba y suena. Hoy en día, existe una red subterránea de ¡408 kilómetros! de líneas activas que le llevarán a cualquier punto de la esa ciudad.
• Si el lector viaja por la selva amazónica, específicamente en la que atraviesa a Perú, se topará nada más y nada menos que con el Río Hirviente, o Shanay-Timpishka; sí, no se asuste, es un río geotérmico cuya temperatura puede alcanzar unos ¡94 °C!, de ahí que sea uno de los pocos ríos con ebullición natural del mundo.
• Los abuelos suelen contar grandes experiencias, enseñanzas, historias y anécdotas. Si eres lo suficientemente afortunado de tener un abuelo, no necesitas un libro de historia —decía mi abuela—. Los abuelos son magos que crean recuerdos maravillosos para sus nietos.
• “La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor; sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso”, bella sentencia rubricada por el compositor y pianista húngaro Franz Liszt (1811-1886).
• Con ¡265.523! kilómetros Canadá es, nada más y nada menos que el país con más línea de costa del mundo, inalcanzable por ningún otro.