Inteligencia artificial: ¿futuro apocalíptico o esperanzador?

Sus exponenciales avances nos prometen, entre otros, facilitarnos la vida, aumentar la productividad, ganar en eficiencia. Pero, ¿qué más?

El despliegue acelerado en los últimos meses de la inteligencia artificial y de sus chatbots (una especie de plataforma para dialogar con esta tecnología, que tiene a ChatGPT como el más paradigmático), pone en el debate público a todos los niveles sus múltiples implicaciones para bien o para mal.

Lo que era hace unos años impensado para el más común de los mortales, se vuelve realidad ahora al alcance de un clic y unas cuantas líneas de texto: resúmenes de novelas o artículos, traducir de otros idiomas, escribir líneas de códigos de programación, aprender sobre nuevos temas, mejorar la calidad de los textos que escribimos, realizar diseños, hasta componer música o poesía a la medida, en fin… sus alcances parecen no tener límites.

Sus exponenciales avances nos prometen, entre otros, facilitarnos la vida, aumentar la productividad, ganar en eficiencia. Y en cierta medida lo logra, incluso tan bien que puede dejar obsoletos muchos puestos de trabajo o profesiones conocidas, paradójico, es la verdad.

Pero ojo, cuando emplee estas herramientas de chat en varios temas no puede hacerlo desde un punto de vista acrítico u otorgándole a las respuestas el valor de verdad última y absoluta, pues se trata de bases de datos que pueden tener sus sesgos u omisiones marcadas.

Navegando entre las redes sociales de Internet pude ver, por ejemplo, de un usuario que le solicitó crearle un poema en que se resaltara la figura de Fidel Castro y la inteligencia artificial refirió con cierta objetividad que no podía hacerlo por no tener una ideología, en cambio al hacerle el mismo cuestionamiento en relación al expresidente norteamericano Barack Obama le glosó una serie de versos. Da qué pensar.

Asimismo, otro le preguntó sobre determinadas obras literarias de autores específicos en las que las respuestas fueron desacertadas o de desconocimiento total, lo que nos hace reconocer que detrás de estas tecnologías está la mente que las programa, con sus idiosincrasias, ideologías y cosmovisiones, más allá de que las pinten como equilibradas o imparciales.

Desde ya se ha lanzado una especie de “carrera armamentística” entre grandes empresas tecnológicas para llevar la delantera en la materia. El poder corporativo no quiere perderse esta tajada del pastel bien prometedora para el desarrollo de la humanidad, y no queremos pecar de conspiranoicos, pero si pasó con la bomba atómica…

Sin embargo, la inteligencia artificial de código abierto con sus desarrolladores utilizando recursos gratuitos en línea les pueden aguar la fiesta. Una nota filtrada de la poderosa Google señala que: “ahora se puede poner a punto un modelo grande de lenguaje (Large Lenguage Model o llm) por 100 dólares en unas pocas horas. Con su modelo rápido, colaborativo y de bajo coste, ‘el código abierto tiene algunas ventajas significativas que no podemos replicarʼ”.

Aunque positivo, desde el punto de vista antimonopolio, ser más accesible también plantea el cuestionamiento de su utilización para usos nefastos en manos inescrupulosas. El cuchillo lo mismo puede usarse para cortar el tomate que almorzaremos o para asestar una puñalada asesina. La regulación de esta área, en la que apenas estamos en pañales, se impone.

En lo personal, me atemoriza qué puedan hacer grandes gobiernos al mejorar sus herramientas para la vigilancia y el control social como pudiera ser el caso del sistema de recopilación de información Skynet de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés). Cualquier semejanza con la película Terminator no parece simple coincidencia.

Stanislaw Lem, el famoso autor polaco de ciencia ficción, creía que la inteligencia artificial podría ser una herramienta poderosa para ayudar a la humanidad a resolver grandes problemas, pero también estaba preocupado por los peligros potenciales de crear inteligencias artificiales fuera de control, que podrían amenazar la existencia humana. ¿Llegaremos al escenario apocalíptico de la película Yo Robot?

Entre los pesimistas se encontraba el famoso físico británico Stephen Hawking quien creía que las máquinas súper inteligentes representaban una amenaza para nuestra existencia: en su despegue y autodiseño podrían vernos como escoria o sobrantes en este planeta. ¿Estaríamos preparados como especie para esa hipotética lucha por el poder (concepto indivisible)? En la prehistoria el homo sapiens se impuso al hombre de Neandertal, veremos que nos depara el futuro ante este desafío.


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